Barcelona ofrece ya una nueva y singular perspectiva de la ciudad. La que se puede admirar desde la cima de la Torre del Reloj, en el histórico edificio de la Universitat de Barcelona, a la altura de la Plaza Universitat.
Una esmerada restauración de la torre oeste del recinto académico —en la que se han invertido 210.000 euros— ha permitido abrirla al público, con visitas guiadas bajo cita previa, desde esta misma semana. Esta parte del edificio es obra de Elies Rogent y el campanario data de 1881 y se caracteriza por una estructura del hierro que se ha conservado: una espadaña de cuatro brazos que recubre las campanas a modo de una cúpula abierta de estilo renacentista.
Accediendo por las escaleras que conducen al nuevo mirador, que está a una altura de 35 metros, en el primer tramo, el visitante se encuentra con el mecanismo de relojería detrás de la gran esfera de números romanos que originariamente diseñó la familia de relojeros Cabanyach, aunque años más tarde se estropeó y la que hay ahora es posterior a la Guerra Civil.
Continuando con la ascensión se llega a un primer balcón y, finalmente, a la azotea de la torre donde está la espadaña de 15 metros y las campanas. Alumni et magistri academiae barcinonensis obtemperate sono (alumnos y profesores de la academia de Barcelona, obedeced al sonido) es una parte de la inscripción latina que se puede leer en la campana de las horas que, como la que marca los cuartos, se forjó en la fundición de Miquel Forcada, de Vic, en 1880, durante el reinado de Alfonso XII.
El emblema quería recordar a toda la comunidad académica, que había inaugurado el primer curso de la nueva Universitat de Barcelona en 1872, que en la Torre del Reloj repicarían cuartos y horas, con precisión y rigor, virtudes propias de la docencia y el estudio.
La campana de las horas tiene un diámetro de 110 centímetros y pesa 750 kg, y la de los cuartos, 97 centímetros de diámetro y 500 kg de peso. Ambas tienen los escudos de la Universitat de Barcelona y el lema Perfundet omnia luce (Lo llenará todo de luz), rematados por una gran corona real.
En las obras de restauración principalmente se ha reforzado el esqueleto del edificio y se ha reconstruido la cubierta de la azotea para hacerla impermeable y se ha vuelto a poner en marcha el engranaje que permite el movimiento de las campanas que han dado la hora durante más de un siglo, aunque se ha sustituido el mecanismo antiguo por uno más moderno.
Abrir la Torre del Reloj a la ciudad fue uno de los compromisos que el rectorado de la Universitat de Barcelona se fijó dentro del conjunto de actuaciones que quería tener terminadas para celebrar el legado de sus 150 años de historia. El inicio de las visitas es, por tanto, el pistoletazo de salida oficioso de esta conmemoración ya que el acto institucional está previsto para principios de octubre.
Un siglo y medio de historia
El vicerrector de Patrimonio y Actividades Culturales, Agustí Alcoberro, se ha encargado de dirigir las obras de restauración de la Torre del Reloj pero también coordinar toda la organización de la conmemoración. El vicerrector explicó que, a lo largo de todo el curso 2022-23, se podrán ver representaciones dramatizadas de la época en que se abrió la universidad dentro del mismo campus y que habrá varias exposiciones temáticas, una de las cuales es una muestra de fotografías de todas las épocas que, en parte, se ha podido realizar gracias a la participación de toda la ciudadanía que ha enviado imágenes originales a la UB.
El vicerrector Alcoberro ha desgranado que este curso contarán con charlas y ponencias de exalumnos célebres de la Universitat de Barcelona, como por ejemplo, la primera invitada de este año, la jugadora de baloncesto Laia Palau, quien empezó su carrera deportiva justamente en el equipo de baloncesto de la institución académica; y recordó que la universidad fue el primer centro universitario de España con una alumno matriculada, Elena Maseras, para cursar estudios de medicina, con la venia de Amadeo de Saboya, que fue rey de España de 1870 a 1873. “Este será uno de los muchos episodios que recordaremos para elevar a la memoria popular las dificultades que han sufrido las mujeres para acceder a los planes de estudios universitarios”, dijo Alcoberro.
También, dentro del plan de conservación del edificio y para celebrar el siglo y medio de historia, la universidad ha localizado para su conservación once aulas del conjunto del recinto académico que incorpora algún elemento histórico (mobiliario, arquitectura, decoración)…). “No queremos convertir estas aulas en un museo, sino preservar esos elementos históricos que las hacen singulares”, remarcó Alcoberro.
En definitiva, se trata de poner en valor una institución académica histórica que “no podemos percibir como un edificio de oficinas, es mucho más que eso”, ha expresado el rector de la universidad, Joan Guàrdia, quien ha remarcado el “valor histórico y el vínculo de esta universidad para la ciudad de Barcelona”. “Todo lo que a lo largo de la historia ha pasado en Barcelona, y por extensión en Catalunya, ha sucedido también dentro de la Universitat de Barcelona”, ha sentenciado Alcoberro.