Jordi Pastor ilustrador
El ilustrador Jordi Pastor.
El Bar del Post

Jordi Pastor: El lado gráfico de la vida

La primera vez que Jordi Pastor, todavía niño, sostuvo un cómic en sus manos, algo cambió para siempre en él y marcó un camino por el que iba a transitar durante el resto de su vida. “En ese momento yo no era consciente, pero aquello supuso un antes y después para mí”, explica a pie de barra este insobornable madrugador que, a primera hora, degusta su primer café del día y repasa con avidez la repostería.

No volvería a haber un momento de inflexión tan claro, en su existencia, hasta el nacimiento de su hijo. Sólo que, para entonces, ya sería más consciente de todos los cambios que aquello conllevaba.

— ¿Dejo puesta la radio o quieres escuchar algo en concreto?

— Si me pones a Nick Cave, me haces feliz.

“Soy dibujante de cómics, he trabajado como ilustrador en diferentes campos y ahora compagino los cómics con la docencia, en la Escuela Joso”, explica este cuarentón barcelonés, autor de notables obras como PadreReacciónEncuentroVaqueroTranscrepuscular o su muy reciente Pulp, los Tiempos Heroicos (Planeta Cómics).

Como dibujante, ha ilustrado obras como Catálogo de Bunkers, con guion de Marcos Prior, Khalid, con guion de Damián Campanario, La Chica del Templo, con Kidoo, y ha adaptado Hady Murad de Tolstoi y el Cándido de Voltaire, mano a mano con Marcos Prior. Incluso se atrevió con el cine, con algunos cortometrajes como La Victoria de Félix, que fue finalista en el Festival Internacional de Cine Sitges de 2008.

Una actividad sin freno de mano que le hace sentirse orgulloso de “la cierta regularidad con la que voy publicando”, además de ese hecho tan característico en autores y contadores de historias de toda índole y pelaje: “El saber que mi obra puede llegar a provocar alguna reacción en quienes la leen, ya sea ésta buena o mala”.

Una historia (del) Pulp

En 2013, Francesc Caudet fallecía dejando tras de sí una obra con miles y miles de títulos que le encumbraba como puntal de la Pulp fiction manufacturada en este país: aquella generación de contadores de historias que, a libro por semana, satisfacían la voracidad de lectores de toda clase y condición, que devoraban incansablemente aventuras de género planchadas en pequeños tomos, familiarmente llamados bolsilibros y publicados por editoriales como Bruguera, Helios, Toray o Fórum.

La amistad que el añorado Caudet mantuvo en vida con Jordi fue el detonante para que éste se embarcara en la tarea de contar, a través de la rica y accidentada vida del escritor todoterreno, la historia de aquella literatura, popular, universal, de bolsillo, que tanto hizo por alfabetizar este país.

Jordi Pastor
Jordi admite que “sigue enamorado de Barcelona”, pero lamenta la especulación inmobiliaria en la ciudad.

Así nació Pulp, los Tiempos Heroicos, la novísima novela gráfica de Jordi que se halla en fase de lanzamiento y presentación, mientras, con tranquilidad y parsimonia, su autor trabaja en varios proyectos, como “el segundo cómic de la adaptación a las novelas de Emilio Bueso, que estoy ya ultimando para la editorial Gigamesh”.

Cada barrio, un folclore

Como tantos otros barceloneses, el dibujante y artista abomina “de la especulación inmobiliaria” que tanto afecta la habitabilidad de una urbe de la que, no obstante, sigue enamorado: “Es la ciudad en la que nací y me crié. Me encanta conocerla, nunca dejo de hacerlo”.

— ¿Siempre descubres algo nuevo?

— Como he vivido en diferentes barrios de Barcelona, siempre intento conocer el folklore de cada uno.

Y rememora entonces con afecto cuando vivió durante una temporada en la Barceloneta. “Me enamoré de la figura que hay en la plaza de la Barceloneta, el mascarón de proa El Negre de la Riba. Hasta llegué a dedicarle una historia corta en el recopilatorio Barcelona TM”.

Jordi sorbe en silencio lo que queda de su café y se concentra, ojos entornados, inmovilidad total, en las notas que Nick Cave y sus Bad Seeds dedican a la legendaria figura del bluesman texano Blind Lemon Jefferson.

Finalmente, toma la palabra:

— Espera que acabe de sonar la canción de Cave y luego puedes apagar el transistor.