Johnny Depp en Barcelona
Johnny Depp, fotografiado este viernes en Barcelona.

Johnny Depp como antidepresivo y dos películas sobre el maltrato de género

La ciudad ha enseñado su mejor cara, y sin necesidad de quitarse la mascarilla: las primeras jornadas del Festival Internacional de Cine de Barcelona han lavado de tristeza el ambiente y han traído materiales perdidos para la mirada del ciudadano, como la expectación, la curiosidad, público a los aledaños del Verdi y fotógrafos y pases de prensa en el Hotel Casa Fuster… Animación.

El actor Johnny Depp ha sido el primero en poner su gracia en el Barrio de Gràcia y la rueda de prensa a propósito de la película El fotógrafo de Minamata fue una magnífica ocasión para pasarlo bien: llegó tarde, muy tarde, y con esa simpatía del que quiere hacerse perdonar; tan simpático, que se confundió y le regaló el Guernica de Picasso a la ciudad: “Es un placer estar en Barcelona, donde en algún lugar se encuentra el Guernica” (¿?). Su aspecto era el esperado, con el tumbao de una mala noche a la espalda, su habitual gorra de golfillo que reparte periódicos y con esa voz portentosa que igual sirve para decir una tontería del pirata Jack Sparrow que una línea de Shakespeare.

En la película que ha presentado en el BCN Film Festival, dirigida por Andrew Levitas, interpreta al célebre fotoperiodista Eugene Smith y su peripecia en Minamata, una ciudad costera de Japón que en los años setenta  sufrió un terrible y devastador envenenamiento por mercurio causado por la negligencia industrial. El actor confesó sentirse muy unido al personaje, a sus heridas íntimas y a sus modos extremos de aplacar el dolor y sostener la mirada (refiriéndose, sin duda, a sus grandes capacidades autodestructivas).

Isabelle Huppert
Isabelle Huppert (aquí en una escena de Elle, de Paul Verhoeven) comía el viernes en un restaurante de Gràcia.

Pero, volvamos a Barcelona y al placer de verla maquillarse estos días de Festival y cine. Sale uno de Casa Fuster y de escuchar la voz de terciopelo oscuro de Johnny Depp, entra a comer algo en Pepa Tomate (así se llama un restaurante de Gràcia cercano a los Cines Verdi, a un tramo de cuesta que no te dé flato al ir corriendo a la siguiente película) y en la mesa de al lado está Isabelle Huppert, la gran actriz francesa que viene a Barcelona a presentar la película Mamá María, que ya entrará en la próxima crónica del festival. Comer al lado de Huppert, tan afilada, tan pelirroja, tan natural y discreta, no es fácil, pues uno no puede evitar el acordarse de algunos de sus personajes en la pantalla (pongamos el de La pianista, de Michael Haneke, o el de Elle, de Paul Verhoeven) y se le espesa la sopa en la boca.

Carey Mulligan en Una joven prometedora.

Y ya entrando en el cine, el Festival nos permite hablar de un par de películas, la que inauguró, Una joven prometedora, de Emerald Fennell, y la española Solo una vez, de Guillermo Ríos, que, sin tener nada que ver entre ellas, sostienen un potente punto en común: ambas se encaran con el desagradable asunto del machismo y del maltrato. Lo cual pide ya un paréntesis (la coincidencia en espacios y tiempos de Johnny Depp, que arrastra graves problemas judiciales al ser acusado de maltratador por su ex mujer, la también actriz Amber Heard, con estos dos títulos, solo puede ser adjudicada a la casualidad).

Una joven prometedora cuenta una historia terrible de violación, humillación y venganza, aunque lo hace mezclando la intriga con un notable humor negro, y saliéndose de los carriles habituales del género en el tratamiento de la violencia. Y tiene la magnífica y bien coloreada interpretación de Carey Mulligan, que está apuntada a los próximos Oscar como una de las favoritas. La española Solo una vez es menos ambiciosa, menos radical, pero tiene otras virtudes: el careo entre una psicóloga y una pareja que tiene que hacer terapia tras ser él denunciado por malos tratos por el padre de ella, funciona como un termómetro que dispara y atenúa la temperatura de modo inteligentísimo. Las interpretaciones de Álex García y de Silvia Alonso son excepcionales y uno se va comiendo los tonos y perfiles de sus personajes como si fueran un canapé de pavo.