After 'Landscape Manual' Jeff Wall
Obra de Jeff Wall 'After 'Landscape Manual', en La Virreina hasta octubre.

Jeff Wall, el compositor de lo imposible

La Virreina acoge la exposición 'Contes Possibles', una retrospectiva de uno fotógrafo considerado como uno de los mejores del mundo y reconocido por sus personales composiciones que se asemejan a las de otras disciplinas como la pintura, el cine, la literatura o la poesía

Jeff Wall inicia su andadura profesional en el mundo de la fotografía a partir de los años 80 en su ciudad natal, Vancouver, donde nació en 1946. Su obra ha contribuido de una manera incuestionable a definir o redefinir la fotografía como un elemento crucial del arte contemporáneo. Su técnica del tableau, tableaux fotográfico o cuadro fotográfico es un claro heredero de lo más fundamental del arte pictórico: la composición.

La muestra de La Virreina Centre de la Imatge, programada hasta principios de octubre, recoge 35 obras seleccionadas de distinto formato desde 1980 hasta 2022, y conforma la exposición más importante de su obra en España hasta la fecha. Piezas de distinto formato y tamaño, y gran diversidad temática, también de recursos y paletas, pero donde predomina siempre algo crucial, un enigma.

Las obras expuestas se mueven entre registros y tonalidades, se mezcla documental y ficción de un modo deliberado, en lo que llamaríamos un particular imaginario del autor, que se torna en algo colectivo debido a sus referencias. Existe, pues, una narrativa común similar a la de los cuentos. Unas ficciones que parten de una base real, y en esa contradicción, se tornan posibles. Sus obras son todo y una porción de algo al mismo tiempo. Representan un instante, algo efímero y particular, que se convierte en una representación universal del mundo. Parecen pinturas encapsuladas en sus soportes. Enmarcadas, así, de forma autónoma, tienen una plena autosuficiencia, pero nos remiten irremediablemente a una suerte de continuidad.

Jeff Wall admite que trata la fotografía instantánea con el prototípico respeto a lo verosímil, pero nunca renuncia a lo onírico

La obra completa de Wall consta de 800 tableaux realizados a partir de 1978. No es un artista prolífico (la media sale a cuatro o cinco piezas al año), no trabaja en serie y, si lo hace, es por mero afán descriptivo. Titula sus obras de forma escrupulosamente indicativa, alejándose de cualquier interpretación; de ahí parte su antinarrativa, de su falta, muchas veces, de contexto. Destacan sus grandes formatos de dos por dos metros y se caracteriza por sus composiciones diagonales. Recrea realidades con mucha precisión colocando con esmero cada uno de los elementos en plano.

Lector insaciable, no se considera un cazador de imágenes; quizá, un imaginador de las mismas. Encuadrado en el movimiento del fotoconceptualismo, ostenta el célebre Premio Hasselblad de 2002. Ha expuesto en la Tate Gallery de Londres y admite que su referente en la pintura es Édouard Manet, en la composición, y que admira profundamente la obra de Velázquez.

Sus enormes fotografías funcionan como cajas de luz que generan una transparencia. Sus tableaux ofrecen al espectador las mismas propuestas que puede ofrecer la pintura, pero con todas las innovaciones que se le atribuyen a la fotografía. El artista confiesa que sacó la idea al contemplar un enorme cartel publicitario iluminado frente al Museo del Prado en 1977, concretamente, en una parada de autobús, durante un largo viaje de España a Londres.

La arquitectura y la maquinaria son ejes fundamentales de la figuración de Wall, que establece una relación entre la fragilidad del cuerpo y la robustez de la máquina

En la muestra, podemos ver Destroyed Room (1978), la que consideraríamos su primera obra seria. En ella se observan las referencias a los inicios del cine y su repercusión en la imagen estática. Steves Farm, Stevenson (1980) es uno de los ejemplos del tono documental que referencia. Diagonal Composition (1993) destaca como piedra angular de su estilo y composición a través de esa construcción de la imagen. La estructura y la geometría no concuerdan con el lugar que nos presenta: un fregadero en un rincón sucio del artista.

Rear view, open-air theater, tomada en Vancouver en 2005.

Trap Set (2021) nos propone un artefacto invasor en lo natural: en un plano corto de sotobosque, hay escondida una trampa para animales. Una trampa, también, visual. Un trampa, también, para el espectador. La crítica a la mano perniciosa del hombre sobre la naturaleza. Forest (2001), donde vemos la primera fotografía de acción de la muestra: un incidente dramático. No hay contexto, no hay argumento, pero sí el enigma de la mujer que abandona una acampada improvisada dándonos la espalda.

Obsesionado con su ciudad natal, Vancouver, Jeff Wall reflexiona sobre la movilidad en las urbes. After ‘Landscape Manual’ (1960/2003) se centra en aquel que pasea, mientras que Siphoning Fuel y Men Move an Engine Block (2008) se fijan en aquellos que hacen en el coche.

La arquitectura y la maquinaria son ejes fundamentales de su figuración. Establece una relación entre la fragilidad del cuerpo y la robustez de la máquina. Una niña se aburre mientras un hombre saca gasolina del interior del depósito, supuestamente, para reutilizarla. En Men Move an Engine Block, el traslado de un motor cubierto por una lona nos remite al traslado de un cadáver.

El fotógrafo trabaja también la tensión entre lo próximo y lo lejano. Entre el realismo alegórico y el homenaje a lo monumental, a lo representativo del arte, encontramos una de las obras destacadas de la exposición: The Thinker (1986). Un verdadero monumento al desencanto. Una oda a lo humano. Con el trasfondo de Durero, vemos al pensador de Rodin, encarnado por un anciano trabajador alemán, heredero de la revuelta de campesinos perseguidos por Lutero en el siglo XVI, al que han dado una puñalada por la espalda.

Jeff Wall
En The Thinker (1986), vemos al pensador de Rodin, encarnado por un anciano trabajador alemán.

Seguimos la muestra y volvemos al enigma. En A Man with a Rifle (2000), no existe tal rifle y, en The Listener (2015), no podemos oír lo que se escucha. En palabras de Wall, “lo que buscamos y respetamos en el arte no es una expresión original ni el interés de un público, sino el propio proceso de figuración cuando trata de producir una imagen sencillamente precisa; una precisión que tiene en sí misma un valor de formación en la experiencia del mundo”.

Odrarek, Taboritska 8, Prague, 18 July 1999 (1999) se basa en un relato de Kafka, concretamente, de La preocupación del padre de familia, construyendo una figura o sombra escondida que deja a la imaginación del que mira el misterio. Ajena a ese elemento sobrenatural, una joven baja la escalera de una vieja casa checoslovaca. Burrow (2004) parte de la novela de Ralph Ellison Invisible man para mostrarnos un refugio, un agujero excavado por el hombre en el suelo con claras referencias a Kafka, a la supervivencia, a la desaparición, y a la vida y la muerte y el ser enterrado.

After ‘Invisible Man’ by Ralph Ellison, The Proleg, 1999-2001.

Morning Cleaning es una vista a gran formato de la réplica de 1983-86 del Pabellón de la Exposición Universal de 1929 diseñado por Mies van de Rohe, y emplazado, originalmente, en Montjuïc. En esta pieza, Wall remarca el hecho de limpiar, de la relación entre lo limpio y lo sucio, y su obsesión por el orden, pero también su atracción por lo húmedo, lo líquido, los charcos, las piscinas y los lavabos sucios.

Men at the Mirror (2019) es una intrusión en lo irreal con una estética kitsch. Un espejo con un mensaje en una habitación de hotel; el espejo como gran generador de imágenes efímeras. El espejo como catalizador de ficciones. Elemento históricamente distorsionador y deformante, funciona, también, como augurio de muerte, como puerta a otra dimensión, o a una especie de realidad aumentada.

Otro tema recurrente en la obra de Jeff Wall es la gravedad y la atracción de los cuerpos a lo terrestre. El suelo es un elemento nuclear, una materialidad sólida, una constante irremediable. Es algo fijo e inamovible. Un ejemplo de esta idea es Weightlifter (2015), donde encontramos a un levantador de pesas en blanco y negro.

The Flooded Grave hace una clara alegoría a la muerte.

Para finalizar, cabe destacar A woman with a necklace (2021), con una luz irreal diseñada para generar un ambiente de recuerdo o ensoñación en un momento de gran intimidad. La magnífica The Flooded Grave (1998-2000) funciona como colofón final con una evidente alegoría a la muerte. Una tumba encharcada que descubre y en la que se descubre a sí mismo el espectador, en un juego con la idea del regreso a las aguas prenatales en el ciclo vital con el agua, inicio y fin de carrera, y el océano (con un pulpo incluido) como el arquitecto de nuestro mundo. Wall consultó a un oceanógrafo para saber qué elementos poner en esa charca.

La muestra, completamente gratuita, es el fruto del éxito cosechado tras las exposiciones de Pedro Costa y John Berger y ha contado con la plena participación del artista en su financiación. Está comisionada por el historiador de arte Jean-François Chevrier, uno de los nombres más importantes de la fotografía contemporánea a nivel teórico y especialista en la obra de Jeff Wall. Con esta exposición, La Virreina, situada en el emblemático edificio de la Rambla, se posiciona como uno de los referentes del arte contemporáneo, y en especial, de la imagen. Paralelamente, se publicará el séptimo número de la colección de ensayos de La Virreina sobre la muestra, titulado Jeff Wall: Escritos y conversaciones, que recoge 16 textos teóricos y entrevistas nunca antes traducidas al castellano.