Hospital Bellvitge
El Hospital de Bellvitge a vista de dron.

Hospital de Bellvitge, 50 años de hitos médicos y luchas compartidas

El centro de L'Hospitalet cumple medio siglo con proyectos de futuro a la vista como la remodelación de la gran torre central y la potenciación del clúster biomédico que le rodea

El Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) está celebrando este año su 50 aniversario. Se ha tomado como referencia la inauguración del edificio principal, el 8 de noviembre de 1972, aunque el complejo sanitario empezó a medio gas y tardó años, hasta 1976, en ir incorporando especialidades y ocupar sus 20 plantas. La suya es una historia de superación, construido en precario a las afueras de Barcelona y descuidado por las administraciones, aún más con los recortes. Pese a todo, se trata de uno de los centros más punteros del sistema sanitario público e integrantes de su día a día como la enfermera Dolors Carbonell y el doctor Xavier Xiol no hubieran querido trabajar en otro lugar.

Los principios de Bellvitge no fueron fáciles. Se ubicó en unos terrenos de cultivos al lado del río Llobregat, previamente tanteados por el Espanyol para construir un campo de futbol. Después de unas arduas negociaciones, se compraron en 1969, a un precio de 18 pesetas el palmo cuadrado, por un total de 78 millones de pesetas (unos 469.000 euros). Dragados y Construcción fue la empresa encargada de unas obras que se quería que terminasen lo antes posible, teniendo en cuenta que en aquella época la Seguridad Social solo contaba con un hospital de referencia en Barcelona, el Vall d’Hebron, y la cobertura asistencial para la población de la ciudad y su área metropolitana era deficiente.

Las duras condiciones laborales de los 500 obreros y 200 técnicos implicados en la construcción del hospital, con jornadas de más de diez horas, provocaron accidentes, huelgas y despidos. No ayudó tampoco la inundación de 1971, con una riada de 1,3 metros que colapsó la planta baja del edificio en obras, lo que obligó a paralizar los trabajos. La inauguración se produjo, de todos modos, en 1972, con pocas unidades de hospitalización abiertas y quirófanos en funcionamiento y la mayoría de los accesos sin asfaltar. Fue presidida por los reyes Juan Carlos y Sofía, de quienes se tomó el nombre para bautizar el centro, originalmente conocido como el Hospital Príncipes de España. Se mantuvo así hasta el año 2002, cuando pasó a ser el Hospital Universitario de Bellvitge. El edificio principal sigue llevando el nombre original.

Inundación 1971 Hospital Bellvitge
La inundación de 1971 paralizó las obras del hospital.

“Faltaban muchas cosas, pero las suplimos ayudándonos entre nosotros”, sostiene Dolors Carbonell de los primeros años. Ella fue una de las primeras enfermeras en llegar a Bellvitge, donde empezó a trabajar en 1973 y lo hizo hasta 2015, pasando muchos años en el turno de noche. Encontrar enfermeras suficientes fue uno de los primeros obstáculos del hospital, más teniendo en cuenta las complicaciones para acceder al recinto —“era horrible”, remarca la profesional—, por lo que se tuvo que habilitar un autobús que traía a los trabajadores desde Plaza Espanya. Se estuvo a punto de recurrir a las monjas, como hacían otros hospitales. “Era un hospital moderno”, defiende el doctor Xavier Xiol. Y es que acabó siendo uno de los primeros centros españoles en tener enfermeros en plantilla, aunque a las enfermeras se les hizo ir con vestidos, delantal y cofia durante muchos años. “La cofia molestaba mucho. Me la ponía en la entrada y luego, en mi planta, ya me la quitaba. Cuando pasamos al pijama, fue un gran cambio”, señala Carbonell.

Xiol, especialista en enfermedades de hígado, había escogido Bellvitge atraído por el “buen ambiente” que le habían contado que había, con una plantilla muy joven y todo por hacer. Eran otros tiempos. Se cobraba poco y se hacían muchas horas, por lo que, en las guardias de noche, había trabajadores que se ponía a vender lo que fuera, desde queso a ropa. “Era como un mercadillo”, expone el doctor. De esas largas jornadas, Xiol recuerda que había un ATS, en la planta 16, que llevaba una cena riquísima para todo el mundo. “Estaba más buena que la comida del hospital”, remarca. Si no le falla la memoria, era el padre del ahora mundialmente conocido chef José Andrés.

Huelga 1975 Hospital Bellvitge
Durante muchos años, las enfermeras tuvieron que llevar vestidos, delantales y cofias.

También en los primeros años de vida del hospital se produjo la huelga de los médicos residentes. Corría el 1975, año clave para la historia de la España contemporánea, y los internos de Bellvitge protestaron para mejorar sus condiciones laborales. Las reivindicaciones se estaban produciendo por todo el país, pero en L’Hospitalet cogieron fuerza. Tanto que el centro llegó a ser conocido como el Hospital Rojo. Los grises se instalaron en el hospital, instaurando controles e interviniendo teléfonos. “Tenía miedo de ir a trabajar”, relata Carbonell. Se despidió por sedición a casi todos los residentes y también a la plantilla que les apoyó. No fueron readmitidos hasta 1976, ya muerto Franco. Se montó una fiesta de bienvenida cuando regresaron. A día de hoy, según señala la actual gerente del hospital, Montserrat Figuerola, en los expedientes de los implicados en el conflicto no consta nada de lo que sucedió ese 1975.

Pese a todo, como dice Carbonell, las dificultades las sorteaban en equipo y el hospital pronto empezó a marcar la agenda sanitaria. Nacido con un claro foco en la cirugía, en 1974, el hospital hizo el primer trasplante de córnea; en 1978, realizó el primer trasplante renal, y, en 1984, fue el primero de España en hacer un trasplante de hígado. “La vocación quirúrgica se ha mantenido con los años y, actualmente, Bellvitge es reconocido como un gran hospital quirúrgico para el cáncer, la cirugía cardíaca y la neurocirugía. Pero también ha despuntado como hospital de trasplantes, con el primero de hígado en 1984 o el primero de riñón en un adulto hace tres años”, recalca Figuerola.

Hospital Bellvitge 1972
Los accesos a Bellvitge fueron complicados los primeros años, con zonas sin asfaltar que se enfangaban con frecuencia.

A la par de que se sucedían los hitos médicos, el centro iba mejorando en cuestiones como la llegada del transporte público con la apertura en 1989 de la estación de metro Feixa Llarga, de la línea 1, nombre que mantuvo hasta 2003, cuando pasó a ser Hospital de Bellvitge. “Fue fantástico”, resume Carbonell. Una de las anécdotas que recuerda Xiol fue que durante el día aumentaron los enfermos que iban a urgencias, pero, cuando cerraba el metro, disminuían drásticamente. En 1989, también se produjo el capítulo más negro en la historia del centro, la caída de uno de sus ascensores, que provocó la muerte de siete personas, todas ellas familiares de pacientes ingresados.

Los años iban pasando y, con la celebración de su 25 aniversario, se empezó a perfilar el proyecto de ampliación y modernización del hospital. Empezó en 2001, con la remodelación de la fachada y el cambio de ventanas de la gran torre. Cinco años más tarde, se inauguró el nuevo edificio de consultas externas, de más de 14.000 metros cuadrados. Supuso dar un respiro a la atención de pacientes en un hospital históricamente penalizado por la falta de espacios. Se dejaba atrás también la discutida verticalidad característica de Bellvitge. No era exclusiva del centro de L’Hospitalet, ya que era el patrón arquitectónico que había marcado el Instituto Nacional de Previsión. No solo era poco práctico para el traslado de pacientes sino también generó espacios reducidos y con poca luz natural.

Nuevo edificio consultas externas 2006 Hospital Bellvitge
El edificio de consultas externas, inaugurado en 2006, dio un respiro a la atención de los pacientes.

La ampliación de Bellvitge se vio afectada por la crisis económica y los recortes. Muchos recuerdan las protestas de profesionales médicos, vecinos y pacientes, con catéter incluido, que cortaban cada semana la Gran Via para defender una sanidad pública y de calidad. “Bellvitge siempre ha sido puntero en reivindicaciones”, sostiene Dolors Carbonell. El proyecto de modernización que empezó a principios de 2001 se fue atrasando. El nuevo bloque tecnoquirúrgico, entregado en 2012, no se pudo empezar a utilizar hasta 2014, con la apertura de las urgencias en la planta baja. La inauguración del edificio completo fue escalonada: a finales de 2018 se abrió la primera planta, dedicada a la endoscopia digestiva y respiratoria; y, en septiembre de 2019, se pusieron en funcionamiento 31 nuevos quirófanos. Pero no fue hasta octubre de 2021, ya en plena pandemia, cuando se culminó este largo proceso, con la apertura de la Unidad de Enfermos Semicríticos Cardiológicos y un nuevo servicio de farmacia.

Completar este espacio coincidió con la construcción de un edificio anexo para dar respuesta a la crisis de la covid, conectado con el mismo edificio tecnoquirúrgico por un pasillo elevado. El edificio Delta se edificó en un tiempo récord de tres meses y 19 días, y se destinó para los enfermos semicríticos y urgencias de coronavirus. Fueron tiempos difíciles, especialmente para la profesión, como enfatiza Xavier Xiol. Él ya estaba jubilado, pero su mujer no. Isabel Català, doctora en Anatomía Patológica, trabajaba cerca de la morgue. “Cada día había más muertos”, explica de aquellos días. Pasada la pandemia, se mantendrán las instalaciones del nuevo bloque, indica la gerente del hospital, y se dedicará a los pacientes de Neurología. “Es un edificio de carácter modular y de alta calidad. Nos ha servido para ganar más espacio”, subraya Figuerola.

Edificio Delta Hospital Bellvitge 2021
Con la pandemia, se construyó un edificio anexo para dar respuesta a la crisis sanitaria. Ahora se mantendrá y se dedicará a los pacientes de Neurología.

Proyectos de futuro

Este no es el único proyecto en mente que tiene Bellvitge para los próximos años. Tal y como indica Figuerola, la lista es larga y algunas iniciativas ya se están concretando. Entre ellas, la reforma del edificio central del hospital, concentrando las hospitalizaciones en las plantas más bajas y haciéndolas más modernas. “El plan director está en marcha y cuenta con financiación para la remodelación completa de las plantas 1 y 3. La 2 ya se está reformando”, detalla la gerente. Cuando se terminen los trabajos, las plantas superiores se dedicarán principalmente a administración. El plan también contempla el derribo de la Antigua Escuela de Enfermería para la construcción de diversos pabellones destinados a nuevas áreas de hospitalización y que estarán conectados con el edificio principal.

La lista de proyectos de futuro es larga y algunas iniciativas ya se están concretando, como la reforma de las plantas 1, 2 y 3 del edificio central

Otra de las grandes esperanzas para el hospital es el Plan Director Urbanístico (PDU) de la Gran Via, con el que se quiere potenciar el clúster biomédico alrededor de Bellvitge, soterrando a los coches y facilitando la conexión entre los diferentes agentes presentes, así como generando nuevos espacios en el que se puedan asentar empresas biotech que quieran innovar de la mano de los profesionales médicos. “Es una oportunidad para todas las instituciones que estamos en la zona. No se construirá un bioclúster. El hospital, el centro de investigación IDIBELL, el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y la Universidad de Barcelona (UB) ya estamos aquí. Ahora podremos desarrollar nuestra visión compartida”, expone Figuerola. Más a corto plazo, este mismo año, Bellvitge estrenará un Centro de Alta Precisión Diagnóstica. Será el primer equipamiento asistencial público de España que reúna las dos herramientas de diagnóstico por la imagen más potentes que existen: la tomografía de positrones (PET) —el uso de una sustancia radiactiva para detectar una patología en el cuerpo— con la resonancia magnética (RM). Esto supondrá una mejora en el diagnóstico de tumores como los cerebrales y los ginecológicos, y del cáncer de próstata. Se espera que convierta a Bellvitge en un centro de referencia para el sur de Europa en la utilización combinada de estas tecnologías.