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De verdad les extraña que Tintín pisara la Luna diecisiete años antes de que Neil Armstrong lo hiciera? Lo cierto es que Hergé era un dibujante metódico, que planeaba sus historias gráficas hasta en el más pequeño detalle. Se documentaba a fondo sobre todos y cada uno de los aspectos que quería mostrar en sus álbumes. Las aventuras del intrépido reportero y su perro Milú atrapan porque son reales. Tintín vive en una viñeta, pero también en nuestro mundo y el viaje que hizo en los años 1950-1952 (en fascículos), y que la agencia espacial estadounidense copió en 1969, es una muestra fehaciente.
¿Han pensado alguna vez por qué en la Luna de Tintín no aparecen por ejemplo animales fantásticos, ovnis o extraterrestres? Su autor quería que, cuando el hombre de carne y hueso fuese a la Luna, fuera de las viñetas, llegara al mismo lugar donde ya había estado su personaje
¿Recuerdan el cohete que ilustra la cubierta de Objetivo: la Luna, aquel de cuadrados rojos y blancos al que Tintín y su perro se acercan, acompañados por el capitán Haddock y el profesor Tornasol? Pues su diseño se basa en un misil balístico, el cohete V2, que los nazis desarrollaron al comenzar la Segunda Guerra Mundial y que causó la muerte de más de siete mil personas, civiles y militares, en Londres y Amberes.
A Hergé, aquellas fotografías le sirvieron para inventar un artilugio menos mortífero. Pero no se quedó ahí, en la preparación de su doble álbum lunar, que completaba Aterrizaje en la Luna. Consultó numerosos reportajes de prensa sobre el intento del hombre de llegar a su satélite, leyó libros del popular escritor de relatos de ciencia ficción Pierre Rousseau y el físico Auguste Piccard, y también L’Astronautique, publicado en 1950, en que el físico Alexander Ananoff hablaba del viaje al espacio. Incluso se carteó con él. El dibujante también visitó centros de investigación científica para inspirarse.
Toda esta información le sirvió a Hergé, gracias a la ayuda de colaboradores como el criptozoólogo belga Bernard Heuvelmans y el guionista de cómics Jacques van Melkebeke, para dar forma a unas ideas sueltas, que al comienzo de 1948 se reducían a los bocetos de Haddock intentando beberse un whisky que la ingravidez hacía que se le escapara. ¿Han pensado alguna vez por qué en la Luna de Tintín no aparecen por ejemplo animales fantásticos, ovnis o extraterrestres? Su autor quería que cuando el hombre de carne y hueso fuese a la Luna, fuera de las viñetas, llegara al mismo lugar donde ya había estado su personaje.
De otro modo no habría sido posible la excelente exposición que acoge CosmoCaixa, Tintín y la Luna. 50 años de la primera misión tripulada. ¿Habrían leído el doble álbum de Hergé Neil Armstrong, Buzz Aldrin -que también pisó el satélite- y Michael Collins cuando alunizaron? Incluso las palabras “este es un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad” recuerdan a las de Tintín a su llegada: “por primera vez en la historia de la Humanidad hay un explorador en la Luna”. Reflexionemos, ¿fueron acaso su inspiración?
La muestra que podemos visitar hasta el próximo 26 de mayo reúne las dos realidades, la de los amigos de Milú y la del Apolo XI, para conmemorar que el 20 de julio hará medio siglo desde la llegada de una misión tripulada a la Luna -o del montaje de Hollywood, según quien os lo explique. Hay reconstrucciones a tamaño real del módulo lunar Eagle con el que Aldrin y Armstrong bajaron al suelo lunar y del módulo Columbia con el que los tres astronautas regresaron. Incluso, aunque no sea con un whisky, el visitante puede experimentar la gravedad en la Luna y observar su paisaje.
También se puede observar un fragmento de Luna, tal como lo están leyendo. La tripulación americana estuvo un par de horas recogiendo muestras. Poco tiempo en comparación con las dos semanas que pasó Tintín, quien comprobó incluso que allí había agua
La exposición también repasa las aspiraciones humanas, los estudios de Galileo y una reproducción de su primer telescopio, de 1609, así como las ideas para cuando sea posible de establecer una colonia o hacer turismo espacial. Y, por supuesto, para ver que ha habido otras misiones a la Luna después de la más conocida, aunque no tengamos por costumbre detenernos a pensarlo.
También se puede observar un fragmento de Luna, tal como lo están leyendo. La tripulación americana estuvo un par de horas recogiendo muestras. Poco tiempo en comparación con las dos semanas que pasó Tintín, quien comprobó incluso que allí había agua. Vestidos, bocetos de Hergé, objetos para viajar al espacio, algunos de los cuales tan prosaicos como dentífrico o una bolsa para recoger los excrementos de los astronautas. Todo esto y, sobre todo, la posibilidad de comprobar que lo que imaginamos un día puede convertirse en realidad, hacen de la visita al CosmoCaixa un must de este invierno.