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La gran novela polifónica de Barcelona

Ada Castells, Susanna Rafart, Julià de Jòdar y Jordi Coca buscan para TheNBP similitudes entre la ciudad actual y la de las épocas en que sitúan las obras que conforman la mitad del heptalogía 'Matar el monstruo'

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l miércoles 9 de mayo llega a las librerías Els ulls dels homes mentiders (Los ojos de los hombres mentirosos) de Jordi Coca, cuarta entrega de los siete que conforman ‘Matar el monstre’ (Matar el monstruo) de Comanegra. Decíamos en un artículo anterior que no serán los ensayos que estos días abastecen los estantes de las librerías quienes definirán la Barcelona del proceso, sino la ficción. Este proyecto editorial es aún más ambicioso. Pretende construir un gran fresco polifónico de la ciudad a partir de siete novelas de siete autores de distinta generación y estilo.

Cada una de ellas es independiente del resto, pero a la vez se liga a las otras por un homenaje a Frankenstein como telón de fondo y con un personaje que aparece en todas, pero con el nombre cambiado. En 1818, este año hace dos siglos, se editó el Prometeo Moderno de Mary Shelley que un siglo después el cine acabaría de popularizar. La historia paralela de esta figura misteriosa que las enlaza todas, el lector podrá resolver la próxima Navidad, cuando las últimas tres obras — Secundaris de Núria Cadenas, Vindràs amb mi després del diluvi (Vendrás conmigo después del diluvio) de Mar Bosch y Angèlica i Rafel de Miguel de Palol, estén en la calle.

Un autor extrae del pasado, pero lo hace de manera inevitable desde su vivencia del presente. TheNBP ha pedido a cada uno de los cuatro primeros autores que participan del proyecto que lleven su personal ejercicio de ficción un poco más allá y busquen qué similitudes han encontrado entre las épocas en que sitúan la trama de sus respectivas novelas y la Barcelona contemporánea.

En 1818 las circunstancias familiares obligan a una joven, Carmen Coroleu, a ponerse al frente de una fábrica familiar de indianas. La ciudad sale de la guerra de la Independencia en medio de un auge liberal, pero a la vez constreñida por sus murallas y su población creciente. Ada Castells, autora de La primavera pendent (La primavera pendiente) que abre la heptalogía, considera que hay un tintineo actual en aquella época porque «Barcelona no puede progresar económicamente por culpa de un Borbón que se mantiene impermeable a los cambios. Fernando VII ha sido El deseado, pero a la hora de la verdad no hace caso de la Constitución de Cádiz que daba cierta esperanza de cambio en un país acosado por el anquilosamiento y el aprovechamiento de los oligarcas».

Susanna Rafart: Barcelona, que es «como una dama de mundo, admira y es admirada, se sabe bellísima, y muestra sus secretos y encantos con cierta vanidad. La voz y la fuerza le viene de todas las mujeres anónimas que la sostienen ayer y hoy».

En un salto hasta el 1888, año de la Exposición Universal, La fugida d’Urània (La fuga de Urania) de Susanna Rafart traba las aventuras de unos fotógrafos incipientes que captan el momento de todo, de la miseria y la industrialización, del progreso y de la impostura. El protagonista, un pintor frustrado, Eugeni Bellavista, se dedica a la fotografía galante y pone esas contradicciones al descubierto. Y es que según la autora, «Barcelona ha sido siempre una ciudad que se expone a la mirada externa». Una urbe, añade, que «como una dama de mundo, admira y es admirada, se sabe bellísima, y muestra sus secretos y encantos con cierta vanidad. La voz y la fuerza le viene de todas las mujeres anónimas que la sostienen ayer y hoy».

Julià de Jòdar, que ficcionó  un barrio periférico de Barcelona en los años cuarenta y cincuenta de la posguerra en la celebrada trilogía L’atzar i les ombres (El azar y las sombras), en el ejemplo más diáfano de lo que podría ser una ficción de la Cataluña del Der Prozess actual, ataca en esta ocasión el año 1929. Para ello recupera la figura de Gregori Salicrú llegado a Can Tunis para trabajar en un laboratorio metalúrgico. Allí se experimenta con los obreros más miserables para alcanzar un pretendido ‘Superhombre metalúrgico’. El paralelo requerido con Frankenstein es evidente. El autor transita por una Barcelona en plena Dictadura primorriverista, en la que ve reflejos de actualidad como unas «élites económicas subordinadas al Estado español en crisis y un catalanismo republicano al alza».

Pasada la Guerra Civil, aparece la ciudad de 1968. Ernest, hijo de una familia burguesa y connivente con el franquismo, pasa a formar parte de los movimientos universitarios anti-franquistas e incluso vive en París el famoso mayo de ese año, cuyo alcance aún debatimos en su cincuenta aniversario. El autor de esta novela, que aparece coincidiendo con el mes del estruendo francés, es Jordi Coca. El escritor encuentra que la Barcelona de entonces no tenía nada que ver con la de ahora. Y lo argumenta, «uno de los grandes cambios es la fisonomía humana y cultural: los años sesenta todo era más homogéneo, no había tantos contrastes como ahora; otra diferencia es que el catalán escrito y hablado aún se movía casi en la clandestinidad. Y anhelábamos la democracia, convencidos de que un sistema político diferente nos garantizaría la felicidad ».

En otoño e invierno las tres últimas novelas del proyecto ‘Matar el monstre’, en el que ha colaborado el Ayuntamiento, transcurrirán en la Barcelona de 1992, 2004 y 2018. Se aproximará cada vez más a la urbe del lifestyle, el business, el talento y el valor añadido. Una ciudad que, dice Castells, «como siempre va tirando y progresa a base de apuestas urbanísticas que la transforman», con la contribución de «la chispa de la resistencia que aún tenemos», añade Rafart, con «menos ingenuidad que la que hace medio siglo», señala Coca, y todo ello en el marco, según Jòdar, del contraste entre «urbanismo y especulación con la vivienda y los desahucios».

La gran novela polifónica de Barcelona

Ada Castells, Susanna Rafart, Julià de Jòdar y Jordi Coca buscan para TheNBP similitudes entre la ciudad actual y la de las épocas en que sitúan las obras que conforman la mitad del heptalogía 'Matar el monstruo'

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l miércoles 9 de mayo llega a las librerías Els ulls dels homes mentiders (Los ojos de los hombres mentirosos) de Jordi Coca, cuarta entrega de los siete que conforman ‘Matar el monstre’ (Matar el monstruo) de Comanegra. Decíamos en un artículo anterior que no serán los ensayos que estos días abastecen los estantes de las librerías quienes definirán la Barcelona del proceso, sino la ficción. Este proyecto editorial es aún más ambicioso. Pretende construir un gran fresco polifónico de la ciudad a partir de siete novelas de siete autores de distinta generación y estilo.

Cada una de ellas es independiente del resto, pero a la vez se liga a las otras por un homenaje a Frankenstein como telón de fondo y con un personaje que aparece en todas, pero con el nombre cambiado. En 1818, este año hace dos siglos, se editó el Prometeo Moderno de Mary Shelley que un siglo después el cine acabaría de popularizar. La historia paralela de esta figura misteriosa que las enlaza todas, el lector podrá resolver la próxima Navidad, cuando las últimas tres obras — Secundaris de Núria Cadenas, Vindràs amb mi després del diluvi (Vendrás conmigo después del diluvio) de Mar Bosch y Angèlica i Rafel de Miguel de Palol, estén en la calle.

Un autor extrae del pasado, pero lo hace de manera inevitable desde su vivencia del presente. TheNBP ha pedido a cada uno de los cuatro primeros autores que participan del proyecto que lleven su personal ejercicio de ficción un poco más allá y busquen qué similitudes han encontrado entre las épocas en que sitúan la trama de sus respectivas novelas y la Barcelona contemporánea.

En 1818 las circunstancias familiares obligan a una joven, Carmen Coroleu, a ponerse al frente de una fábrica familiar de indianas. La ciudad sale de la guerra de la Independencia en medio de un auge liberal, pero a la vez constreñida por sus murallas y su población creciente. Ada Castells, autora de La primavera pendent (La primavera pendiente) que abre la heptalogía, considera que hay un tintineo actual en aquella época porque «Barcelona no puede progresar económicamente por culpa de un Borbón que se mantiene impermeable a los cambios. Fernando VII ha sido El deseado, pero a la hora de la verdad no hace caso de la Constitución de Cádiz que daba cierta esperanza de cambio en un país acosado por el anquilosamiento y el aprovechamiento de los oligarcas».

Susanna Rafart: Barcelona, que es «como una dama de mundo, admira y es admirada, se sabe bellísima, y muestra sus secretos y encantos con cierta vanidad. La voz y la fuerza le viene de todas las mujeres anónimas que la sostienen ayer y hoy».

En un salto hasta el 1888, año de la Exposición Universal, La fugida d’Urània (La fuga de Urania) de Susanna Rafart traba las aventuras de unos fotógrafos incipientes que captan el momento de todo, de la miseria y la industrialización, del progreso y de la impostura. El protagonista, un pintor frustrado, Eugeni Bellavista, se dedica a la fotografía galante y pone esas contradicciones al descubierto. Y es que según la autora, «Barcelona ha sido siempre una ciudad que se expone a la mirada externa». Una urbe, añade, que «como una dama de mundo, admira y es admirada, se sabe bellísima, y muestra sus secretos y encantos con cierta vanidad. La voz y la fuerza le viene de todas las mujeres anónimas que la sostienen ayer y hoy».

Julià de Jòdar, que ficcionó  un barrio periférico de Barcelona en los años cuarenta y cincuenta de la posguerra en la celebrada trilogía L’atzar i les ombres (El azar y las sombras), en el ejemplo más diáfano de lo que podría ser una ficción de la Cataluña del Der Prozess actual, ataca en esta ocasión el año 1929. Para ello recupera la figura de Gregori Salicrú llegado a Can Tunis para trabajar en un laboratorio metalúrgico. Allí se experimenta con los obreros más miserables para alcanzar un pretendido ‘Superhombre metalúrgico’. El paralelo requerido con Frankenstein es evidente. El autor transita por una Barcelona en plena Dictadura primorriverista, en la que ve reflejos de actualidad como unas «élites económicas subordinadas al Estado español en crisis y un catalanismo republicano al alza».

Pasada la Guerra Civil, aparece la ciudad de 1968. Ernest, hijo de una familia burguesa y connivente con el franquismo, pasa a formar parte de los movimientos universitarios anti-franquistas e incluso vive en París el famoso mayo de ese año, cuyo alcance aún debatimos en su cincuenta aniversario. El autor de esta novela, que aparece coincidiendo con el mes del estruendo francés, es Jordi Coca. El escritor encuentra que la Barcelona de entonces no tenía nada que ver con la de ahora. Y lo argumenta, «uno de los grandes cambios es la fisonomía humana y cultural: los años sesenta todo era más homogéneo, no había tantos contrastes como ahora; otra diferencia es que el catalán escrito y hablado aún se movía casi en la clandestinidad. Y anhelábamos la democracia, convencidos de que un sistema político diferente nos garantizaría la felicidad ».

En otoño e invierno las tres últimas novelas del proyecto ‘Matar el monstre’, en el que ha colaborado el Ayuntamiento, transcurrirán en la Barcelona de 1992, 2004 y 2018. Se aproximará cada vez más a la urbe del lifestyle, el business, el talento y el valor añadido. Una ciudad que, dice Castells, «como siempre va tirando y progresa a base de apuestas urbanísticas que la transforman», con la contribución de «la chispa de la resistencia que aún tenemos», añade Rafart, con «menos ingenuidad que la que hace medio siglo», señala Coca, y todo ello en el marco, según Jòdar, del contraste entre «urbanismo y especulación con la vivienda y los desahucios».