Empar Fernández
La novelista Empar Fernández, autora de diversas obras de novela negra.
EL BAR DEL POST

Empar Fernández: Novelista, profesora, barcelonesa

Todavía hoy, con más de veinticinco títulos publicados, a Empar Fernández le cuesta definirse como escritora. “Prefiero reconocerme como novelista, creo que se ajusta más a mi trayectoria. Me gusta más el término novelista que la ampulosa etiqueta de escritora”, aclara mientras se toma una caña helada a pie de barra y acepta que la radio suene de fondo, “siempre que bajes el volumen, que me molestan los ruidos o la música fuertes”.

Barcelonesa cosecha del 62, la multipremiada y reconocida autora de títulos como Irina, La epidemia de la primavera, La cicatriz, La mujer que no bajó del avión u Hotel Lutecia, lleva años compatibilizando dos profesiones. “Por una parte, la docencia, que paga las facturas y me obliga a mantener el contacto social. Prepararme para ser profesora fue una de las mejores decisiones de mi vida. Por otra, y no menos importante, la literatura, que elegí a sabiendas de las muchas dificultades que entraña. Si algo he aprendido es que soy mucho más feliz con una historia en la mente. No reniego de ninguna de ellas, ambas son apasionantes”. A ello cabe sumar una conspicua actividad como columnista para distintos medios.

Ahora mismo asegura estar revisando su segunda novela juvenil y negra, Els pringats, y acabando una primera versión de la siguiente entrega protagonizada por su personaje, Mauricio Tedesco, el veterano y algo desencantado inspector de los Mossos d’Esquadra responsable de la investigación policial sobre la que pivota su recién publicada Será nuestro secreto (AlRevés): “Es una de mis novelas negras mejor planificada, digamos que más redondas, y espero que Mauricio Tedesco tenga una larga vida literaria”.

Empar Fernández
La última obra de Empar Fernández, Será nuestro secreto.

Novelista, sin excentricidades

“Cuando era todavía una cría devoraba los libros, tanto infantiles como para adultos, nadie controlaba lo que leía. Mi familia trabajaba en una editorial y en mi casa entraban más libros que juguetes. Siempre supe que quería escribir novelas, pero si me preguntaban qué pretendía ser de mayor respondía lo primero que me pasaba por la cabeza”. Ya entonces, la pequeña Empar sospechaba que escribir y publicar no iba a ser tarea fácil. “Creo que nunca llegué a manifestar mi intención públicamente.  Sin embargo, y aunque no sé decir cómo ni cuándo pasó, en algún momento de mi juventud, hacia los treinta años, decidí que valía la pena intentarlo”.

Así ha ido desarrollando un corpus literario —en solitario o muy bien acompañada por Pablo Bonell Goytisolo y Judith Pujadó— del que siente una singular satisfacción por el hecho de haber conseguido un estilo propio y netamente reconocible. “Me gusta especialmente que un lector reconozca mi estilo en una de mis novelas. ‘¡Cómo se nota que lo has escrito tú!’ Es una de las mejores observaciones que me puede hacer un lector”, explica la parroquiana dando buena cuenta de su caña de cerveza, antes de proseguir: “A pesar de que he publicado varias obras de ficción histórica contemporánea, se me relaciona siempre con el género negro, quizás aquel en el que me siento más a gusto”. No le gusta, sin embargo, que la etiqueten como “dama negra”.

— ¿Dama negra? Curiosa etiqueta.

— Es una expresión que se nos asigna a las novelistas que nos dedicamos al género negro y que lleva asociado cierto punto de excentricidad. ¡La detesto!

Empar Fernández
La escritora también ha trabajado y publicado con Pablo Bonell Goytisolo y Judith Pujadó.

Una ciudad que sigue sorprendiendo

A pesar de que siempre ha vivido en la periferia, desde Nou Barris hasta su actual lugar de residencia en Cornellà de Llobregat, la novelista considera que Barcelona es su ciudad, su referencia, pese a su nula adaptación —“al menos por el momento”— a carriles para bicis, patinetes “y otros artefactos” que pueden arrollarla ante cualquier descuido. “Tengo una muy buena relación con las calles de la ciudad, con sus comercios. Continúa sorprendiéndome”.

Algunas de estas sorpresas le siguen llegando por el flanco histórico y le siguen emocionando, aunque a veces por su cariz “cruel y trágico”. Y, ya apurando las últimas gotas de su bebida, la parroquiana rememora cuando, en 1998, fue la guionista de La ciutat foradada. “Es un documental basado en un estudio de Judit Pujadó y Pilar Frutos sobre los bombardeos de Barcelona por parte de la aviación italiana en 1938. Y documentamos la bomba arrojada sobre la iglesia de Sant Felip Neri en cuyo sótano se habían refugiado niños que provenían en su mayoría de otras provincias y que ahí se alojaban. Fue una masacre. Decenas de niños murieron en aquel sótano que no resistió. En la plaza se advierten todavía los impactos de la metralla”. Al explicarlo, a la autora y profesora de historia se le humedecen los ojos.

— ¿Me pones otra caña, que también sea helada?, —pide a continuación.

— Claro! Y si quieres puedes acompañarla con algo de comer. Tenemos tapas, raciones, platos combinados, todo está de rechupete. Y también un menú exquisito.

“Ración, tapas, pinchos… escucho propuestas”, repone Empar Fernández, antes de recuperar la sonrisa al añadir: “Siempre que sea salado, sin la menor duda”.

Empar Fernández
Para Empar Fernández, Barcelona es “su ciudad, su referencia”.