La protagonista de Marí (La Magrana) es una voz perversa que habita en la cabeza de una chica, a quien habla, ordena, castra y mina. Maria Mercè Roca (Portbou, 1958), actual decana de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), ha querido en su última novela indagar en los juegos de voces que caracterizan a la ficción: “Lo primero que te preguntas cuándo escribes es qué voz vas a utilizar”.
Tras su regreso a la literatura con Al final t’agradaré (Rosa dels Vents, 2020), publicado después de su paso por la política y pocos días antes del confinamiento, Roca plantea esta vez un narrador en tercera persona que se mezcla con las órdenes de una voz constante y autoritaria, permitiendo escuchar ese monstruo sin filtros al principio, cuando la niña acaba de nacer y su peor pesadilla ya ha ocupado su lóbulo temporal. Todo ello, escuchando muy poco a la voz de la joven, Marí, siempre subyugada. “Hay momentos en los que no sabes quién habla”, sostiene Roca.
Marí aborda la salud mental y la incomprensión, el aislamiento, el rechazo y el dolor que genera. Lo hace “de manera muy poética, sin llegar a ser dramática”, remarca su autora, a quien le ha gustado situarse “desde una distancia tierna”. La empezó en 2021 y, a pesar de que estas enfermedades se hayan puesto en el foco desde la pandemia, no es lo que ha sido determinante en la escritura para Roca: “Hacía tiempo que pensaba en esta novela, en cómo resolver el problema que plantea este tipo de voz, me ha costado y no tenía la seguridad de que acabase de funcionar, pero creo que se entiende y es creíble. Ha coincidido que luego se ha hablado mucho de salud mental, pero es una novela y se tiene que leer como tal”.
De hecho, no se acaba de concretar que patología padece Marí, quien acaba teniéndose que tratar, por lo que la escritora pasa de puntillas por la vertiente médica y no ha recopilado una amplia documentación. “He pasado muy por encima, la medicación que toma no se dice, pero sí que me gusta explicar los efectos secundarios que provoca”, señala. “Me gustaría pensar que la voz se puede entender como aquella que todos oímos dentro nuestro y mide la satisfacción y estima que nos tenemos”, añade.
Lo que más pesa en Marí es el estilo con el que la ha configurado, “concentrado y quitando todo lo superfluo, tratando con naturalidad incluso lo más grave”. “La historia la construí y después no se ha movido. Me he dedicado a reescribir, reescribir y reescribir”, remarca Maria Mercè Roca. El estilo más depurado se encuentra en los mini capítulos con los que se explica la infancia y la adolescencia de Marí, como si fueran fotografías explicadas brevemente, “podría haber puesto más cosas, pero no hacía falta, Marí ya estaba dibujada”. La trama no es tan importante esta vez, en comparación con otros títulos suyos, donde los personajes y las relaciones que tejen eran centrales, “hechos con un estilo siempre buscado para que sea accesible y contenido, pero aquí lo es más, lo realmente importante es la manera de decir las cosas”. De momento, Roca no está escribiendo nada más: “Acabé Marí hace poco y aún está muy dentro de mi”.