Fundació Miro
Visita a la Fundació Miró con luz natural.
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El Stonehenge de la Fundació Miró

El museo dejó entrar la luz natural por vez primera en décadas este domingo, coincidiendo con el solsticio de verano. Lo hizo para poder admirar la colección y el edificio de Sert tal y como se concibió.

La Fundació Miró vivió el pasado domingo un hecho que no era posible experimentar desde hacía décadas, que fue poder contemplar la colección con luz natural, tal y como lo concibieron en los años 60 y 70 el pintor y el arquitecto Josep Lluís Sert. El edificio tenía que mantener originalmente un diálogo dentro-fuera en el que la variabilidad de la luz natural formara parte de la exposición.

Pero muy pronto, los responsables de la fundación se dieron cuenta de que la luz natural afectaba a las pinturas, por lo que se tuvo que tomar la decisión de cerrar los lucernarios del techo mediante un sistema de cortinas de lamas y visitar la colección con luz artificial. Este cierre se tomó, por fin, un descanso el domingo.

Coincidiendo con el solsticio de verano, la Fundació Miró abrió los lucernarios por primera vez desde que se cerraron poco después de la inauguración en junio de 1975. Fue una experiencia histórica para las 160 personas que la pudieron disfrutar en cuatro turnos desde las 6 de la mañana hasta poco después de las 10.

Además, la elección del solsticio convirtió el evento casi en un ritual mágico y místico. Uno tenía la sensación de estar como en Stonehenge presenciando la salida del sol justo a la izquierda de la heel stone (piedra del talón). En este, caso no se trataba de presenciar el espectáculo de las alineaciones solsticiales del monumento megalítico, sino de experimentar la obra de Joan Miró tal como él lo imaginó.

Fue realmente una visita muy especial. Ya antes de las 6 de la mañana había una cola de curiosos esperando la madrugadora apertura. Cada una de las cuatro visitas fue guiada por un arquitecto del colectivo El Globus Vermell. El recorrido por las distintas salas permitió poner en valor cómo la luz natural, las voltes catalanas reinterpretadas por Sert y los patios interiores dirigen al visitante a través del museo. La ruta finalizó en la sala de las esculturas, concebida como tal desde su origen para que de nuevo la luz natural y el propio espacio permitiera contemplar las obras desde cualquier ángulo de sus tres dimensiones.

A partir de ese momento, el visitante solsticial podía completar la visita por libre. El acceso a la planta superior y al terrado fue la oportunidad de comprender el sistema de iluminado a través de la maqueta del edificio y la visión directa de los lucernarios y su sistema de cortinas. Antes, ya se había podido admirar cómo transmiten con luz natural obras como el tríptico L’esperança del condemnat a mort, homenaje de Miró a Salvador Puig Antich, o la también emblemática Sobreteixim dels vuit paraigües.

Esperança del Condemnat a Mort Miró
L’esperança del condemnat a mort, al natural.

Marko Daniel, director de la fundación, mostró su satisfacción por el resultado de la iniciativa, hasta el punto de plantearse repetirlo el próximo solsticio de verano e incluso en el de invierno. Estas aperturas excepcionales y controladas formarían parte de la estrategia de proyección del museo a la ciudad a través de experiencias que vayan más allá de la mera visita de la colección.

El evento del domingo fue en el fondo un homenaje al Miró más genuino y a la arquitectura de un Sert que no pudo firmar su edificio a causa de la inhabilitación por el régimen franquista. El arquitecto insistió en que la Fundació Miró debía erigirse en un punto de nueva planta, no aprovechar un edificio ya existente. Y, para ello, no había mejor lugar que Montjuïc, donde Sert, de acuerdo siempre con el pintor, desplegó su genio con un proyecto de clara inspiración mediterránea, donde elementos como los ya citados patios, lucernarios y voltes permitieran que la luz le imprimiera carácter e identidad. Así, el propio edificio pasaba a formar parte de la exposición y no un simple contenedor.

Gracias a todo lo anterior, la Fundació Miró, con su color blanco y formas mediterráneas, se integra en el paisaje de la montaña, no lo altera. Incluso el domingo descubrimos que se integra tanto que hasta dialoga con el solsticio, convirtiendo en esta fecha el edificio de Sert en el Stonehenge de Montjuïc.

Lluernes Fundació Miró
Los lucernarios de la Fundació Miró abiertos.