El vino nuevo de 2020 que han elaborado diez bodegas catalanas.

El primer vino de la pandemia se planta en la mesa para vencer el desánimo

En noviembre se acostumbraba a celebrar en Barcelona la nueva añada del vino nuevo con catas al aire libre. Esta vez hay que conformarse con degustar las primeras botellas de 2020 en casa, pero las hay que presentan diseños muy llamativos para recordar que, a pesar de los tiempos difíciles, también hay que dejar lugar para el disfrute.

Los primeros vinos elaborados durante la pandemia ya están aquí. El refrán en catalán dice que por San Martín, el 11 de noviembre, “mata el porc i enceta el vi” (en castellano también hay refranes que recuerdan la fecha, como “a cada cerdo le llega su San Martín”). Tradicionalmente en las masías era el momento de la matanza del cerdo y de probar el vino elaborado a partir de la uva recogida pocas semanas antes. Se sabía que una casa ya tenía el nuevo vino del año porque se colgaba una rama de pino recién cortada, con las hojas verdes y llenas de vida, y que sustituía la del año anterior, que ya se había secado. Todo este ritual se ha perdido en buena parte con el tiempo, pero una decena de bodegas catalanas se han aliado desde hace unos años para volver a celebrar la llegada del vino nuevo. Con él se reivindica el esfuerzo de todo un año en la viña.

 

Aunque hoy en día en Barcelona vemos asfalto, pisos y más pisos, la ciudad ha crecido sobre extensos terrenos que habían sido agrícolas. El cultivo de la vid había tenido mucho peso incluso antes de la fundación de la ciudad por parte de los romanos. De este cultivo en todo el municipio ahora solo hay en Collserola la viña de Can Calopa, de donde surge el único vino de Barcelona que elabora la cooperativa de l’Olivera, si bien la capital catalana está rodeada de territorios vinícolas que acuden para presentar sus vinos. Durante el mes de noviembre solían celebrarse varias citas al aire libre donde se podía ser el primero en probar los vinos de la nueva añada, pero este año con el coronavirus habrá que conformarse con degustarlos en casa.

Celebración de 2019 de la fiesta del vino nuevo en el Palau Robert de Barcelona. @Incavi

La decena de bodegas más comprometidas con la visibilización del vino joven celebraban por estas fechas una fiesta en el Palau Robert. La tienda y distribuidora Vila Viniteca también llenaba algunos callejones del Born de puestos de bodegas para presentar las novedades del nuevo año, y el Celler de Gelida, comercio de Sants especializado en vino que funciona desde 1895, organizaba por San Martín una gran fiesta donde participaban los castellers del barrio y que incluía colgar la rama de pino para anunciar la llegada del vino del año. Nada de esto se puede hacer ahora físicamente, pero ayer se pudieron seguir online las charlas sobre el vino nuevo que programó la Setmana del Vi Català o la fiesta virtual que organizó la bodega Masroig con la sumiller Meritxell Falgueras, del Celler de Gelida, como madrina.

La sumiller Meritxell Falgueras ha apadrinado la fiesta online del vino nuevo del Celler Masroig.

Vino joven y con ánimo de supervivencia

Del vino nuevo se puede decir que es como un adolescente. Se ha embotellado hace nada (es el vino más joven del año) y puede que cuando lo probéis no haya completado la fermentación del todo. Esto se puede percibir porque nos puede resultar un tanto chispeante, lo que, mezclado con la acidez, hace que este vino combine bien con platos grasos (como alguno preparado con cerdo). En boca nos puede dejar una gran sensación a fruta, a menudo superior a un vino que ha reposado durante más tiempo, y nos puede parecer goloso, haciendo que sea fácil de beber. Falgueras considera que todo ello favorece que pueda gustar incluso a quien no suele tomar vino.

La sumiller pone el énfasis en que el vino nuevo es “el espejo directo de la historia líquida del año“. Este 2020 es histórico en muchos aspectos y eso se nota también en los vinos. La pandemia está teniendo un impacto en la vida de todo el mundo que será recordado por mucho tiempo. La viña ha quedado aparentemente al margen de ello, porque se ha seguido cultivando incluso durante el confinamiento estricto, pero esto no significa que no haya tenido su particular vía crucis, en especial porque la plaga de un hongo (mildiu) y a veces las heladas primaverales han causado grandes quebraderos de cabeza y pérdidas de uva. Por todo ello los vinos de este año que llegan a la mesa pueden presumir de haber sobrevivido a muchas vicisitudes, y los primeros que salen al mercado lo hacen con la voluntad de combatir el desánimo que ha generado tanta noticia negativa.

Las etiquetas del vino nuevo de Masroig quieren ser como un souvenir.

Cuando se prueban, los vinos recién hechos pueden mostrarse con un punto alocado, y de ahí que se prestan a ser presentados con etiquetas llamativas. Vins Petxina ha embotellado dos vinos nuevos tintos de la variedad syrah elaborados en la Denominación de Origen (DO) Conca de Barberà con etiquetas bien vistosas donde se ve a un cochinillo, haciendo alusión a la matanza del cerdo. El diseño es de la artista manresana Susanna Ayala. “Todos recordaremos este año. Habrá un antes y un después”, ha reflexionado Oleguer Brunet, de Vins Petxina, durante la presentación de los primeros vinos de 2020 por parte de la decena de bodegas que los reivindican. Es por este motivo que, según Brunet, han pretendido que la etiqueta “ayudara a darle un poco más de alma” al vino en un momento que invita a pasar página.

Cuando se prueban, los vinos recién hechos pueden mostrarse con un punto alocado, y de ahí que se prestan a ser presentados con etiquetas llamativas

Han pensado lo mismo en el Celler Masroig de la DO Montsant, y más teniendo en cuenta que este año no pueden celebrar la fiesta presencial para lanzar el vino nuevo donde acudían 700 ó 800 personas, y eso que es una localidad de unos 500 habitantes. Escenas cotidianas del pueblo, como un hombre mayor que va a comprar o vecinos que juegan a cartas, se han convertido en media docena de etiquetas para un mismo vino de garnacha tinta y cariñena. La bodega espera que las botellas sean recibidas como si de un souvenir se tratara, a modo de “recuerdo del Masroig”, para que nadie olvide que este lugar se mantiene en pie. Mientras tanto, con el vino se puede disfrutar del testigo líquido y ya habrá tiempo de celebrarlo juntos.

Hay otras etiquetas que llaman la atención, como la del vino nuevo blanco de Covides (DO Penedès), que es de uva xarel·lo, y que muestra la cara de un señor barbudo; el tinto de Sant Josep Vins (DO Terra Alta), hecho de garnacha tinta, donde el protagonismo lo tienen los rostros de los viticultores, o el tinto de Sanstravé (DO Conca de Barberà), de uva merlot, y en el que hay un poema del aclamado poeta Joan Margarit, que también ha decidido el nombre al vino: Jove i Roig. Las otras bodegas que hacen bandera del vino nuevo son Portell y Carles Andreu de la DO Conca de Barberà; la Bodega Cooperativa de La Granada y Maset de la DO Penedès, y la Bodega Cooperativa d’Espolla de la DO Empordà.

Cartel de Vila Viniteca donde se anuncia la llegada del vino nuevo.

Queda mucho por recorrer

Según el director del Institut Català de la Vinya i el Vi (Incavi), Salvador Puig, la iniciativa de las diez bodegas que promueven el vino nuevo es satisfactoria porque lo han “rejuvenecido”. Jaume Martí (Sant Josep Vins) admite que había quedado “arrinconado”, pero queda mucho camino por recorrer. Además de estas bodegas, hay otras catalanas que lo elaboran, pero no siempre lo dicen en la etiqueta. Uno de los motivos es que el vino nuevo se debe comercializar deprisa por su propio carácter de vino muy joven para tomar pronto, y eso no siempre sale a cuenta. “No es fácil hacer un producto rentable”, ha admitido Brunet, quien ha recordado que de estos vinos “ha habido en toda la zona del viejo mundo —Europa en la jerga vinícola— y se han dejado de hacer”. La excepción está allí donde se han conjurado para promoverlo juntos, como es el caso del Beaujolais nouveau francés.

Las bodegas catalanas sostienen que ayudaría también el hecho de que se regulara qué puede considerarse vino nuevo. Sin embargo, Martí ve una oportunidad de futuro. Además de conectar a los consumidores con el ritmo de la viña, cree que las tiendas y restaurantes que lo promocionen les ayuda a reivindicarse “como establecimiento que ama el vino” y que hace disfrutar de la experiencia a los clientes, ya que se muestran sensibles a promover el primer estadio del vino ya elaborado. Puig también dice que debería ligarse más el vino nuevo con la gastronomía. Estaba previsto hacerlo estos días con la ruta de tapas del barrio barcelonés de Sant Antoni (Tapantoni), pero el coronavirus ha obligado a cancelarlo y, como ocurre con tantas otras cosas, habrá que esperar hasta que se controle la pandemia.

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