ALMA, una mirada a la

¿Crepe de chocolate o tortilla de jamón?

Quizá estés dudando entre tomar una crepe de chocolate o una tortilla de jamón. Pero esa decisión no solo viene determinada por aspectos emocionales o por las necesidades nutricionales del organismo, sino también por algunos de los mil millones de microorganismos que conforman la microbiota intestinal. Este efecto, que tanto puede impactar a nuestra calidad de vida, se está estudiando gracias al proyecto que el doctor Carlos Vidal Ribeiro dirige en la Fundação Champalimaud de Lisboa y que ha merecido una de las ayudas a la investigación en salud de la Obra Social ”la Caixa”.

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uando pensamos en bacterias, pensamos en organismos que nos ponen enfermos y nos hacen tomar antibióticos, pero hemos descubierto que también tienen una influencia muy positiva en nuestra salud”, nos explica Vidal Ribeiro, el director de esta investigación sobre la microbiota intestinal. “Cuando en el laboratorio criamos ratones sin bacterias a base de darles muchos antibióticos, vimos que eran más ansiosos, depresivos y con más tendencia a ponerse enfermos que los demás, lo que parece indicar que las bacterias del intestino son muy importantes para el buen funcionamiento físico y cerebral”, señala.

De hecho, estas bacterias son tan importantes para el cerebro ¡que hasta pueden decidir lo que vamos a comer! “Estudiando las moscas de la fruta, hemos visto que hay dos bacterias clave en la toma de decisiones sobre nutrición. Cuando el animal las tiene en su intestino, no muestra ninguna necesidad de ingerir proteínas. Y cuando no las tiene, decide tomar proteínas”, asegura Vidal. Pero ¿cómo hacen entonces los microbios del intestino para comunicarse con el cerebro? “Sabemos que las bacterias producen sustancias que van al cerebro e influyen en él. Pero aún no sabemos cuáles son esas sustancias. Eso es lo que nos va a permitir estudiar la ayuda de la Obra Social ”la Caixa”. Cuando lo descubramos, podremos usar las bacterias para optimizar nuestra nutrición, y así prevenir y tratar enfermedades como la obesidad y la depresión”.

Por si esto fuera poco, el doctor también afirma que, dado que la microbiota tiene influencia en lo nutricional, también la tiene en decisiones no nutricionales. “Por ejemplo, tomamos decisiones muy diferentes dependiendo de si tenemos o no hambre. Con hambre estamos ansiosos, tenemos menos paciencia. Y el cerebro es solo uno; no tenemos uno para comer y otro distinto para jugar, todas las decisiones salen del mismo. Así que estos factores acaban influyendo en muchas de las decisiones que tomamos a diario”.

Aunque todavía queda mucho por investigar, sobre todo en humanos, cada vez más expertos coinciden en que sería posible mejorar nuestra salud y bienestar ingiriendo las bacterias correctas. Es por eso que ya existen terapias que tienen como base la modificación de la microbiota del paciente. “Estoy convencido de que una parte muy importante de las terapias del futuro van a ser terapias personalizadas que tengan muy en cuenta la microbiota y la nutrición”, afirma el investigador, quien también cree que estas terapias llegarán a ser “muy potentes combinadas con la quimioterapia en el tratamiento contra el cáncer”.

De momento, para mantener sana la macrobiota y por tanto nuestra salud, Vidal Ribeiro recomienda “tener una nutrición equilibrada y diversa, rica en fibra (porque la microbiota usa fibras), no excesivamente alta en grasas y azúcares, y con poca carne y comida procesada. O como dice un amigo mío, no deberíamos comer comida que nuestros abuelos no fueran capaces de reconocer”, bromea. Pero el experto reconoce que además del qué, hemos de cuidar el cómo comemos: “Ser higiénico, pero no en exceso (¡no vivimos en un mundo estéril!), comer con moderación y hacerlo rodeados de gente que nos guste también ayudará a nuestro cerebro”.

Ahora, solo le queda avanzar junto al equipo de investigación del que tan orgulloso se siente, hasta conseguir que los periódicos escriban el titular de sus sueños: “Los científicos han descubierto la fórmula de la nutrición óptima para el cerebro humano”.

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