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ara mí, la cerveza artesana es sinónimo de calidad, de producto natural elaborado con tiempo y cuidando todas las etapas de elaboración o de variedad. Por ejemplo, se tarda una media de 2,26 minutos en producir una botella de cerveza artesana, mientras que en la cerveza industrial se dedican 0,05 minutos. Un paladar, un aroma o una textura nueva y sorprendente son experiencias por las que os animo a probar este tipo de bebida.
Y si os animo a probar una buena cerveza artesana es porque a mí me ha seducido este mundo, no porque tenga intereses profesionales en ello. De hecho, mi trabajo no está nada relacionado con la cerveza. Llevo veinte años dedicándome profesionalmente al periodismo deportivo. He ejercido en el mundo de la radio, en prensa escrita y actualmente en televisión, en el canal especializado en motos Movistar MotoGP. Como habréis deducido, una de mis grandes pasiones es el deporte, pero tengo otra: comer bien, beber mejor y, en definitiva, tener la tripa, las papilas gustativas y el olfato contentos. Siempre estoy abierto a probar cosas nuevas y, sobre todo, intento buscar siempre la excelencia culinaria y en los productos. Efectivamente, tengo el morro fino, qué le vamos a hacer, me parieron así y me han educado como a un bon vivant. Y es esta faceta la que encontraréis aquí, en The New Barcelona Post, donde intercambiaré con vosotros el mayor número de experiencias gastronómicas.
La cerveza artesana, brebaje que cambió totalmente mi percepción de esta bebida a todos los niveles y en todos los sentidos. La primera vez que probé una fue de una forma totalmente improvisada mientras paseaba por mi barrio. Fue allá por el mes de agosto del 2013. Hacía días, meses y años que pasaba por delante del bar Ale&Hop, situado en la calle de les Basses de Sant Pere, en pleno barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, en Barcelona. Nunca me había acabado de decidir a entrar, hasta que lo hice… Y demasiado había tardado.
Esa cata me abrió las puertas a un nuevo universo. Nunca me habría imaginado que una cerveza podía tener tanto sabor, podía oler tan bien y tener un color tan expresivo. ¿Cómo era posible que hasta los 36 años no hubiera probado nada similar? ¿Cómo he podido tardar tanto en descubrir esta maravilla? Es como si durante toda la vida solo hubiera bebido vino de garrafa teniendo la posibilidad de beber un Montsant. Fue amor a primera vista. Y a día de hoy seguimos muy enamorados, el idilio continúa. Desde entonces no he dejado de probar cervezas artesanas: el catálogo es prácticamente inabarcable.
Barcelona es una de las mecas del sur de Europa, tanto en lo relativo a bares y microcervecerías como por la variedad de tiendas especializadas en la materia, ferias y festivales.
En Cataluña se produjeron 901 variedades distintas de cerveza, según el informe Estat de la cervesa artesana a Catalunya 2016 (Estado de la cerveza artesana en Cataluña 2016) del Gremi d’Elaboradors de Cervesa Artesana i Natural. Hay cervezas que tienen más sabor a sidra que a cerveza, como las sour o las lámbicas (a mi mujer nunca le había gustado la cerveza hasta que probó este tipo de birras); están las IPA, bien lupoladas o más maltosas; las Imperial Stout, con ese regusto de la barrica de whisky y que casi pueden masticarse; las Saison, con sabor a cualquier tipo de fruta un poco ácida…
Son 105 las empresas cerveceras artesanales de Cataluña, según los últimos datos, los del 2016: el 76 % se sitúan fuera de la capital y de la comarca, el 62 % en ciudades y pueblos de menos de 20.000 habitantes y el 20 % en un entorno rural. Además, sumando toda la producción de las cerveceras catalanas en el 2016, vemos que se elaboraron tres millones de litros, un 46 % de los cuales fueron de venta local (a menos de 30 kilómetros de la fábrica).
En cualquier caso, según el Gremi d’Elaboradors de Cervesa Artesana i Natural, lo que mejor indica que Cataluña se ha convertido en un punto de atracción cervecera a nivel internacional es el elevado volumen de exportaciones de cerveza artesana: cerca del 16 % de la cerveza se exporta a 28 países distintos.
Estoy convencido de que, entre tanta y tan variada oferta que tenemos en casa, todos podemos encontrar una cerveza artesana preferida. Ahora tenemos la suerte de que Barcelona es una de las mecas del sur de Europa, tanto en lo relativo a bares y microcervecerías como por la variedad de tiendas especializadas en la materia, ferias y festivales. Si queréis, en el sitio web www.ratebeer.com podréis encontrar, gracias a las votaciones de los propios consumidores, los mejores bares, microcervecerías y comercios de Barcelona en los que probar o adquirir una cerveza artesana. Se trata de una comunidad de consumidores creciente que ha ampliado el mercado y que incluso ha hecho mover ficha a las grandes productoras cerveceras catalanas.
Así pues, os sugiero que salgáis de la zona cervecera de confort y probéis algo que seguro que no os dejará indiferentes. Para animaros, he ido a buscar a Albert Coromina, propietario del bar Ale&Hop y copropietario de la microcervecería Cyclic, que abre sus puertas al gran público este mes de marzo. Quedamos para charlar un rato sobre la materia con el fin de ofreceros, sobre todo, una voz autorizada que os anime a dar el paso y a probar esta bebida tan maravillosa.
BARCELONA BEER FESTIVAL
Aparte de los muchos bares especializados en Barcelona y en toda Cataluña, desde el viernes 16 al domingo 18 de marzo, en La Farga de l’Hospitalet, se celebra el Barcelona Beer Festival, donde tendréis 450 cervezas de todo el mundo (tampoco es necesario probarlas todas y, evidentemente, siempre con moderación y cuidado, ya que se trata de una bebida alcohólica, y en ciertos casos de alta graduación).
En el Barcelona Beer Festival se pone una gran barra con más de cien tiradores en la que van rotando las más de 450 cervezas presentes. También hay una serie de estands que corresponden a colaboraciones con otros festivales internacionales. A disfrutar de la cerveza artesana. ¡Salud!