Muchos recuerdan la introducción de Up, un resumen de la vida de uno de sus protagonistas, Carl. Más allá de las emociones que consigue despertar en pocos minutos, pocos se habrán fijado en cómo cambia la luz según el estado de ánimo del personaje, con colores vivos cuando se casa y más apagados cuando le pasa algo malo o se queda solo. Algo tan imperceptible como el trabajo de la luz en una película de animación es una de las paradas de la exposición La ciencia de Pixar, en el CosmoCaixa hasta el 3 de septiembre.
La iluminación, o cómo hacer que un rayo de luz de animación sea como el que se ve en la vida real, es uno de los muchos aspectos en los que trabajan los artistas y científicos informáticos del estudio cinematográfico. Está muy bien si se quiere hacer una película sobre un pez que busca a su hijo, pero, ¿cómo se dibuja el agua para que parezca de verdad? Pues en Pixar se ponen a mirar cómo interactúan los trillones de moléculas que la forman, luego crean un modelo físico que reproduce su comportamiento y lo adaptan a la pantalla… Así un tal Nemo ya puede perderse por el arrecife australiano y hacer que un Marlin sobreprotector pierda el miedo acompañado por una Dory desmemoriada. Este es uno de los muchos desafíos técnicos que resuelven los trabajadores de Pixar, quienes hacen cálculos y recurren a fórmulas para que su universo sea aún más real, ya sea con mallas acuosas virtuales que se mueven como el mar o muelles trucados para que imiten de forma más natural los rizos de Mérida en Brave. Y, si hace falta, calculando cuántos globos de helio se necesitan para salvar una casa de la gentrificación.
Estas son algunas de las innovaciones que se pueden ver, y aprender tocando, en el CosmoCaixa, con maquetas que simplifican las soluciones a las que llegaron los creativos de Pixar, expertos en fusionar ideas originales de tramas, como que los juguetes tengan una vida propia y sus propios líos, con un esquema científico-técnico que consigue que emocionen a cualquiera y se conviertan al instante en clásicos intergeneracionales. Como Toy Story fue la primera película de una larga lista de éxitos, Buzz Lightyear es el encargado de dar la bienvenida a la muestra.
Ahora bien, el trabajo no acaba en saber cómo representar el agua o unos rizos rebeldes. No hay problemas cuando toca dibujar a un niño como los de Coco o Luca. Otra cosa es imaginar el esqueleto de un monstruo. Vale, el de Sullivan de Monstruos S.A, más grandote, puede asemejarse al de un oso. Pero, ¿y el de Mike? ¿Todo ojo y poco más? La anatomía —muchas veces bastante imaginativa— juega también su papel en el proceso creativo de las películas de Pixar. Esta parte, conocida como rigging, consiste en definir una estructura de puntos que perfila los cuerpos de los personajes, sus huesos, articulaciones y músculos, a los que luego se vestirá y pondrá pelo. Lo mismo pasa con las expresiones faciales, marcando todas las líneas que definen a cada personaje, pudiendo probar en la muestra del CosmoCaixa con la cara de Jessie de Toy Story, dibujando mil y una expresiones en su rostro.
Como en las películas de Pixar, la exposición ofrece varios grados de lectura, pensada, especialmente, para entretener a los más pequeños, con pruebas y juegos, pero también para los más mayores, reviviendo escenas de películas que ya han visto demasiadas veces y descubriendo los procesos que hay detrás para crear imágenes más difíciles de lo que parecen. Hasta se podrán atrever a simular espacios de películas como la cocina de Ratatouille, mezclando colores y patrones, cambiando la rugosidad y textura de las superficies, y decidiendo cómo se refleja la luz para darse cuenta de lo que cuesta hacer bien una olla en la que se reflejen los objetos que la rodean. No es ni fácil imitar una simple naranja. Para los que quieran ir más allá de la visita tradicional, se ofrece un recorrido guiado con taller final en el que se prueba todo lo aprendido de la mano de un educador, permitiendo crear una trama y pasándola a la pantalla.
Más de 1.000 metros cuadrados en los que se desvelan conceptos científicos, informáticos y matemáticos de las principales películas, empezando con las pequeñas esculturas de arcilla (están Ira y Alegría de Inside Out), pasando por los programas que dotan de movimiento a los personajes y dibujan los escenarios, hasta llegar a la última parte, la renderización de las escenas, un proceso que consume muchos datos y tarda mucho, aprendiendo que se pueden quitar detalles a las partes que no se ven o son menos importantes para hacerlo más fácil. Hablando llanamente, es poner píxels a todo lo que han dibujado, pero sabiendo que, para un solo fotograma, se requieren de media 89 horas. Claro, luego para una película tardan entre cuatro y siete años. Como detalle, de esta parte del proceso creativo viene el nombre de Pixar, un pelín cambiado porque a sus creadores les parecía demasiado convencional y lo suyo no lo era. Para los que no se acuerden, el inmenso jardín que invade el centro de la sala es de Bichos, con la posibilidad de sentirse una hormiga que quiere protegerse de un ejército liderado por un malvado saltamontes.
No es la primera vez que la Fundación La Caixa pone el foco en Pixar. La ciencia de Pixar, estrenada en Barcelona para toda España, llega después de las exposiciones que se hicieron en 2015, repasando los 25 años del estudio cinematográfico, y en 2020, centrándose en la construcción de los personajes. Esta vez es la primera vez que el CosmoCaixa trae una muestra del Museo de Ciencia de Boston, explica el responsable de Exposiciones de Ciencia de la Fundación La Caixa, Javier Hidalgo. De momento, como se puede ver paseando una mañana cualquiera por el CosmoCaixa, no cabe ni un alfiler en la sala que ocupa la muestra, con Buzz Lightyear acaparando selfies a la entrada, así como el resto de invitados de la muestra, entre ellos, la pareja formada por Sullie y Mike Wazowski, la siempre alegre Dory o la carismática Edna Moda de Los increíbles. Con afluencias como la de La ciencia de Pixar, el CosmoCaixa prevé cerrar un año de récord este 2023, no solo recuperándose completamente de la pandemia, sino registrando las mejores cifras de su historia.