Trabajadores Ayuntamiento de Barcelona Copa del América
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, acompañado por los trabajadores municipales involucrados en la preparación de la regata.

Barcelona tiene los deberes hechos un mes antes del inicio de la Copa del América

Unos 400 trabajadores del Ayuntamiento se han volcado para dejarlo todo listo, desde la seguridad y la movilidad hasta la gestión de las playas y los trámites necesarios para la llegada de los integrantes de los equipos

Después de mucho tiempo, ahora sí, la Copa del América ya está aquí. Desde hace más de dos años, la competición se ha convertido en una de las grandes protagonistas de una ciudad a la que le cuesta ir hasta sus playas, siempre demasiado pobladas. Pero, ahora, a un mes de la primera regata, costará más poner excusas. Ya está todo listo para la competición, tal y como han constatado los empleados del Ayuntamiento de Barcelona que llevan muchos meses trabajando a contrarreloj para hacerlo posible. Hasta han tenido que cambiarse las vacaciones para estar al pie del cañón cuando toque.

En una ciudad en la que poco se conocía la Copa del América, o directamente se confundía con la futbolística Copa América, ha habido que inventárselo casi todo, aprovechando la experiencia acumulada en la organización de grandes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o el Mundial de Futbol. “No sabíamos cómo se hacía esto”, ha reconocido el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, “pero en esta ciudad nos gustan los retos y la nuestra será la mejor edición de la historia”. “Al menos yo no soy regatista y necesitaba que alguien me explicase qué se tenía que hacer”, ha seguido Hector Carmona, jefe de la unidad de Protección Civil de Bombers de Barcelona, quien no se ha olvidado de recordar que la competición náutica encajará su arranque entre las fiestas de Gràcia y Sants, pero también coincidirá con la Mercè.

Ahí está una de las principales cuestiones a resolver que han afrontado los 400 trabajadores públicos que se han encargado no solo de la preparación del campo marítimo de regatas, sino también de todo lo demás y, sobre todo, de hacerla compatible con el día a día de una ciudad que, en verano, ya se llena bastante. “No solo estamos con la Copa del América. Hay que normalizar la excepcionalidad, tenemos que hacer que la ciudad asuma que la Copa del América es una de esas cosas extraordinarias que pasan en la ciudad, pero que pasan muchas más cada día”, ha resumido el intendente de la Guardia Urbana Jordi Guerrero.

Así lo ha corroborado el director de Estrategia de Movilidad del Ayuntamiento, Carlos López, quien ha tenido que ponerse a definir con su equipo cómo se moverán los espectadores de las regatas, además de cuadrar para que llegasen sin problemas servicios como la limpieza para prestarles atención. “Todo esto mientras la ciudad continua funcionando y la gente tiene que poder ir al trabajo, al médico o al mercado”, ha remarcado.

Seguridad y movilidad han sido dos de los ejes clave en la puesta a punto de la ciudad, pero ha habido muchos más. Como alargar un mes más la temporada de playas, tradicionalmente dada por terminada con la Mercè, y hacer compatible la convivencia entre los bañistas —hubo 5,2 millones el año pasado— y los futuros espectadores de la regata. O resolver rápidamente el millar de trámites que necesitaban los centenares de trabajadores que ha traído cada uno de los seis equipos competidores en esta edición de la regata. Hay uno de ellos que incluso tendrá un hijo durante la competición.

Pero también se han tenido que hacer cambios jurídicos para hacer compatible con la normativa local un evento internacional que aterrizaba por primera vez en la capital catalana y, además, está gestionado por uno de los equipos participantes, el Emirates Team New Zealand, con sus propios requerimientos y una cultura anglosajona que ha chocado en algún momento con la forma de hacer barcelonesa. “El contrato de designación de Barcelona como sede ha sido modificado hasta tres veces”, ha reconocido Manuel Parejo, de la Dirección de Servicios Jurídicos del consistorio.

Se han tenido que hacer cambios jurídicos para hacer compatible con la normativa local un evento internacional que aterrizaba por primera vez en la capital catalana

Otros cambios legislativos que se han tenido que aplicar ha sido declarar una zona de exclusión de navegación aérea y marítima —también radioeléctrica— en el área donde se disputarán la victoria las embarcaciones de la Copa del América. “Esto que parece tan simple tendrá una implicación directa en la entrada de barcos en el puerto y el aterrizaje de aviones en el aeropuerto. Si un avión hace un giro raro en la costa barcelonesa, mirad hacia abajo porque puede que veáis a los barcos competir”, ha indicado Parejo.

Muchas reuniones de coordinación para poder llegar a un mes vista con los deberes hechos, según recuerda el que ha sido una figura clave en la organización interna del consistorio, Joan Torrella, coordinador municipal de la Copa del América. Muchos departamentos involucrados y muchos contratiempos que había que ir solucionando sobre la marcha, con un Torrella aplicando la experiencia acumulada de otros grandes eventos que ha vivido la ciudad como los festivales aéreos Festa al Cel, los Harley Days o las fiestas de Nochevieja. “Puede que no todo esté preparado, pero ya nos ocuparemos de que no se note”, ha concluido Hector Carmona de Bombers de Barcelona.

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