La deseada ciudad verde en que debería transformarse Barcelona es una responsabilidad compartida a la que pueden contribuir todos y cada uno de los barceloneses. Cualquier acción es bienvenida si mejora el medio ambiente.
Mientras, en paralelo, las administraciones impulsan medidas en el mismo sentido. Algunas de ellas espolean al ciudadano a tomar conciencia de que su participación es esencial y de que hay muchos recursos que se pueden aprovechar. Lo único necesario es voluntad y determinación —y un pequeño esfuerzo económico, tal vez—.
Justamente han sido estas circunstancias y el tesón de un grupo de vecinos de la Avenida Diagonal, en el Poblenou, lo que ha hecho realidad poder convertir la azotea de su bloque de pisos en un jardín y zona verde de recreo. Un pulmón verde en el paisaje urbano de la ciudad. Ahora el espacio es una de las cubiertas verdes más esplendorosas de Barcelona.
El edificio es un referente para el National Geographic, que lo ha noticiado en un reportaje sobre iniciativas vecinales versus la sostenibilidad urbana, y fue uno de los proyectos escogidos en 2020 en el segundo concurso de cubiertas verdes que organizó el Ayuntamiento de Barcelona, a través del Instituto Municipal de Paisaje Urbano.
Cabe decir que los 55 vecinos del inmueble de la Diagonal no responden a un mismo perfil de residente, pero sí apuntaban un cierto interés por el respeto al medio ambiente por el hecho de que adquirieron sus viviendas en una promoción que de salida ya incorporaba placas fotovoltaicas en la azotea y estaban dispuestos a compartir espacios como el de la piscina comunitaria.
Al mismo tiempo, eran conscientes de que llegar a lo más alto del edificio les ofrecía unas vistas privilegiadas de la ciudad, al parque natural de Collserola y al parque central del Poblenou. Pero hacer uso de la azotea comportaba ciertas molestias a los vecinos de los pisos superiores por el ruido que se generaba y por algunos problemas de impermeabilización. En definitiva, que era necesario buscar una solución.
Corría 2018 cuando todo esto sucedía y cuando el Ayuntamiento de Barcelona tenía en marcha el que fue el primer concurso de cubiertas verdes en la ciudad. Con esta medida, el equipo de gobierno de Ada Colau puso manos a la obra en una propuesta que venía de mucho antes, de 2014, cuando el entonces alcalde Xavier Trias hizo un plan de azoteas vivas y cubiertas verdes en edificios municipales y también privados para que los terrados recuperaran también su antiguo espíritu de convivencia.
“Fue un cúmulo de coincidencias lo que nos empujó a reflexionar, a buscar soluciones”, explica Jordi Sumalla Llobera, vecino y presidente de la comunidad de propietarios de la finca del Poblenou. Algunos de los residentes, como él mismo, son claros defensores de la lucha contra el cambio climático y sabiendo que existía la opción de construir un espacio verde en la azotea para disfrute de la comunidad, “no lo pensamos dos veces”. “Era una idea que nos rondaba por la cabeza y que, además, se convirtió en una necesidad imperante cuando meses más tarde estuvimos confinados por la pandemia”, añade.
Con el tesón del grupo de vecinos, “nos lanzamos”. “Admitamos que no es una labor fácil”, expone haciendo un repaso de las diversas reuniones de vecinos —“algunas interminables y nocturnas”, comenta— que fueron necesarias para llegar, finalmente, a obtener el apoyo del 60% de los propietarios; necesario para sacar adelante el proyecto.
El proyecto contó con el apoyo del 60% de los propietarios de las 55 viviendas del inmueble
“Pero todo se llevó a cabo de la forma más democrática posible, con la apertura de un proceso participativo para diseñar la cubierta, modificar si era necesario algunas de sus características, elegir sus usos, definir la accesibilidad, evaluar los costes de realización y, sobre todo, de mantenimiento… hasta conseguir un plan que ilusionaba a todo el mundo”. El proyecto cogió su forma definitiva y se presentó el 25 de mayo de 2020 en el segundo concurso de cubiertas verdes del Ayuntamiento de Barcelona, y fue uno de los diez seleccionados.
Como explica Jordi Sumalla, ello fue de gran ayuda porque entonces se obtiene una subvención de 1.500 euros para gastos técnicos de la fase de concurso y que permite cubrir los costes iniciales y el 75% del valor conjunto de la actuación y estudios técnicos necesarios para realizar la obra, hasta un límite de 100.000 euros. Sin embargo, a la espera de que el dinero público llegue, la comunidad ha suscrito un préstamo a tres años con Caixa Guissona, una entidad cooperativa comprometida con el medio ambiente, con la sostenibilidad y con la lucha contra el cambio climático y “que no nos ha puesto ninguna traba, todo lo contrario”, suscribe.
El líder vecinal recuerda cómo acudieron a las jornadas de puertas abiertas que se hacían en algunas de las azoteas que ya se habían transformado en la ciudad y cómo se pusieron en manos de EixVerd, una empresa social, con tienda en la calle Bailèn, que promueve la sostenibilidad de los núcleos urbanos con proyectos de adaptación y mitigación al cambio climático. También contaron con Mataaltastudio y un equipo de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) para el diseño de renaturalización de la azotea. “Y, finalmente, lo hicimos realidad entre octubre y diciembre de 2021”, dice Sumalla.
La fundadora y directora de EixVerd, Lidia Calvo reconoce que consensuar la transformación de las azoteas no es tarea fácil: “De las propuestas que recibimos, sólo entre el 5% y el 10% acaban fructificando”, pero no por problemas estructurales de las fincas, sino por la falta de consenso entre propietarios y vecinos. Aunque admite que actualmente “parece que se haya despertado de nuevo el interés por este tipo de actuaciones”.
En la mayoría de las azoteas de Barcelona se podría abrir un espacio verde, con grosores diferentes según la antigüedad de la estructura y las condiciones arquitectónicas, además de cumplir con un mínimo de regulaciones municipales, “porque para cultivar algunas de las plantas del clima mediterráneo bastan diez centímetros de tierra”. El propio Ayuntamiento de Barcelona apunta que el 67% de las cubiertas de la ciudad son azoteas, es decir, cubiertas planas y generalmente accesibles —que corresponden a 1.700 hectáreas, lo que equivale a una extensión comparable a la superficie de dos veces el Eixample de la ciudad—, y que un 20% presentan características óptimas también para el aprovechamiento solar.
En el caso que nos ocupa, EixVerd ha diseñado la azotea de la Diagonal con diferentes grosores de sustrato a fin de obtener variedades vegetales, desde herbáceas hasta zonas arbustivas que potencian la biodiversidad; hay zonas de descanso y un hotel para insectos, también dispone de iluminación nocturna, entre otras características. El coste definitivo: 133.000 euros.
El mantenimiento de este espacio verde sale por 50 euros anuales por vivienda y tienen incluidas 18 visitas al cabo del año por parte de los técnicos de EixVerd que revisan la acequia, sistema de abono, podan, comprueban el sistema hídrico… Calvo asegura que está en línea con lo que cuesta conservar una cubierta verde en la ciudad, y lo sabe a ciencia cierta, porque han construido más de una veintena, que suman más de 10.000 metros cuadrados de superficie.
El coste promedio para ajardinar una azotea oscila entre los 100 y 300 euros el metro cuadrado
El precio de los proyectos varía en función de los elementos que incorpora la cubierta, ya sea por la ornamentación del espacio, el tipo de vegetación, herramientas de riego o depósitos para aprovechar las aguas pluviales, acometidas eléctricas; “pero, en definitiva, siempre hablamos de entre 100 y 300 euros por metro cuadrado adaptado”.
Teniendo en cuenta que Barcelona es una ciudad compacta con elevada densidad residencial con déficit de espacios verdes, las cubiertas son una gran oportunidad. Como también lo son los huertos urbanos o las paredes medianeras y la naturalización y permeabilización de vallas ciegas y la conversión en permeable y ajardinada de espacios libres de edificación. Todo ello elementos clave para conseguir una ciudad más verde y sostenible, tal y como establecen el Plan del Verde y la Biodiversidad de Barcelona 2020 y el programa de Impulso a la Infraestructura Verde Urbana.