Assumpció Puig degana COAC
Assumpció Puig se convirtió en 2018 en la primera decana del COAC.
ENTREVISTA A ASSUMPCIÓ PUIG

“La arquitectura catalana vive un momento muy bueno”

La decana del COAC analiza cómo el sector se prepara para convertir a Barcelona en la Capital Mundial de la Arquitectura, una oportunidad para recuperar el protagonismo de esta disciplina, aún afectada por la crisis del 2008 y que ahora se ve impactada por la pandemia

Assumpció Puig (Girona, 1954) se convirtió en 2018 en la primera decana de la historia del Colegio de Arquitectura de Catalunya (COAC) y también en la primera en ocupar este cargo sin ser de Barcelona. Cuando Puig tuvo que decidir qué quería ser de mayor, eligió entre ser médica o arquitecta. “Son cosas muy diferentes, pero yo entendía que las dos iban dirigidas a la sociedad”, explica. Como muchas amigas suyas hicieron Medicina, ella optó por Arquitectura, “en una época que éramos muy pocas mujeres”.

Empezó su carrera profesional en los años 80, básicamente en Girona, aunque también en la capital catalana, “una gran ciudad donde siempre acabas llegando”. Con una trayectoria de muchos años a sus espaldas, Puig no se arrepiente de la decisión que tomó de joven entre Medicina y Arquitectura. “Me ha gustado mucho porque cada proyecto y cada cliente es diferente. Siempre tienes que estar con los ojos abiertos, siempre tienes que estar investigando y siempre tienes que estar al día de aquello que están haciendo tus compañeros”, expone.

Con esta necesidad de estar alerta para conocer las últimas tendencias y saber qué pide la sociedad, Puig siempre había seguido de muy cerca la tarea del COAC. Primero, como miembro de su asamblea. De la mano del anterior decano, Lluís Comerón, que ha fallecido recientemente, Puig se incorporó a la junta directiva. Desde entonces, suma 12 años en esta institución, de la que se convirtió en la máxima representante en 2018, mandato que finaliza este 2022. En una entrevista con The New Barcelona Post, la decana del COAC analiza cómo ha afectado la pandemia al sector y qué papel puede jugar la rehabilitación en la recuperación a través de los fondos europeos, así como el protagonismo que tendrá Barcelona en 2026 como Capital Mundial de la Arquitectura.

— La pandemia ha supuesto un antes y un después, no solo para la sociedad, sino también para la economía. ¿Cómo ha afectado esta nueva crisis al sector?

— Desde el 2008, el sector está bastando plano y no se ha recuperado en absoluto. Por lo tanto, no se había dado una gran recuperación en el momento en el que la pandemia nos encierra a todos en casa. Se produjo un frenazo, incluso miedo, no sé sabía hacia dónde íbamos. El 2020 fue un año difícil, en el 2021 nos empezamos a recuperar, pero todavía estamos en una situación en la que no se ha producido una gran recuperación. La intervención en los proyectos que hacemos más —como arquitectos— es la obra nueva y la vivienda. Los equipamientos son importantes, pero el tejido de la ciudad realmente es la vivienda o el edificio plurifamiliar, y vemos que, desde la anterior crisis económica, no se está recuperando. Un año hacemos 12.000 viviendas; el otro hacemos 13.000; el siguiente, 13.500… Tenemos que pensar que estábamos haciendo 100.000 viviendas en 2008. Yo creo que hemos cambiado de paradigma, que aquello no volverá y que ahora nos tenemos que adaptar porque tenemos que trabajar mucho sobre aquello que ya está construido. Por lo tanto, tenemos que trabajar mucho sobre el concepto de renovación y rehabilitación.

— Desde Europa, se quiere responder a la crisis provocada por la covid con los fondos europeos, un presupuesto sin precedentes para superar el bache que fija en la digitalización y la sostenibilidad los objetivos a conseguir. ¿La rehabilitación se puede beneficiar de estos recursos?

— Sí. El parque edificado nos está dando un certificado de eficiencia energética con unas letras como las de las neveras. En su caso, no es una A sino una D, una E o una F. Estas letras quieren decir que hay edificios que pueden mejorar su envolvente con un mejor aislamiento. Como no entra tanto el frío ni el calor, no hay necesidad de gastar tanta energía. Por lo tanto, se tiene que buscar la eficiencia energética a partir de trabajar en el envolvente del edificio, que son las fachadas y las cubiertas, a la vez que también se consigue la disminución de CO2 en la atmósfera porque se gasta menos combustible fósil. Los fondos Next Generation también dicen de ir hacia las energías renovables. Este camino nos puede llevar a una situación de cambio, quizás no al 100%, pero un cambio hacia las energías renovables, en la producción de CO2 del parque edificado y en la eficiencia energética del edificio.

— ¿Qué tipos de proyectos se pueden ver en Catalunya con el apoyo de los fondos Next Generation?

— Hay varias líneas de trabajo y una de ellas permitirá a los ayuntamientos hacer rehabilitaciones integrales en barrios. El otro día, hablando con una alcaldesa, me comentaba que tenía edificios que no tienen ni comunidad de propietarios porque en ellos vive gente que está muy al límite. En estos casos, puede invertir el mismo municipio, como en el proyecto de Santa Coloma de Gramenet, en la calle Pirineus. Es un proyecto que ya tiene dos o tres años en el que el Ayuntamiento saca adelante la rehabilitación integral de toda una calle y, a partir de aquí, quién puede pagar, paga, mientras que, quien no puede, puede ir pagando con aquello que pueda. Los fondos Next Generation pueden servir para que los ayuntamientos tomen soluciones como esta para regenerar un tejido urbano que está muy mal y que a la vez puede hacer de dinamizador de toda una zona. Esto es una de las cosas más importantes: cuando en lugares que tienen una problemática social de decadencia de comercio y de los propios vecinos, haces una inversión importante que empodera y enorgullece al barrio también se regenera todo el entorno.

“Los fondos Next Generation pueden servir para que los ayuntamientos tomen soluciones para regenerar un tejido urbano que está muy mal y que a la vez puede hacer de dinamizador de toda una zona”

— ¿Dónde más pueden ayudar estos recursos?

— Hay una línea de trabajo que se destinará a hacer vivienda de nueva construcción de alquiler social. Este es otro tema que es muy necesario. Aquí teníamos mucha vivienda de protección oficial que ha entrado en el mercado libre y, por lo tanto, tiene unos precios de mercado. En cambio, hay mucha demanda, cada vez más, de vivienda de alquiler social.

— En este contexto de fomento de la rehabilitación del parque edificado para reducir las emisiones y el impacto medioambiental, ¿qué puede hacer el COAC?

— En estos cuatro años de mandato, hemos estado trabajando en el tema de la rehabilitación. Se ha iniciado el plan patrimonial del COAC para poner al día nuestros edificios y también para hacer pedagogía respecto a aquello que tenemos que incentivar como profesionales haciéndolo en nuestra casa. No solo en la sede en Barcelona, sino en los seis edificios que tenemos en propiedad. Tenemos 11 sedes, pero algunas son de alquiler. Como profesión, estamos explicando a la ciudadanía la importancia de la rehabilitación, también de la eficiencia energética, sabiendo que el parque edificado es uno de los grandes consumidores de energía y, por lo tanto, también uno de los grandes productores de CO2. Estamos predicando que estos fondos nos pueden ayudar mucho a activar el sector, que no se ha recuperado desde la crisis del 2008. La rehabilitación puede ayudar a mantener el tejido que tenemos y, seguramente, hacer que haya más. Es una bocanada de aire fresco.

Façana seu COAC Barcelona
El COAC está rehabilitando los seis edificios que tiene en propiedad. Uno de ellos es su sede de Barcelona.

— Y todo esto, ¿hay alguna manera de acercarlo a la ciudadanía?

— En estos cuatro años, tenemos otro proyecto muy interesante que es el Centro Abierto de Arquitectura. Lo que queremos hacer es consolidar toda la actividad que hacemos tanto en el Archivo Histórico como en la biblioteca, las exposiciones y debates que organizamos en todo el territorio, a partir de una programación única. En Lleida se sabe lo que se hace ahí y en Barcelona lo que se hace aquí. Si lo hacemos todos juntos y hay un eje temático, podremos explicar la potencia de todas las sedes del COAC. También queremos extraer hacia la sociedad los debates y poner el foco en las cosas que están bien y cómo tendríamos que trabajar en las cosas que tenemos que mejorar. Tenemos la ambición de poder ser un interlocutor a nivel internacional. De la misma forma que hay otros centros de arquitectura en todo el mundo, queremos que el nuestro sea un centro más que se reconozca a nivel internacional.

— Siempre se ha hablado mucho de crear un Museo de la Arquitectura en Barcelona. ¿El Centro Abierto de Arquitectura podría ser el paso previo?

— No sé si el Centro Abierto de Arquitectura es un museo del siglo XXI. Me preocupa poco que se llame museo al Centro Abierto de Arquitectura. Lo que queremos es poner a disposición de la ciudadanía la arquitectura catalana, pudiéndola ver desde el inicio, con el primer dibujo y el primer croquis, hasta poder pasear o ver los edificios.

“La rehabilitación puede ayudar a mantener el tejido que tenemos y, seguramente, hacer que haya más. Es una bocanada de aire fresco”

— Una de las citas más importantes que tiene marcada Barcelona en el calendario es la capitalidad mundial de la Arquitectura de cara a 2026. ¿Qué significará para la ciudad?

— Una necesidad que, quizás se había perdido o diluido con la crisis, de volver a poner la arquitectura catalana sobre la mesa con orgullo. Apostamos por presentar la candidatura al congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA). Tuvo un resultado fantástico. Competíamos con Pekín, que parecía que tenía más posibilitados porque estaba en Asia y el próximo congreso ya se hace en Copenhague. A pesar de ello, nuestra candidatura fue la más votada. Es un proyecto muy interesante porque tiene recorrido hasta el 2026 y que nos da pie a que cada año tengamos trabajos sobre arquitectura dentro de la ciudad que pueden dejar huella.

— ¿En qué se traducirá esto?

— Lo estamos concretando. Ya se dijo que haremos el Festival de Arquitectura en el mes de mayo cada año. Consistirá en dotar a la Semana de la Arquitectura con más contenido, con debates internacionales o intervenciones efímeras en la calle. Y alguna no será tan efímera. Todo el tejido que hay alrededor de la arquitectura intentaremos trabajar juntos para dejar un poso en la ciudad durante estos festivales. Este 2022 ya pasará, también en 2023, 2024 y 2025. Cuatro festivales para llegar al 2026 con un recorrido y una hoja de ruta para hacer la explosión de la capitalidad. Esperamos que el congreso sea todo un éxito, como lo fue el que hicimos aquí en 1996.

Assumpció Puig COAC
La capitalidad de la Arquitectura de cara a 2026 permitirá que en los años previos haya trabajos dentro de la ciudad que puedan dejar huella, defiende Puig.

— ¿Qué jugó a favor de la candidatura de Barcelona para convertirse en la más votada?

— La mayoría de visitantes que vienen a Barcelona lo hacen por la arquitectura. Tenemos a Gaudí y el modernismo, muy bien valorado, pero también tenemos como Barcelona se abre al mar y su espacio público. Barcelona es una ciudad que dio un salto cualitativo desde el momento en que empezó el Eixample hasta el día de hoy. Creo que ha ido saltando cualitativamente y que se ve en todo el mundo como una ciudad donde la arquitectura interesa. Esto es una de las cosas que seguramente se tuvo en cuenta. También creo que se valoró como ciudad mediterránea de vivir la calle, de encontrarse, de comunidad, de espacio público donde pasan cosas y estas cosas que pasan lo que hacen es que haya más comunidad. Y que haya más comunidad hace que haya más bienestar porque la gente no vive tan sola.

— ¿Cuáles son los proyectos más recientes que ha desarrollado la ciudad que pueden haber sumado puntos?

— Barcelona ha trabajado con París y Londres muchas de las intervenciones que durante la pandemia se han visto que eran necesarias: no tenemos que tener tanto espacio público dedicado al coche. No solo al coche que se traslada, sino al coche que está aparcado durante meses en un espacio que podría servir para otra cosa. Por lo tanto, ha habido una manera de actuar que está bastante en línea con lo que se ha hecho en París de plantar más árboles, tener más espacios verdes y recuperar aquellos que estaban obsoletos, como los muelles de Anne Hidalgo.

“Barcelona es una ciudad mediterránea de vivir la calle, de encontrarse, de comunidad, de espacio público donde pasan cosas y estas cosas que pasan lo que hacen es que haya más comunidad”

— ¿Cómo se dará cuenta el barcelonés que se hace este congreso y que su ciudad es la Capital Mundial de la Arquitectura?

— El congreso de la UIA es un congreso profesional como lo es el Mobile, que trae a gente de todo el mundo que viene aquí por el producto que se enseña. El congreso de la UIA, básicamente, traerá debate porque nuestro producto es la ciudad y los edificios. La capitalidad yo creo que sí que puede irradiar a toda Catalunya porque es centrar arquitectura y urbanismo y, por lo tanto, planificación territorial, que la tendremos que enseñar de alguna manera. Tendremos también países que intervendrán en el congreso que se intentará que tengan espacios de promoción, de explicación, de debate o de enseñar aquello que están haciendo, esté en India, en China o en Dinamarca. Ayudará a la ciudadanía a entender más los beneficios de todo lo que puede aportar esta disciplina.

— Este congreso permitirá poner el foco internacional en Barcelona y sus arquitectos. ¿Cómo lo afronta la profesión?

— La arquitectura catalana vive un momento muy bueno. Un ejemplo son los Premios Mies van der Rohe. De 40 seleccionados, cinco son catalanes —dos de ellos han sido escogidos como finalistas— y seis, españoles. Esto quiere decir que, entre todos los estados europeos, la arquitectura catalana está en un nivel muy interesante. Ejemplos como la rehabilitación que se ha hecho en Fabra i Coats o las viviendas de la Borda y Cornellà, donde se han empezado a trabajar las estructuras de madera. Sin nombrar arquitectos, estamos en un momento de una producción de alto nivel. Los arquitectos de aquí han entendido la sostenibilidad y que hay edificios del pasado que se pueden reconvertir y tener un uso diferente y dar una alta calidad de vida. La arquitectura que se está haciendo ahora da respuesta a estos problemas que tenemos y lo hace desde soluciones de vivienda alternativas y, por supuesto, soluciones de sostenibilidad. Estos edificios tienen eficiencia energética, introducen materiales que tienen una huella ecológica mucho menor a la de los materiales tradicionales que habíamos estado utilizando hasta ahora, y piensan en el futuro, en todo el ciclo de vida del edificio. O sea, los arquitectos no se están poniendo al día, están haciendo, incluso, algo más.