Desarrollar y comercializar un producto para el tratamiento del deterioro cognitivo asociado a la esquizofrenia. Este es el objetivo con el que Ysios Capital ha cofundado junto a la holandesa Forbion una nueva compañía biotecnológica, Kynexis, que ha captado 57 millones de euros en una primera ronda de inversión. En esta ronda han participado las dos cofundadoras y también Sunstone Life Science Ventures, que no han detallado la cifra invertida por cada compañía.
La sede de la nueva biotech se ubica en Naarden (Países Bajos) y está centrada en el desarrollo de este innovador tratamiento. La compañía lo estudiará mediante el acuerdo de licencia exclusivo que ha alcanzado con Mitsubishi Tanabe Pharma Corporation para desarrollar y comercializar a nivel mundial este producto. Éste, llamado técnicamente KYN-5356, consiste en un inhibidor de una enzima que permite tratar el deterioro cognitivo asociado a la esquizofrenia. Una diana terapéutica que puede aliviar síntomas de un trastorno que afecta a unos 24 millones de personas.
Los síntomas cognitivos derivados de la esquizofrenia incluyen la pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse, seguir instrucciones, recordar y solucionar problemas, entre otros elementos. Estos síntomas afectan al 70% de los pacientes con esquizofrenia, y les impiden desarrollar su vida diaria con normalidad y limitan su acceso al mercado laboral. Kynexis tiene por objetivo combatir estos síntomas a través de terapias de precisión.
El consejo de administración de Kynexis ha incorporado al partner de Ysios Capital Raúl Martín-Ruiz. El nuevo miembro del consejo de administración considera que la empresa tiene el potencial de “transformar el paradigma del tratamiento de la esquizofrenia al abordar el deterioro cognitivo, una necesidad médica no cubierta, altamente prevalente e inhabilitante”.
Esta inversión en Kynexis forma parte del tercer fondo de Ysios Capital, el Ysios Capital BioFund III. La gestora, con oficinas en Barcelona y San Sebastián, cerró en 2021 este fondo de inversión con un importe de 216 millones de euros. Lo hizo con el propósito de apoyar la innovación terapéutica que dé respuesta a necesidades médicas no resueltas, como es el caso del deterioro cognitivo asociado a la esquizofrenia.