Poner de acuerdo a todos los integrantes de una comunidad de vecinos no parece tarea fácil. “¿Has visto Aquí no hay quien viva?”, pregunta Celia Galera, directora general de Habitat Futura, promotor privado que ha conseguido que unos 700 vecinos decidan reformar completamente los edificios en los que viven para reducir su consumo energético e impacto medioambiental. En pleno Eixample, la manzana comprendida entre Gran Via y las calles Calàbria, Diputació y Viladomat ha empezado con estas obras para ponerse al día, con un coste alrededor del medio millón de euros de media por cada bloque de pisos.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Más allá de las reuniones de comunidad y la irrupción de la pandemia, Habitat Futura ha tenido que ir superando todo el papeleo para hacer realidad el proyecto Illa Eficient. Por ejemplo, decidiendo recurrir a la figura de las cooperativas para que sea más asequible para las comunidades sufragar las obras. La empresa también ha tenido que ir sumando el apoyo de las administraciones, que ha permitido abaratar el gasto que tienen que acometer los propietarios. Participan el Gobierno, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona.
De la mano de Galera, el proyecto arrancó en el año 2015, con una inversión inicial de Habitat Futura de 500.000 euros. La primera fase de la transformación de esta manzana, que incluye ocho edificios, tendrá un coste de 3,8 millones de euros. La subvención será del 50% de la factura, a los que se añadirán una línea de crédito de 1,5 millones destinada a cubrir las puntas de tesorería de las cooperativas. Este apoyo público tiene que servir a los particulares a sobrellevar una inversión no menor, pero que de aquí un tiempo se traducirá en unas facturas más baratas.
La primera fase de la transformación de esta manzana, que incluye ocho edificios, tendrá un coste de 3,8 millones de euros, que se podrá subvencionar al 50%
Los trabajos que se harán en una veintena de edificios y los 390 pisos que integran esta manzana varían mucho según las necesidades de cada una de las comunidades de vecinos, que representan desde bloques muy antiguos a otros más modernos. “No son obras faraónicas, pero hay que ir solucionando problemas y cada edificio necesita actuaciones diferentes”, remarca Galera.
De este modo, se centran tanto en corregir todo aquello que pueda estar mal de la estructura, desde si hay goteras hasta arreglar las bigas, como conseguir que sean energéticamente sostenibles. Es decir, aislar el edificio, con nuevas ventanas o falsos techos, y mejorar la instalación eléctrica. También se añaden placas fotovoltaicas para generar la energía que necesita el bloque y reducir un mínimo de un 30% el consumo, convirtiendo a las comunidades de vecinos en comunidades energéticas.
El primer edificio que ha empezado con las obras ha sido el de Gran Via 469, una finca centenaria, y se espera que las termine este verano. En ese caso, la reforma, con un presupuesto de un millón de euros, también ha incluido instalar un ascensor. Joan Anton es uno de los tres propietarios de este bloque y vio en la iniciativa de Habitat Futura una manera de afrontar una asignatura pendiente de la finca con facilidades y apoyo, más teniendo en cuenta que su bloque requería de una reforma integral. “Confiamos en ellos”, remarca Joan Anton, quien recuerda que cuando se les acercó el promotor no se hablaba tanto de eficiencia energética como ahora y aún así decidieron tirar para adelante.
El de Gran Via 469 es uno de los ocho bloques de esta primera fase de transformación de la manzana y se prevé que estén todos reformados de cara a 2023. Además del de Gran Via, los trabajos también han empezado en Calàbria 112, donde se requieren menos actuaciones, rebajando el presupuesto hasta los 350.000 euros y con la previsión de acabar las obras en breve.
Esta no será la única Illa Eficient que habrá en Barcelona. Habitat Futura ya trabaja para impulsar la segunda. En este caso, estará situada entre Paseo de Sant Joan, Rosselló, Bailén y Còrcega, con 18 edificios. El promotor ha decidido centrar su ámbito de actuación en el Eixample, con uno de los parques de viviendas más antiguos de la ciudad y, a su vez, de los más contaminantes y con más necesidades de mantenimiento.
