A Meg Gage Williams le cuesta creer que el local en el que ha abierto su tercera tienda de carteles antiguos hubiera sido antes una simple ferretería. Cree que es una ubicación icónica, justo detrás del mercado de Santa Caterina y muy cerca del museo Picasso y el Moco. “Es un barrio que me interesa mucho”, explica la empresaria británica, quien vivió hace muchos años en la ciudad catalana y su recuerdo le ha hecho volver. “Barcelona está en el centro del mundo”, dice sentada en uno de los sofás vintage que ha puesto para dar una sensación retro como la de los pósters que cuelgan en el establecimiento en el que no paran de entrar turistas.
Stick No Bills, así se llama, es la tercera tienda que ha abierto Gage Williams, después de las que tiene en otros destinos turísticos como Mallorca y Sri Lanka. En los tres sitios ha residido y fue en el país asiático donde empezó, junto con su marido, Philip James Baber, a coleccionar pósters y abrieron su primer local, además de una tienda online. Recolectaban carteles protagonizados por James Bond, Hollywood o Bollywood, pero pronto vieron que los clientes preferían aquellos que ilustraban las ciudades y los lugares más conocidos de Sri Lanka a finales del siglo XIX.
Como les pedían que se expandiesen, aterrizaron en Mallorca, donde se mudaron después de vivir en Sri Lanka. Ahí entró Carlos Andreu Cantarell como socio inversor, un empresario barcelonés que les ha ayudado a encontrar su sitio en la ciudad. No quieren detallar la inversión que ha supuesto poner en marcha esta tienda en Ciutat Vella. Se ha contratado a cinco trabajadores.
Con 650 pósteres impresos ya en Barcelona, tienen 2.000 más en el almacén. Destaca la recuperación que han hecho de carteles de la tienda de modo de lujo Santa Eulalia, concebidos en los años 20 y 30 del siglo pasado, y firmados por artistas como José-Luis Rey Vila. Los precios van desde los 4 euros de las postales hasta los 29 y 39 euros de los pósteres, cuando no son ediciones limitadas, y entre los 45 euros y los 795 euros, cuando son ediciones limitadas. El cartel más grande que está colgado en la tienda, con las letras de Barcelona hechas de oro, asciende hasta los 16.000 euros. “No son el típico souvenir“, remarca Gage Williams, quien cree que tiendas como la suya, pensadas principalmente para los visitantes que abundan en un barrio cada vez menos barcelonés, contribuyen a proyectar a la ciudad.
