Muchas son las dudas que hay sobre cuál será el destino final de la planta de baterías que el grupo Volkswagen quiere construir en el sur de Europa. Tampoco se sabe todavía si el proyecto del Gobierno para desarrollar con Seat e Iberdrola una planta de baterías “cerca” de Martorell querrá decir en Barcelona o en algún punto de Catalunya o del resto de España, y si acabará tirando adelante con la ayuda de los fondos europeos. La carrera para posicionarse como destinatario de esta inversión millonaria empezó el mismo día que la ministra de Industria, Reyes Maroto, la anunció.
Más allá de territorios, en esta carrera también se quieren posicionar infraestructuras científicas como el sincrotrón Alba, ubicado en Cerdanyola del Vallès. Su directora, Caterina Biscari, pone en valor los beneficios de disponer de un complejo como este para la industria del automóvil. “Para poder llegar a tener una planta de producción de baterías, hay que dominar la parte científica-técnica y, para eso, se necesita investigar”, sostiene. Es decir, no solo se trata de tener una cadena de montaje, sino que también es esencial integrar la investigación y el desarrollo (I+D). “Una planta de baterías que no solo fabrique y tenga departamentos de I+D necesita instrumentos como el que nosotros ofrecemos”, defiende Biscari, remarcando que el sincrotrón es la única instalación de estas características en España y de las pocas a Europa.
La luz que produce el Alba funciona como un gran microscopio y puede servir para investigar las posibilidades de utilizar nuevos materiales para elaborar las baterías de los coches eléctricos, como el sodio y el calcio, que son más baratos y abundantes que el litio, que es el que predomina actualmente. Pero también permite estudiar cómo hacer que las baterías tengan una mayor capacidad de almacenamiento o cómo producirlas de manera más fácil.
Biscari subraya que España no es uno de los países líderes en investigación sobre baterías, pero que ya hay algunos investigadores en el sincrotrón que estudian esta cuestión, como los que provienen del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB). La profesora de investigación del ICMAB Rosa Palacín expone que el Alba les permite observar las características que pueden tener nuevos materiales como los mencionados por Biscari, pero también analizar cómo se comportan cuando ya están en funcionamiento y cómo envejecen, una cuestión clave para los coches eléctricos, que necesitan baterías que duren más en comparación con las de un teléfono móvil, que se renueva con más frecuencia.
En este sentido, el ICMAB ya ha trabajado con fabricantes de automóviles como el japonés Toyota. En concreto, lo hizo para evaluar las virtudes de las baterías de calcio, explica Palacín. Este tipo de investigación se encuentra en el origen de la cadena de valor de la producción de baterías, por lo que Palacín remarca que hace falta avanzar en el nivel de desarrollo tecnológico para poder investigar con los usuarios finales que las compran para sus coches eléctricos, como lo podría ser Seat.
La apuesta del Alba por las baterías
En un contexto donde muchos actores apuestan por desarrollar una movilidad más sostenible a través del coche eléctrico, la investigación de nuevos materiales para baterías se verá beneficiada con la renovación de las instalaciones del Alba, que pasará de ser un sincrotrón de tercera generación a uno de cuarta. La transformación permitirá generar una luz más precisa y focalizada, incremento el conocimiento que se puede obtener de las muestras que se estudian.
También servirá para potenciar el proyecto Astip, que quiere desarrollar con la ayuda de los fondos europeos un nuevo polo de investigación en Cerdanyola del Vallès, cerca del sincrotrón. El nuevo polo aspira a movilizar más recursos para investigar cuestiones como nuevas formas de obtener energía y el uso de nuevos materiales para las baterías de los coches eléctricos. Lo podrá hacer a través de la creación de nuevas sinergias entre el Alba, grupos de investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona y centros de investigación como el Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB), el Instituto de Física de Altas Energías (IFAE) y el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), además del ICMAB. En esta línea, el sincrotrón también está trabajando en la creación de laboratorios para la preparación de muestras como las que usan desde el ICMAB.