L’Illa deserta habla de cualquiera de nosotros. De cómo puede cambiar la vida si, un día, en vez de ir por un camino se toma otro atajo. Ella y él, unos protagonistas sin nombre, se quedan encerrados en un ascensor durante horas y surge esa chispa que tan rápido se detecta, o fácilmente se quiere creer que ha sucedido, incluso febrilmente, y sus historias avanzan y retroceden para contarnos que podría pasar si…
Miki Esparbé y Maria Rodríguez se meten en la piel de la pareja que no fue y las que sí que lo fueron, haciéndose suyo el escenario desde un principio, soltando alguna broma si los espectadores van lentos para sentarse. Incluso se animan a recordarles que apaguen el teléfono y se tomen un caramelo para la tos antes de que lo diga la típica voz en off.
Ambos se ganan al público con una facilidad asombrosa, sin aspavientos, a base de mucha química. Le hacen reír y llorar en una misma escena, sin importar que el protagonista vaya vestido de dinosaurio. Consiguen despertar el amplio abanico de emociones que ellos mismos están sintiendo, pasando magistralmente, y en cuestión de milésimas de segundos, de chillar encerrados en un ascensor a un recuerdo de infancia.
Rodríguez y Esparbé, que no habían trabajado juntos antes, no necesitan a nadie más para contar una vida entera en tan solo una hora y media, sin olvidarse de incluir los posibles desvíos. Hasta se permiten que los espectadores se convierten en el tercer personaje, representando a ese amigo al que le cuentas tus confidencias. Y, si hace falta, se le deja el abrigo que ella se acaba de quitar a algún oyente durante un rato, rompiendo esa pared fría que muchas veces separa el escenario del patio de butacas.
La obra escrita y dirigida por Marc Artigau nace a partir un desengaño amoroso del propio autor. “Me enamoré mucho y quise hacer una comedia antirromántica que dijera que está muy bien enamorarse pero no pasa nada si no sucede”, cuenta Artigau. La escribió hace cuatro años en tan solo 15 días y la fue dejando y recuperando para ir reescribiéndola desde entonces, hasta que se cuadraron las agendas, la de los actores y el teatro, y se puede estrenar este junio en La Villarroel.
Esta historia sencilla pero redonda sobre todo lo que pudo haber sido y no fue, con invitados de lujo como Javier Marías y Britney Spears, bajará el telón el próximo domingo 2 de julio en el teatro de l’Esquerra de l’Eixample. Quedan pocas entradas disponibles, después de haberlas agotado la mayoría de días. Pero se irá de gira y Artigau ya está preparando la siguiente obra, L’última f**king nit, que se podrá ver en el Teatre Lliure la próxima temporada y, aunque no lo parezca, hablará de la mitología griega desde una discoteca.