He vivido seis años en Madrid: Barcelona no está de capa caída

Me presento. Después de vivir seis años en Madrid, he vuelto a vivir a Barcelona. He vuelto muy sorprendida. La autoestima de gran parte de madrileños y madrileñas está por las nubes y la de gran parte de barceloneses y barcelonesas está por los suelos. Los y las madrileñas tienen la percepción de que su ciudad vive su mejor momento a todos los niveles, mientras que en Barcelona se respira un ambiente de cierta decaída. Spoiler: yo, como ciudadana de ambas ciudades, no estoy de acuerdo.

Durante estos años, cada vez que he venido a Barcelona la he visto cambiada: la he encontrado más europea, internacional y moderna. Una ciudad que se transformaba y miraba hacia el futuro, que se inspiraba en las grandes ciudades mundiales. Sinceramente, quedaba gratamente sorprendida. Cuando les explicaba a mis amigos y amigas de Madrid los cambios a nivel de arquitectura urbana que se estaban haciendo en Barcelona, ​​no daban crédito. Les parecía imposible que una gran ciudad estuviera peatonalizando tantas calles, que tuviera supermanzanas o que tuviera tantos carriles bici por todas partes.

Además, la mayoría de indicadores no apuntan a una decadencia de la capital catalana. Sin embargo, esto, en el relato y en la opinión pública sobre la ciudad, no ha calado. Se ha instalado un mantra en todo el Estado sobre el supuesto bajón de Barcelona que ha perjudicado profundamente su imagen. Tanto ha calado, que, incluso, algunos barceloneses/as creen que se ha quedado atrás respecto a varias ciudades del Estado como Madrid, Málaga o Valencia.

Es hora de que Barcelona se ponga las pilas: debe mejorar la autoestima de los barceloneses/as y convencerles, a través de hechos, de que la ciudad sigue siendo puntera a todos los niveles

Barcelona, ​​como todas las grandes ciudades, tiene mucho que corregir. La gentrificación, la contaminación, los precios y las desigualdades expulsan a muchos vecinos/as. Evidentemente, es algo muy preocupante. Pero, lector, lectora, créeme: en ninguna gran ciudad se vive como se vive en Barcelona. Es una ciudad moderna, que tiene superados muchos debates, que se preocupa por los derechos sociales, que mira hacia adelante, que está en constante evolución, que cuenta con personas de todas partes, donde se respira creatividad, con un tejido asociativo envidiable y con una calidad de vida incomparable. Es hora de que Barcelona se ponga las pilas: debe mejorar la autoestima de los barceloneses/as y convencerles, a través de hechos, de que la ciudad sigue siendo puntera a todos los niveles. Los juegos olímpicos quedan ya muy lejos.