Cesc Casadesús director del Festival Grec de Barcelona
El bailarín y coreógrafo Cesc Casadesús dirige el Festival Grec de Barcelona desde 2016.
ENTREVISTA A CESC CASADESÚS

“En Barcelona todos acaban encontrando la fórmula para colaborar”

El director del Festival Grec ha diseñado la programación de la edición de este verano, que vuelve a Barcelona del 29 de junio al 27 de julio, con el propósito de equilibrar los conciertos, espectáculos y teatro populares con otras piezas excelentes de la oferta contemporánea

Cesc Casadesús (Barcelona, ​​1964) es un bailarín, coreógrafo y gestor cultural catalán que lleva al frente de la dirección del Festival Grec de Barcelona desde 2016. Este año afronta una edición más pausada que las dos anteriores, marcadas por la covid, pero con ganas de “hacer de verdadero Casadesús”.

— Señor Casadesús, sitúeme: ¿cuál es el gran problema con los públicos? Todo el mundo habla estas semanas de un fenómeno que afecta a todas las artes escénicas. Incluso se organizará un congreso internacional sobre el tema en Barcelona.

— No es un fenómeno de Barcelona, sino de toda Europa. París está fatal de públicos, Madrid también, Bruselas… No hay que flagelarse. En parte tiene que ver con la pospandemia, sí, pero seguramente es anterior. El bajón es notable, pero también vemos que lo sufren disciplinas como la música clásica. Desde hace años que, personalmente, tengo en mente el tema de los públicos, porque me he dedicado mucho (y todavía me dedico) a la escena contemporánea. Y cuando vas al tema contemporáneo, más vale que espabiles para encontrar al público: mediación, captación, redes… No se trata de buscarlo para vender, sino para transmitir. Ésta es la clave: ofrecer algún mensaje.

— Y entonces, si proviene de antes de la pandemia, ¿qué diagnóstico tiene?

— Primero hay un tema generacional (la pandemia, además, ha afectado sobre todo a la gente mayor). Luego tenemos el gran fenómeno, el del cambio de hábitos (los móviles, las series, qué te tengo que explicar). Y también la tendencia de la gente a huir de la ciudad e ir al campo, tiene algo que ver con ello. Ahora bien: la gente también quiere estar en grupo, salir de la burbuja individual, conectar presencialmente. Paradójicamente necesitamos una inversión en comunicación digital, pero para establecer una conexión no digital. Y otro tema del que hablamos mucho, pero al que nos cuesta poner atención: la educación y la formación. Las artes están todavía demasiado apartadas del sistema educativo.

— Hablamos de ello desde hace tiempo, sí.

— Sí, y cuidado: Francia ha invertido muchísimo en este vínculo entre enseñanza y artes pero, en cambio, también sufre un fuerte descenso de público. Dime: ¿qué funciona bien ahora en públicos?

— Los festivales de música.

— Exacto. Un éxito total. Por tanto, debemos hacer del teatro un gran evento de ocio. Y eso sin olvidar que, en los espectáculos teatrales, las obras que funcionan bien son precisamente las más exigentes: mira a Arquillué, mira a Broggi, mira a la Calórica. La gente tiene, en definitiva, ganas de ver cosas importantes. Saber que asisten a un gran acontecimiento. Para distraerte lo haces en grupo, saliendo a divertirte, y está muy bien. Pero el pensamiento buscas que te dé luz, a ti, de forma personal.

“Tenemos que convertir el teatro en un gran evento de ocio”

— ¿Qué hay de Casadesús en este Grec?

— Quizás es el primer Grec donde puedo hacer de  verdadero Casadesús, ya que la pandemia nos limitó mucho (y eso que fuimos de las pocas ciudades europeas que mantuvimos el festival de teatro). De todas mis experiencias anteriores (el paso por la Atlàntida de Vic, el Mercat de les Flors, el MACBA…) podemos detectar, supongo, el intento de equilibrio entre lo popular y lo excelente. Mi batalla personal es introducir a la gente en la contemporaneidad, hacer del arte contemporáneo algo popular. Creo que hemos desterrado demasiado el arte popular, y ahora pienso en los coros de Clavé, o en los Pastorets, por ejemplo…

 

Cesc Casadesús director del Festival Grec de Barcelona
El director del Festival Grec cree que el teatro que se realiza en Barcelona abusa de la fórmula de “título conocido, actor conocido, director conocido…”.

— Es lo que decía Xavier Albertí sobre el Paral·lel, más o menos, ¿no?

— Exacto. Pitarra nunca fue elitista, y en cambio era profundamente moderno. Mi objetivo es que ser contemporáneo no sea identificado con difícil o elitista.

— O triste.

— Hemos intentado hacer un Grec muy optimista, muy potente, como una botella de cava descorchándose. Nada de hacerlo a medias, lanzar un gran petardo, que haya alegría. Verás que en el cartel hemos recuperado al Fauno, con este aspecto mironiano, diabólico, popular. Queremos recuperar los territorios conocidos y revisitarlos: el musical inglés, la danza holandesa o el teatro alemán son “agarraderos” que, como cuando escalas una cima, ayudan a la gente a recuperar la confianza. En cierto modo hacemos de psicólogos, nos toca tirar del carro, puesto que por alguna razón somos el festival más importante de la ciudad.

“Mi batalla personal es introducir a la gente en la contemporaneidad, hacer del arte contemporáneo algo popular”

— ¿Qué les diferencia de otros festivales de teatro europeos?

— Yo estoy seguro de que son las conexiones. Como con las neuronas, aquí estamos todos muy conectados. Esto no lo encuentras en otras ciudades europeas, créeme: estamos muy cercanos a la gente del Sònar o del MACBA… Próximos físicamente, quiero decir, pero también a la hora de trabajar. Nos encontramos en esta ciudad. Nos encontramos todos, como en una pista de autos de choque, y nos sentimos parte de un proyecto común, aunque trabajemos disciplinas diferentes. En Madrid, en cambio, es un “o vienes conmigo, o vas con éste”. Y también en París. En Barcelona todo el mundo acaba encontrando la fórmula para colaborar con los demás. Y esto nos hace una ciudad tremendamente creativa, un territorio de conexiones.

— Ahora que lo mencionas…

— Mira: cuando paseo por Barcelona, si voy del Templo de Augusto hasta la Torre Glòries, por ejemplo, tardo 30 minutos, pero hay mucha superposición de capas históricas por el camino. En Barcelona lo moderno y lo antiguo se respetan, mientras que Madrid es la postal de una época muy concreta. Nosotros somos un mosaico, un trencadís, mucho más allá del Modernismo. Los modernistas sólo supieron modernizarlo.

Cesc Casadesús director del Festival Grec de Barcelona
La batalla personal de Cesc Casadesús: “Introducir a la gente en la contemporaneidad, hacer del arte contemporáneo algo popular”.

— ¿Y a nivel teatral?

— Barcelona es un punto demasiado provinciana, a nivel teatral.

— Venga ya!

— Sí, sí. Quiero decir, demasiado poco curiosa. No lo es en música y en danza, por ejemplo, pero sí en teatro. Un poco como en las artes visuales, donde tenemos grandísimos especialistas, los mejores, pero no llega a ser popular porque nos quedamos con las vanguardias. En teatro aquí vamos demasiado con la fórmula de “título conocido, actor conocido, director conocido…”, y esto me temo que tiene un recorrido muy limitado. Es necesario que vayamos más hacia la temática, apostar por los mensajes. Conectar: si somos neuronas, comuniquémoslas. Sacudámoslas. Debemos figurar en la liga de ciudades inquietas, si no queremos terminar repitiéndonos demasiado. No sé si se trata de más presupuesto o de hacer mejor política de públicos, pero la responsabilidad es nuestra: si queremos ser una ciudad vanguardista, moderna y creativa, deberemos salir de los cánones de siempre. El Grec es, si quieres encontrarle una coherencia, un intento de dirigir Barcelona a este objetivo.