Si alguien nos hubiera dicho hace un año que durante buena parte de 2020 solo nos podríamos comunicar con nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo a través de videollamadas porque estaríamos encerrados en casa, hubiéramos dicho que nos estaban tomando el pelo. Si alguien nos hubiera insinuado que durante muchos meses las pantallas serían de las pocas puertas que tendríamos al exterior, hubiéramos pensado que nos estaban hablando de un nuevo capítulo de Black Mirror. Pero, la verdad es que la realidad de los últimos meses ha sido más distópica de lo que nos podríamos haber imaginado hace un tiempo, interiorizando términos a los que no estábamos acostumbrados, como confinamiento, estado de alarma o toque de queda.
Hemos hecho reuniones de trabajo por Zoom —y corrillos de oficina con llamadas grupales de WhatsApp—, entrenado en YouTube, quedado para celebrar cumpleaños y brindis en línea, conocido el interior de las casas de demasiada gente, sobre todo sus librerías… La tecnología se ha convertido —todavía más— en una parte de nosotros, en una extensión permanente de nuestra mano. Pero ¿qué pasa con las personas que no saben cómo utilizar esta tecnología o las que no tienen acceso a los dispositivos para comunicarse? ¿Y qué pasa con los datos que sin pensarlo vamos publicando en las redes constantemente o cediendo cuando aceptamos condiciones sin leérnoslas?
Digital Future Society, una iniciativa de la Mobile World Capital Barcelona (MWCapital) y el Gobierno, quiere poner el foco exactamente en esto: la exclusión digital que se está generalizando para muchos colectivos y la poca transparencia que hay con lo que se está haciendo con nuestros datos que quedan en la red. “Estamos viviendo una emergencia digital”, explica la directora de Digital Future Society, Cristina Colom. Además de la emergencia sanitaria en la que estamos inmersos, que está teniendo un importante impacto económico y social, y la emergencia climática que nos afecta desde hace más tiempo, Digital Future Society quiere analizar cómo las nuevas tecnologías están cambiando completamente nuestro día a día y cómo nos están impactando, claramente evidenciado durante la pandemia. “Hay que hacer frente a los retos que plantean las tecnologías emergentes para luchar contra las desigualdades y no dejar a nadie atrás”, sostiene Colom, que defiende que hay que implicar a todos los agentes involucrados, tanto locales como de otros países. “Ningún estado lo resolverá por su cuenta”, remarca.
“Hay que hacer frente a los retos que plantean las tecnologías emergentes para luchar contra las desigualdades y no dejar a nadie atrás”, sostiene Colom
Para hacerlo, Digital Future Society promoverá estudios sobre los diferentes retos que nos plantea la tecnología, para conocer en qué consisten, y proyectos pilotos para ver qué soluciones se pueden aplicar. Uno de estos pilotos en los que ya está trabajando en Barcelona, de la mano del consistorio, consiste en unos robots emocionales que utilizan tecnología 5G para acompañar a personas mayores que viven solas y ayudarlas en su día a día, con el objetivo de controlar y mejorar su salud. Pueden hablar con ellos o recordarles si se tienen que tomar pastillas o ir al médico, les hacen preguntas para ver cómo se encuentran o les pueden seguir por casa y buscarlos. También pueden hacer evaluaciones y conectar con profesionales de la salud, además de enviar información sobre su estado para que ellos hagan los diagnósticos.
Retos ante la emergencia digital
Según Colom, la exclusión digital actualmente discrimina a las personas por su edad, género, capacidades físicas e intelectuales, ubicación geográfica, posición socioeconómica… La tecnología y sus aparatos se crean con unas características determinadas, ignorando muchas veces que quizás no incluyen a todo el mundo. Los algoritmos tienen sesgos, que son un reflejo de las desigualdades que hay en nuestra sociedad y que ambos se tienen que corregir. Por ejemplo, Colom señala que muchas de las administraciones públicas que se están digitalizando en diferentes países del mundo basan sus servicios en una toma de decisiones automatizada. La utilizan para hacer trámites como conceder prestaciones, hecho que acaba excluyendo a colectivos que ya acostumbran a ser marginados en la realidad presencial. Colom también expone como las operadoras telefónicas han registrado recientemente muchas compras de personas mayores que les pedían teléfonos con las letras muy grandes para poder ver bien los mensajes en WhatsApp, o como la mayoría de personas con discapacidad no acceden a Internet porque no es accesible para ellas.
Colom señala que muchas de las administraciones públicas que se están digitalizando en diferentes países del mundo basan sus servicios en una toma de decisiones automatizada
La escasa gobernanza que tenemos de los datos también preocupa a Digital Future Society. Colom indica que la concienciación ciudadana sobre esta cuestión cada vez aumenta más, recordando las críticas que se han producido ante casos como tener que dar información sobre nuestra ubicación a aplicaciones móviles para controlar los contagios por coronavirus, a pesar de que, agrega, no se traslada a todos los ámbitos, puesto que, generalmente, compramos teléfonos o tablets e introducimos todo tipo de información sobre nosotros sin pensarlo demasiado. Otras cuestiones sobre las que esta iniciativa de la MWCapital quiere debatir y reflexionar son cómo las plataformas digitales están cambiando el panorama laboral, teniendo en cuenta que cada vez llegan a más sectores y más personas trabajan en ellas, y cómo la tecnología también impacta en la emergencia climática y, a su vez, puede ser una manera para reducir su incidencia.
Todos estos debates y otros se podrán exponer en el foro internacional que desde hace tiempo está organizando Digital Future Society, que quiere convertir en Barcelona en la capital del humanismo tecnológico. Se tenía que celebrar a finales de este año, pero la pandemia lo ha impedido. Hoy por hoy, trabajan con la idea de hacerlo de cara en el año que viene, en un formato híbrido, mezclando la experiencia presencial y la virtual, como ya se ha podido ver en algunos congresos como el BizBarcelona, el Saló de l’Ocupació o el Food & Hospitality, Tourism and Gastronomy Forum. Para Colom, el futuro evento de Digital Future Society servirá para concretar en compromisos institucionales y sociales toda la investigación que están realizando sobre los retos que plantea la emergencia digital. “No podemos perder el tiempo”, avisa. Y fija una fecha para resolverla, antes de 2025, o será demasiado tarde para revertir todos los problemas que está generando la tecnología y potenciar sus beneficios.