Barcelona es una de esas ciudades que a veces te pasea a ti en lugar de pasearla tú a ella. Es aquello de que una cosa te lleva a la otra. Estos últimos días he callejeado por el centro para comprobar que los primeros turistas pospandemia se dejan ver ya. Acabé en el mercado de Santa Caterina y, en efecto, localicé a algunos curioseando entre los puestos de venta. Como me pasa siempre, al salir estuve unos minutos admirando la cubierta multicolor concebida por los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. Son 4.200 metros cuadrados de mosaico cerámico con los colores de las frutas y verduras. Es una obra magnífica que da personalidad al mercado, un antiguo convento, que no desentona en absoluto pese a su impacto visual. Me encanta esa cubierta.
Precisamente la cubierta me recordó que se está conmemorando los 20 de la muerte de Miralles. Murió prematuramente en el 2000, con solo 45 años, en un momento álgido de su carrera, pero como nos saltamos el 2020 por la covid, no ha sido hasta este 2021 que han coincido varias exposiciones sobre el arquitecto en Barcelona.
Una de ellas está en el Tinell, donde se pueden admirar maquetas y esbozos de cuatro de sus obras más representativas: la ya citada reforma del mercado de Santa Caterina, el cementerio de Igualada, el palacio de deportes de Huesca y el Parlamento escocés, en Edimburgo. Una tarde del año 2000, en la redacción de El Periódico, sonó un teléfono, lo descolgué y al otro lado había un periodista de un diario escocés que quería saber si era cierto que Miralles estaba muy enfermo. Le dije que sí, que le habían detectado un tumor cerebral, aunque no conocía más detalles.
Y es que entonces Miralles era toda una celebridad en Escocia por el proyecto del nuevo Parlamento. Como toda obra que rompe con los estándares clásicos, el edificio proyectado por el arquitecto fue tan ovacionado por el mundo académico como criticado por sectores de la sociedad y la política escocesa, que no lo entendían, así como también por el sobrecoste final, que se calcula en 10 veces más de lo previsto.
En cualquier caso, la propuesta de Miralles-Tagliabue para el Parlamento escocés es impactante. Y, al igual que ocurre con la cubierta del mercado de Santa Caterina, no rompe para nada con el entorno —desde mi punto de vista, claro—, sobre todo cuando uno tiene la oportunidad de comprobar en directo que dialoga muy bien con la orografía del entorno de Edimburgo e incluso con la arquitectura de piedra de la zona urbana donde se encuentra, muy cerca del palacio real de Holyrood.
El desprecio de obras arquitectónicas, cuando se salen de los cánones establecidos, es un clásico en la historia. En Barcelona, tenemos un caso muy ilustrativo. Cuando Gaudí comenzó a construir la Casa Milà, en el paseo de Gràcia, originó un alud de críticas. La gente empezó a llamar al edificio de forma despectiva pedrera, porque, decían, era tan feo como una cantera. Hoy está considerada una obra de arte del arquitecto de Reus y miles de turistas la visitan cada año. También hoy, superado el debate, el Parlamento escocés forma parte de la ruta obligada de todo visitante a Edimburgo.
En el Tinell, en la exposición Miralles. A quarts de quatre, pueden contemplarse varias de las maquetas preliminares y la definitiva de la Cámara alta escocesa. Pero hay tres muestras más en Barcelona para adentrarse en la figura del arquitecto. Así, en el Centre d’Art Santa Mònica, puede visitarse hasta el 30 de junio Miralles. Photos &Collages, que repasa su trayectoria como fotógrafo. En la Fundació Enric Miralles, se expone hasta el 23 de diciembre Miralles. To be continued, que repasa los proyectos que el estudio EMBT, que el arquitecto fundó con su pareja Benedetta Tagliabue, ha realizado en los últimos 20 años, desde su muerte. En el Museu del Disseny se puede disfrutar de la muestra Miralles Perpetuum Mobile, para descubrir su faceta de diseñador de muebles. Por último, el Col·legi d’Arquitectes se ha sumado con un ciclo de conferencias y una exposición sobre la actividad académica del arquitecto.
Es el merecido homenaje a un arquitecto que se fue antes de hora pero que nos ha dejado obras para la historia.