Barcelona encara desde hace años una reflexión para repensar su modelo turístico, incluido el papel de los cruceros y su presencia en la ciudad. La estrategia municipal ha pasado por impulsar el traslado de las terminales de cruceros a muelles más alejados de la ciudad y por gravar la actividad, también la de aquellos visitantes que desembarcan en la capital catalana y vuelven a subirse a bordo del crucero pocas horas después.
Con este impuesto, sumado a la tasa turística por alojarse en la ciudad, los cruceristas que pasaron por Barcelona en 2023 dejaron 12,8 millones de euros en las arcas públicas. Su aportación representó un 9,7% del total de lo que recaudó la ciudad con estas tasas, que ascendió a un total de 135 millones de euros. De estos, el Ayuntamiento gestionó más de 100, mientras que el resto le correspondío a la Generalitat, según un estudio de la Universitat de Barcelona (UB) desarrollado a petición de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Clia).
De cara a 2024, que se perfila como un año de récord en cruceros en Barcelona, se estima que la recaudación total obtenida por los movimientos de cruceristas se eleve hasta los 14,5 millones de euros, teniendo en cuenta tanto a los barcos que utilizan Barcelona de base como aquellos que la tienen de escala, como ha detallado el catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de Barcelona Jordi Suriñach, junto al director de Clia en España, Alfredo Serrano.
El también director del Laboratorio de Economía Aplicada AQR-Lab de la UB ha destacado que, en proporción, los cruceristas generan más para la ciudad que el resto de visitantes en cuanto a impuestos. Con datos de 2019, los cruceristas representaron el 4,1% de los visitantes de la ciudad, mientras que su aportación con la tasa representó el 7,5% de lo recaudado.
Y es que los cruceristas no han dejado de crecer en los últimos años, desde los 1,9 millones que pasaron por Barcelona en 2012 hasta los 2,6 millones en 2023, según datos de la UB. De hecho, la ciudad ya ha superado con creces la cifra previa a la pandemia, de 2,2 millones de cruceristas en 2019, y espera cerrar un 2024 de máximos. Dentro de este crecimiento, destacan especialmente el aumento de los cruceros que utilizan Barcelona como puerto base: si en 2012 representaban el 40% del total, ahora se sitúan en el 53%.
Los cruceristas que viajan en este tipo de cruceros, que empiezan y terminan en la ciudad, generan un gasto superior a de los cruceristas de tránsito, ya que suelen dormir en sus alojamientos. “Este es el visitante de perfil idóneo, ya que tiene además interés en la cultura y en las compras”, ha destacado Suriñach. Precisamente por este motivo, el Ayuntamiento de Barcelona prioriza la atracción de cruceros que utilizan la ciudad como base, por encima de los de tránsito.

Actualmente, los cruceristas que hacen escala en la ciudad pagan entre seis y siete euros por persona y día, en función de si la estancia del crucero es o no superior a las 12 horas. Por su lado, los cruceristas de puerto base que pernoctan en la ciudad contribuyen con una tasa turística que oscila entre los cinco euros y los 7,5, dependiendo del tipo de establecimiento. Esta tasa por alojarse se divide en dos partes: una que liquida la Generalitat —de la que transfiere el 50% al Ayuntamiento—, y un recargo municipal que gestiona directamente la ciudad, y que ahora se sitúa en los cuatro euros por persona y noche, el máximo legal que permite la normativa.
Ante el debate abierto sobre la posibilidad de seguir incrementando el recargo municipal, la UB ha analizado su impacto en la recaudación: por cada euro de incremento, podrían recaudarse 2,5 millones más anuales, según un cálculo que tiene en cuenta las variantes cuantitativas pero no analiza si un eventual aumento podría desincentivar o no la llegada de turistas.
La ciudad que más cobra a los cruceristas
Ante este debate, el estudio también se ha fijado en cómo otras ciudades europeas gravan a sus visitantes, y concluye que el puerto en el que más se paga es Barcelona, y con distancia respecto al resto. De los 780 puertos con actividad crucerista en la UE, 16 disponen de un impuesto específico para cruceristas. De estas 16 ciudades que cobran, cuatro se ubican en Catalunya, y tres, en Baleares. Además de Barcelona, Palma de Mallorca y Hamburgo son los únicos puertos europeos de más de un millón de movimientos al año que cobran a los cruceristas: en Palma, son dos euros y, en Hamburgo, entre 0,5 y cinco euros, en función del tipo del barco y sólo en el caso de que incluya pernoctación.
El crucerista de tránsito, más impuestos que gasto
En este contexto, el estudio ha querido poner el foco también en aquel visitante que ha sido diana de críticas los últimos años: el crucerista que llega a la ciudad a bordo del barco, la visita en pocas horas de forma intensiva y vuelve a zarpar, colectivo que representa un 2,8% de los visitantes de la ciudad. Analizando su contribución con los impuestos y el gasto municipal que implica en servicios como la limpieza y la seguridad, el estudio alcanza una conclusión: los cruceristas de tránsito son los únicos visitantes de la ciudad que no pernoctan en ella y que tienen un saldo positivo para las arcas municipales.
En concreto, los cruceristas que pasan por la ciudad haciendo escala generan un impacto por persona y día de 3,3 euros en impuestos para el Ayuntamiento, mientras que la UB calcula que generan un gasto en servicios de 3,1 euros. Así, el crucerista de tránsito es el único visitante sin pernoctación con un saldo positivo a nivel contributivo —de 0,2 euros diario—, debido a que su actividad está gravada, algo que no ocurre con el resto de visitantes que vienen a pasar unas horas a la ciudad.

El estudio, que no contempla el impacto extra que estos visitantes generan en servicios como la limpieza y la seguridad, se basa en datos de 2023, antes de que el recargo municipal subiera de los 3,25 euros a los cuatro actuales, por lo que la diferencia podría ser mayor en 2024. “Los ingresos por persona y día suelen ser inferiores que el gasto que implican para el Ayuntamiento; en el caso de los cruceristas de tránsito, el ingreso es superior”, ha subrayado Suriñach.
Como ha destacado Serrano, “los cruceristas son los únicos visitantes que están contribuyendo por pasar unas horas en la ciudad”, a través de esta tasa. Para ampliar los ingresos provenientes del colectivo, el directivo de Clia ha rechazado la posibilidad de incrementar la tasa: si se quiere recaudar más, en lugar de subirla, defiende “incrementar la base de cobro” e ir a por más cruceristas que recalen en Barcelona, mientras la ciudad sigue inmersa en la redefinición de su modelo de turismo y el papel que deben jugar sus visitantes.