El Salón Náutico sube este miércoles el telón de una edición marcada por el espíritu de la Copa América, con sus competidores ya instalados en el Port Vell y entrenando en el litoral barcelonés. De hecho, el evento ha tenido que reorganizarse para poder encajarse en el espacio que le han dejado libre las seis bases de los equipos participantes. Su presidente, Luis Conde, se pasea por los estands días antes de que empiece el evento comprobando cómo marcha todo, recordando anécdotas en sus días de mar y hablando con los expositores. Define el salón que lidera desde el 2009 como “el departamento de márketing de cualquier empresa que quiera vender barcos”, sabiendo que los veleros o las lanchas no tienen una presencia mediática ni publicitaria como los coches para abrir el apetito de posibles compradores. “No tienes otro remedio que venir al Náutico. Es el escaparate perfecto”, defiende en una entrevista con The New Barcelona Post.
Hasta el domingo, el salón organizado por Fira de Barcelona prevé atraer a más de 50.000 asistentes y reunirá a más de 240 expositores en su 61 edición, una cifra por debajo de la del año pasado. A pesar de ello, gran parte de las marcas han ampliado la superficie contratada, por lo que se seguirá ocupando un total de 22.000 metros cuadrados. Habrá 160 barcos de exposición en la muestra flotante, 20 menos que en 2022 por el espacio perdido por la convivencia con la Copa América. En el Moll de la Fusta estarán los de vela y en el Moll d’Espanya, los de motor. Algunas de las marcas que participarán serán Beneteau, Fountaine Pajot, Lagoon, Yamaha o Zodiac. Se han recuperado algunas como Recambios Marinos y se han sumado nuevas como Candela y Blue Game.
— ¿Cómo se va a beneficiar el Náutico de la llegada de la Copa América el año que viene? ¿Y Barcelona?
— He estado en dos Copas Américas, en Valencia y San Diego. Si aquellas fueron fuertes, la de Barcelona va a ser mucho más potente. Entre otras cosas, porque aquí lo sabemos hacer bien. Los Juegos Olímpicos fueron una muestra. La Copa América, con este mar y este puerto tan maravillosos, va a provocar un impacto en el mundo que afectará positivamente a la economía. Fíjate, en el Mundial de Fútbol, cuando ganaba Marruecos, había publicidad del país en todas partes y te entraban ganas de ir. Lo mismo pasaba cuando ganaba Costa Rica. En ese sentido, en Estados Unidos, todo el mundo sigue la Copa América, por lo que vamos a estar en la primera plana de sus televisiones, enseñando Barcelona, el puerto, la playa y la ciudad. Esto va a atraer a una gran cantidad de turismo estadounidense, que no es que abunde precisamente aquí y que es muy interesante porque es el que más consume y es desestacionalizado.
— Más allá de para captar más turismo, ¿para qué puede servir la competición?
— La Copa América generará un movimiento en la ciudad muy pro náutico. Lo tuvimos con los Juegos Olímpicos, con los que Barcelona dejó de estar de espaldas al mar y pasó a mirarlo. Ahora es cuestión de meterse en el mar, de decir cómo aprovecho este mar que tengo, cómo lo mantengo, cómo lo limpio, cómo lo disfruto… Ahí estamos nosotros. Este Salón Náutico irá muy enfocado a la sostenibilidad y la innovación. Cada año van mejorando mucho los productos, por ejemplo, los cascos ahora son reciclados y, además, tienen un diseño que hace que rocen menos, consuman menos y hagan menos ruido. Sin olvidar todos los dispositivos que se han creado para que la navegación sea más fácil, cómoda y amable. Todo esto es innovación y ¿quién la inicia? La Copa América. Ahí se verán barcos que vuelan a 100 km/h. Eso es algo que han inventado y que acabará llegando en las embarcaciones que se exponen en el Náutico.
— Este año el Náutico no ha podido ocupar todo el Moll d’Espanya por la presencia de la base del equipo británico de la Copa América, el Ineos Britannia. El salón se celebra siempre en el puente del 12 de octubre, lo que coincide con la última fase de la regata. ¿Cómo lo van a hacer en 2024?
— Lo que está claro es que no se puede hacer un salón como este en las mismas fechas que la Copa América porque no hay espacio. Además, cada expositor se desplaza hasta Barcelona con tres o cuatro personas, y los días de la competición no habrá hoteles y, los que haya, valdrán 3.000 euros. Durante los días de la regata, haremos algo, pero no creo que haya un Náutico. Se está pensando en mover un poco el salón hacia el final de la Copa América para aprovechar el bufo de la competición y acabarla con el broche de oro.
— El Náutico está ligado a Barcelona y se posiciona como uno de los cinco salones de este tipo más importantes de Europa. ¿Cómo ve la ciudad que lo acoge?
— Barcelona es espectacular. A mí cuando me dicen que está decadente, yo no sé dónde lo ven. El Paseo de Gràcia es la calle más bonita de Europa: cuenta con todas las principales tiendas, tiene fachadas y balcones espectaculares, además de farolas y bancos gaudinianos, la Pedrera, la Casa Batlló… En Londres, lo más parecido es Old Bond Street, pero son solo tres manzanas, no es nada. En Madrid, está la calle Serrano, para nada comparable con el Paseo de Gràcia. Ya no te digo en Alemania y mucho menos en Estados Unidos. Aquí tienes algo que es un plus, la ciudad es preciosa per se.
— ¿Entonces?
— Mira, se te ocurren cosas para embellecer la ciudad y darle más fuerza, y la administración no te deja. Por ejemplo, el año pasado, hicimos los 60 años del salón y a mí me hubiera gustado darle un toque náutico a la ciudad. Vestir Paseo de Gràcia, por ejemplo, en el cruce con la Avenida Diagonal, con un faro. Cuando vas al Salón Náutico de Fort Lauderdale (Florida), Miami o Genova, nada más bajar del avión, se respira náutica, aquí no respiras nada. Yo quise poner un par de barcos en el aeropuerto y en Paseo de Gràcia, pero fue imposible. No solo por el Ayuntamiento de Barcelona, tampoco lo permiten los otros consistorios de la zona. No se puede hacer nada.
— ¿Qué necesita la capital catalana?
— Es importante to aim high. Hay que apuntar muy alto. Aim high, this is the name of the game. Si se hace un concierto que sea el mejor, si hay una ópera que sea la mejor. Claro, luego están todas las entradas vendidas porque la gente está ávida. Precisamente, vengo de una comida del Círculo Ecuestre para ver qué tipo de eventos importantes se pueden organizar en Barcelona. A mí me encanta cuando hay un congreso de 20.000 médicos o una carrera de Fórmula 1 en el Circuito de Montmeló. ¿Cómo se puede ir todo esto a Madrid? Hay que evitarlo.
“Barcelona tiene que apuntar muy alto”
— Pero, ¿qué es lo que tiene que atraer la ciudad?
— Yo me metería más en lo que somos los catalanes. No somos de juerga, somos más de innovación, investigación, nuevas tecnologías o el mundo de las startups. Tenemos que organizar los grandes congresos del mundo sobre estos temas. El Mobile ha sido un acierto. Además, es una ciudad que tiene capacidad para acoger este tipos de eventos, desde el punto de vista hotelero, gastronómico o climático. Barcelona está preparadísima para todo. No hay ciudades que tengan salones en los que te quepan 50.000 personas. No lo tienen en Madrid ni en ningún otro lado. En Barcelona sí.
— ¿Nos comparamos demasiado con Madrid?
— Sí, pero es absurdo. Yo me comparo con Madrid para ver qué puedo hacer mejor. Madrid se compara con nosotros para ver qué nos puede copiar. Lo que a nosotros se nos da bien, dejémoslo aquí. No obstante, Madrid ha pegado un cambio brutal y nosotros hemos perdido protagonismo. Además, ellos han crecido, con la suerte de que la inversión inmobiliaria más potente se ha ido para allá, específicamente guiada por los latinoamericanos.
— ¿Se puede revertir?
— Nosotros estamos muy bien situados, aquí al lado de la frontera, pero hemos perdido posiciones. Creo que se ganarán. Tenemos muchas cosas, pero hay que aprender y trabajar juntos. Entre todos, tenemos que ayudar a que esto cambie para que nuestros hijos y nietos puedan disfrutar como lo hemos hecho nosotros. Yo soy un enamorado de Barcelona, se nota, ¿no?