Todos coincidimos en que comer entre la una y las dos del mediodía y cenar entre las siete y las ocho de la noche sería un gran avance como sociedad. Todos coincidimos, o disculpen, la mayoría coincide, en que acostarse antes de las once también sería un gran avance. Llevamos años con este debate y, a pesar de las iniciativas como la que se ha impulsado en Catalunya y que el Govern hizo suya, el cambio de hábitos nos sigue costando. Unos hábitos que se han convertido en atávicos, nunca mejor dicho
Del drama social y económico que está ocasionando la pandemia de la covid, de vez en cuando surgen algunas oportunidades. Pocas, pero haberlas haylas. La última es en el marco de la reciente reapertura de los bares, cafeterías y restaurantes. Una vez reabiertos los restaurantes, con las restricciones de aforo y horarios limitados, se abre una oportunidad que ni las Administraciones, propietarios de establecimientos y clientes no hemos visualizado. El hecho de tener que cerrar a las nueve y media de la noche nos obliga a sentarnos a cenar hacia las ocho o incluso antes, poniéndonos casi al mismo nivel de los vecinos franceses. Ustedes dirán que esto es un problema, pero yo creo que es una gran oportunidad y la estamos desperdiciando.
Es cierto que si el toque de queda es a las 10 h de la noche, el horario queda un poco justo, ya que hay que irse a casa media hora antes. La restricción que el Govern ha impuesto tiene sentido solo si no nos movemos del municipio. Pero mirando más allá, cuando se levante este impedimento, habría que alargar el toque de queda a las 11 h de la noche.
Cenar en el restaurante entre las 8 h y las 10 h de la noche y, a las 11 h, a mucho estirar, estar ya en casa sería un gran avance en la corrección de nuestros horarios. Nos acercaríamos a los países civilizados y quizás dormiríamos las horas que tocan. En Barcelona, y en Catalunya en general, tenemos todos la sensación de que vamos a dormir como españoles y nos levantamos como europeos. Resultado, dormimos poco. Hay bastantes estudios que apuntan a este hecho como una de las causas que explican la baja productividad en el trabajo respecto a otros países.
En Barcelona, y en Catalunya en general, tenemos todos la sensación de que vamos a dormir como españoles y nos levantamos como europeos. Resultado, dormimos poco
Cerrar los restaurantes a las 11 h de la noche, a más tardar, también supondría un beneficio para la hostelería, ya que les permitiría cerrar más temprano y ganar más calidad de vida, a parte de reordenar mejor la jornada laboral, que ahora mucha gente del sector tiene partida. Porque es evidente que si incorporásemos el hábito de cenar a partir de las 7 h o las 8 h, también avanzaríamos el almuerzo a la una del mediodía o antes.
Son tantas las mejoras que conllevaría que, además, comenzaríamos a poner orden al descontrol de horarios de los años pre-pandemia. Especialmente entre la gente más joven, en cuestiones como la hora de salir a cenar, fijada hasta ahora a partir de las 11 h o más tarde los fines de semana. Una auténtica locura que hay que enderezar. Quizás el viernes o los sábados se podría cenar después de las 8 h, pero siempre sería antes de este descontrol horario en el que estábamos instalados.
Alguien se preguntará qué pasaría con esta nueva lógica horaria en caso de que volvieran los turistas. Que volverán, que nadie lo dude. Pues pasaría lo que pasa también en París o Roma o Londres: en las zonas más turísticas los horarios son más flexibles en los restaurantes y bares. Hace unos años en algunas de estas capitales cenar a las 10 h o 11 h de la noche era una auténtica epopeya, hoy es fácil si se busca bien la zona.
El Govern debe aprovechar la ocasión. La Oficina para la reforma horaria haría bien de acelerar la implementación del Pacto para la reforma horaria, que trabaja con el horizonte de 2025. Es decir, que lo tenemos ya encima y no parece que hayamos avanzado lo suficiente. Modificar hábitos de restauradores y clientes no es fácil, pero como en muchos otros ámbitos, como el del teletrabajo, los cambios se aceleran debido a las restricciones.
Modificar hábitos de restauradores y clientes no es fácil, pero como en muchos otros ámbitos, como el del teletrabajo, los cambios se aceleran debido a las restricciones
Hasta ahora, sin embargo, no he visto ninguna actuación decidida del Govern ni de ninguna otra institución explicando y defendiendo esta oportunidad. Es cierto que hace falta coraje para salir a opinar sobre un sector tan castigado por la crisis provocada por la covid-19, pero la ocasión es única. Desgraciadamente, la pandemia no será erradicada en unas semanas, tardaremos más, y la ventana de oportunidad para dar un paso de gigante para homologar nuestros horarios y facilitar así la conciliación familiar y mejorar la productividad es posible. ¿A qué esperan nuestras instituciones?