La fábrica de Cementos Molins forma parte del imaginario colectivo de todos aquellos que la han divisado a lo lejos mientras iban por la carretera camino a Barcelona o volvían a la ciudad en tren. Desde hace años, la planta se está sometiendo a una remodelación para actualizarse y reducir la contaminación que afecta a las localidades más cercanas, especialmente Sant Vicenç dels Horts. La entrada en funcionamiento del nuevo horno en 2010 supuso un punto de inflexión en los 95 años de la empresa familiar. Con la nueva instalación, dejaron de funcionar los hornos más cercanos a la N-340, vía que conecta Molins de Rei con Cervelló, en marcha desde los años sesenta y con una producción acumulada de 42 millones de toneladas de cemento. Aunque se pararon hace 13 años, no se desmantelaron completamente hasta 2021, aprovechando buena parte de sus materiales para fabricar cemento en el nuevo horno, con la misma capacidad productiva que los tres anteriores juntos.
La empresa sigue avanzando en su camino hacia la neutralidad climática, a la que esperan llegar en 2050, con nuevas instalaciones que les permitan disminuir su dependencia a los combustibles fósiles para calentar el horno, así como reducir las 820.000 toneladas de CO2 que emiten anualmente. Entre las últimas inversiones, está la construcción de una planta de recuperación de materias primas, en funcionamiento desde septiembre de 2022. Con capacidad para procesar 75.000 toneladas de material, permite utilizar menos recursos naturales en la producción de cemento aprovechando materiales provenientes de grandes obras que suelen acabar en el vertedero. Concretamente, sirve para convertir restos de hormigón en árido reciclado y residuos industriales en materia prima que se destinan a la planta del Baix Llobregat.
Por otro lado, el petróleo ha representado el 45% en la factura para calentar el horno de Cementos Molins en los últimos dos años. El 55% restante lo ha formado una mezcla de combustibles alternativos como madera, lodos de depuradora, combustibles derivados de residuos o neumáticos, estos últimos muy criticados por las asociaciones de vecinos de Sant Vicenç. Según explica su consejero delegado, Julio Rodríguez, están trabajando para ampliar la autorización de quema de combustibles alternativos, hoy situada en las 115.000 toneladas, teniendo aún por definir cómo se repartirán los pesos entre los cuatro tipos que manejan. “Queremos una licencia para hacer esta planta más sostenible haciendo nuevas modificaciones en los hornos para reducir el consumo térmico y eléctrico, y también poder llegar a niveles de valorización de estos combustibles reciclados cada vez más altos”, expone Rodríguez. El objetivo es conseguir un peso de los combustibles alternativos que se sitúe entre el 80% y el 90% del total, en línea con la proporción que tienen fábricas similares en otros países europeos.
La nueva instalación de recuperación de materias primas forma parte de un conjunto de inversiones ejecutado en los últimos dos años, con un presupuesto global de 6,6 millones de euros. La partida ha permitido remodelar también otras zonas de la fábrica, como las oficinas, haciéndolas más flexibles y abiertas, con medidas como eliminar los despachos, señala Rodríguez. Asimismo, se han incorporado placas fotovoltaicas en el párking de trabajadores, consiguiendo que las oficinas sean energéticamente autosuficientes, y se ha renovado la vegetación con plantas autóctonas que no necesitan mucha agua. En el acto de inauguración de los nuevos espacios, han asistido el conseller d’Empresa i Treball, Roger Torrent, y alcaldes de la zona como Miguel Comino (Sant Vicenç), Ascensión Ratia (Pallejà), Xavi Paz (Molins de Rei) y Anna Pascual Roca (La Palma de Cervelló), así como los tenientes de alcalde Montserrat Canas (Cervelló) y David Ferrer (Vallirana).
Más allá de estas inversiones, Cementos Molins destina anualmente unos 40 millones de euros a mantener al día la planta. La multinacional produce principalmente cemento Portland, el más utilizado en la construcción. En su fábrica barcelonesa, tiene capacidad para generar 1,5 millones de toneladas anuales, pero la caída de la demanda les ha hecho reducir la producción a la mitad. También fabrican cemento de aluminato de calcio, siendo el único productor en toda España y con una capacidad máxima de 50.000 toneladas. En este caso, llegan a producir casi todas las toneladas que les permite la planta. Fue este cemento, caracterizado por ser muy resistente, el que empezaron a vender en 1928. Sus productos se usan en obras que se están haciendo en la ciudad como la conexión de la L9 del Metro, la Sagrada Família y el futuro Camp Nou.
La plantilla total de la multinacional se sitúa en los 6.200 empleados, repartidos por los 12 países en los que opera, con 870 ubicados en Catalunya y 2.400 en el conjunto de España. En 2022, Cementos Molins ganó 112 millones de euros, un 7% más que el año anterior, y facturó 1.268 millones de euros, un 31% más, ambas cifras récord para la compañía que trasladó su sede a Madrid en 2017 por la crisis política en Catalunya. En este primer semestre, los beneficios se situaron en los 80 millones de euros, un 40% más, y las ventas, en los 705 millones de euros, un 16% más. Su consejero delegado espera que 2024 sea un año complicado por la desaceleración económica global.