En el dinámico escenario del retail, el Black Friday se erige como el epicentro comercial, donde los descuentos y ofertas se despliegan con entusiasmo. A pesar de ser considerado el evento comercial del año por algunos, para otros, la vorágine de descuentos puede restarle emoción a nuestras compras de temporada y descuidar la tan anhelada sostenibilidad. Así de dividido se presenta el panorama en el calendario de los retailers.
El Black Friday, celebrado el día después del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, marca el inicio acelerado de las compras navideñas, llevándonos de la emoción al consumo. Incluso algunos comercios extienden la temporada de devoluciones, permitiendo flexibilidad hasta enero.
Lo que antes era un día de euforia comercial, donde las multitudes se lanzaban en busca de los mejores descuentos, ha experimentado una notable transformación. Ya no se limita a 24 horas frenéticas de ofertas, ahora se extiende durante días, convirtiéndose en un fenómeno global que abarca todo el mes de noviembre, ya conocido como el Black Month.
La saturación de descuentos ha llevado a una inevitable fatiga de ofertas entre los consumidores, lo que empuja a los retailers a reinventarnos
Este cambio no es simplemente una cuestión de duración, también implica un cambio significativo en el enfoque estratégico. La creatividad emerge como un factor crucial, puesto que ya no es suficiente anunciar grandes descuentos.
Ahora es imprescindible contar una historia, crear una experiencia de compra emocionante y establecer una conexión profunda con el cliente. Las estrategias deben trascender el simple precio, apuntando hacia un valor agregado tangible para el consumidor.
Desde iniciativas de compra consciente y sostenible hasta experiencias personalizadas y un servicio excepcional, las empresas tienen ahora la oportunidad de transformar el Black Friday en un evento que resuene con los valores y deseos de las nuevas generaciones.
El análisis del impacto del Black Friday no debe centrarse únicamente en las ventas de una semana específica, sino en el rendimiento a lo largo de todo el mes. Se trata de comprender los patrones de comportamiento del consumidor, las preferencias cambiantes y la efectividad de las campañas de marketing extendidas. La saturación de descuentos ha llevado a una inevitable fatiga de ofertas entre los consumidores, lo que nos empuja a los retailers a reinventarnos.
En 2015, también nació el Green Friday como una alternativa consciente al consumismo desenfrenado y al maltrato del medio ambiente, impulsado por representantes de la Comisión Europea. Este movimiento cobró vida en la COP21, cuando se anunció una revisión de la normativa comunitaria sobre el etiquetado de eficiencia energética en los aparatos eléctricos. Desde entonces, diversas organizaciones aprovechan la fecha para destacar prácticas sostenibles que beneficien tanto a los consumidores como al medio ambiente.
En este sentido, Ikea ha anunciado que desde el 17 de noviembre hasta el 5 de enero, recogerá edredones y almohadas en sus tiendas de Badalona, L’Hospitalet y Sabadell, a cambio de vales descuento para ayudar a reciclar hasta 1.000 kilos de poliéster que descompondrá la empresa catalana Girbau. La iniciativa será parte de un piloto mundial y una estrategia positiva en muchos aspectos: fomenta el reciclaje, crea conciencia, involucra a los consumidores y muestra una voluntad de innovar y asumir responsabilidad como empresa.
Este mes no es solo un período de compras, sino una oportunidad para moldear experiencias, compromisos y valores
Ya sea Black Friday, o Green Friday, este mes es el momento perfecto para generar interés, dar a conocer nuestros valores y darle vida al comercio. En el libro Retail Power, desglosé 50 acciones clave y me gustaría resaltar la número 32: planificar acciones comerciales. Porque sin ellas, esta fecha tan importante en el calendario pierde todo su brillo.
La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) anticipa un gasto medio de 237 euros en la campaña Black Friday de este año, ligeramente superior al año pasado. Los datos revelan que el 18% de los encuestados planea gastar 500 euros o más, mientras que el 21% prefiere no superar los 100 euros. Los hombres son los que más planifican las compras y gastos para este día y, en cuanto a la edad, los jóvenes de 18 a 34 años lideran en intenciones de compra.
Y este mes no es solo un período de compras, sino, como mencionaba, una oportunidad para moldear experiencias, compromisos y valores, en un mundo donde la competencia es intensa y la atención del consumidor es fugaz.