Barco navegando en la costa de Barcelona.
La economía azul genera cerca de 24.000 puestos de trabajo en Catalunya.

Barcelona, la nueva capital mundial de la economía azul

Hace apenas un lustro Barcelona languidecía en su posicionamiento internacional. A pesar de ser considerada como una de las nuevas capitales globales, la polarización política, la falta de consensos internos de ciudad y sobre todo el impacto reputacional del Procés hizo que hubiera perdido parte de su dinamismo, atractivo y reputación. Hacía falta un revulsivo para volver a recomponer complicidades, levantar el orgullo de la ciudad, e identificar nuevas palancas sobre las que construir un nuevo relato de ciudad audaz y atractivo. Palancas que atrajeran de nuevo grandes eventos y ferias, talento, turismo de calidad e inversiones. Barcelona necesitaba recuperar su imagen de metrópolis vibrante y dinámica.

El gobierno progresista de la ciudad sabía que había que proyectar una nueva agenda económica competitiva incorporando la sostenibilidad y la equidad como vectores indispensables del modelo Barcelona. El equipo del hoy alcalde Jaume Collboni decidió dar un nuevo impulso a su agenda económica con la ambición de ser una ciudad de referencia con el Barcelona Green Deal. Una estrategia de crecimiento que pretendía constituir una nueva hoja de ruta apostando por la economía de la sostenibilidad y de la innovación, apostando por una especialización inteligente y estructurada principalmente entorno a los sectores digital y verde.

En ese camino, una de las iniciativas más interesantes ha sido la apuesta decidida por la economía azul. Una mirada distinta a nuestro mar que va mucho más allá de sus playas o del Puerto de Barcelona como polo económico y turístico. Barcelona se conjuró para convertir el litoral en una gran infraestructura estratégica al servicio de la ciudad y un nuevo vector de creación de ocupación, desarrollo económico y social. La apuesta por la economía azul debía ser además, un eje modernizador y vertebrador del litoral favoreciendo y acelerando la transformación del Puerto Olímpico, impulsando la innovación, la sostenibilidad, el emprendimiento en nuevos nichos de actividad azules.

Una apuesta que se sustenta sobre importantes activos ya existentes en el litoral de la ciudad como del Instituto de Ciencias del Mar (ICM)-CSIC, el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona, el Barcelona Supercomputing Center (BSC), el Centro Mediterráneo de Investigaciones Marinas y Ambientales (CMIMA) o el Barcelona Clúster Nàutic. Instituciones e iniciativas que configuran el Barcelona Innovation Coast a través de iniciativas y alianzas público-privadas que están liderando la investigación en proyectos innovadores en áreas como la descarbonización del sector náutico, la apuesta por la energía eólica o la biotecnología marina, y la aplicación de la inteligencia artificial a los ecosistemas marinos.

Treinta años después de la apertura al mar de la ciudad gracias a los Juegos Olímpicos de 1992, volvemos a redescubrir el mar conciliando economía, desarrollo y sostenibilidad. Una nueva relación entre la ciudad y el mar que ha situado rápidamente a Barcelona como una de las capitales mundiales de la llamada economía azul. La capacidad de la ciudad de atraer eventos e iniciativas internacionales ha hecho que hayan aterrizado eventos de primer nivel como el salón internacional Sea Food Expo, principal feria de productos del mar del mundo, o el establecimiento en Barcelona del World Ocean Council, la principal organización empresarial internacional que tiene como objetivo fomentar la economía marítima o la celebración de la Conferencia del Decenio de los Océanos de la UNESCO 2024.

“Treinta años después de la apertura al mar de la ciudad gracias a los Juegos Olímpicos, volvemos a redescubrir el mar conciliando economía, desarrollo y sostenibilidad”

Sin embargo, la acción más relevante en términos de notoriedad internacional ha sido la elección de Barcelona para la celebración de la 37 edición de la Copa del América. Un evento que es mucho más que una competición deportiva, y aunque no goza de gran tradición en nuestro país, es ante todo un reto tecnológico y humano, así como un gran escaparate de visibilidad global que refuerza el posicionamiento y la marca Barcelona.

En definitiva, el éxito y reconocimiento de Barcelona como capital mundial de la economía azul es quizás sorprendente, y una de las mejores noticias de los últimos años por lo que debemos darle visibilidad y reconocimiento. Ello se debe a la combinación de factores como la ubicación estratégica, un enfoque acertado innovación tecnológica, compromiso institucional con la sostenibilidad verde y azul y la capacidad de articular colaboraciones entre el sector público y privado. Barcelona ha sabido en pocos años aprovechar su entorno marítimo y sus activos de ciudad para convertirse ser un referente global en el desarrollo sostenible y en la creación de nuevas oportunidades económicas vinculadas al mar y para liderar la transición hacia un futuro azul y sostenible. No es poca cosa, y deberíamos aprovechar esta experiencia para construir nuevos proyectos ilusionantes y transformadores en la ciudad que concilien competitividad, sostenibilidad y equidad.