Barcelona y los Juegos Olímpicos de Invierno

En medio de la tormenta perfecta provocada por la Covid-19 me viene a la cabeza la frase de Antonio Gramsci sobre cómo encarar las crisis. Decía el filósofo y político italiano: “Ante una crisis hace falta previsión y perspectiva”.

La mayoría de analistas económicos solventes consideran que nada será igual en los próximos años y que habrá que repensar muchos de los modelos de ocio existentes, así como también la actividad ferial y de congresos. La idea de una reanudación de congresos como el Mobile, Alimentaria o Construmat con el mismo modelo de antes tambalea. Pero esto no quiere decir que con previsión y perspectiva no los podamos mejorar y adaptar. Seguro que sí. Y si hablamos del turismo podemos decir lo mismo. ¿Será difícil la reanudación? Seguro que sí. Y hará falta un gran esfuerzo para ayudar a levantar muchos negocios y profesionales que han caído. Especialmente en ámbitos como la cultura, el esfuerzo tendrá que ser todavía mayor. Pero saldremos adelante. Mientras tanto, tenemos que saber aprovechar la ocasión para plantearnos cómo pensamos y diseñamos una mejora de la calidad de nuestro producto turístico y ferial. ¿Qué estamos haciendo? ¿Hay un plan? ¿No lo sabemos? Estoy convencido de que los profesionales que hay al frente de Fira de Barcelona o de los diferentes congresos profesionales que se celebran en nuestra ciudad están ya pensando más allá de la era Covid-19.

De momento el único gran hito claro que se está vertebrando es la candidatura de Barcelona-Pirineus para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. No es fácil ante rivales con experiencia y capacidad como Sapporo o Salt Lake City, pero el esfuerzo seguro que vale la pena para volver a poner a Barcelona en el mapa y mejorar las infraestructuras y equipamientos.

Cuando el alcalde Jordi Hereu hizo la propuesta muchos se apresuraron a ridiculizarla. Pero lo que es cierto es que una candidatura Barcelona-Pirineus bien organizada puede competir contra cualquiera. De esto hemos demostrado sobradamente que sabemos. También es cierto que en sus inicios la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, menospreció el proyecto, pero poco a poco el equipo de gobierno de la capital ha ido haciendo suya la idea.

Hay un reproche inicial que ha perdurado hasta hoy, el error que significa que Barcelona, y de rebote todo el país, tengan que avanzar a golpe de grandes acontecimientos. Es razonable pensar así. Pero una cosa no quita la otra. Acontecimientos como unos juegos olímpicos, aunque sean menores como es el caso de los juegos de invierno, nos obligan a repensar una parte del país y nos dan la oportunidad de rehacerlo y mejorarlo.

De entrada, unos juegos de invierno nos facilitan la palanca para solucionar y mejorar las conexiones entre Barcelona y el norte del país. Para empezar, el ferrocarril. La línea Barcelona-Puigcerdà. Me ahorraré la retahíla de reproches históricos sobre la falta de inversión y mejora de esta línea. Alguien con mucha razón me podría decir que no tendrían que hacer falta unos juegos para mejorarla de una vez. Es cierto, es así. Pero se nos abre una gran posibilidad de poder desdoblar la línea ferroviaria hasta Puigcerdà. Solucionar un déficit histórico y acercar el Pirineu oriental y el área metropolitana. Además del salto que significaría para ciudades como Granollers y Vic. Como siempre, ya hay quien legítimamente, movido por el realismo, rebaja expectativas y afirma que con el desdoblamiento hasta Vic sería suficiente. Esto sería un inmenso error. La vertebración de un territorio y el equilibrio entre centro y periferia se hace precisamente pensando en mejorar la conectividad con aquellas zonas menos pobladas. Hace falta previsión y perspectiva y el ferrocarril es presente y futuro para nuestras comunicaciones.

La mejora de la carretera C-17 y sobre todo de su paso por cascos urbanos tendría que ser una prioridad. El eje del Llobregat y la C-17 son las grandes vías rodadas de conexión entre el Pirineu oriental y Barcelona. Es otra oportunidad para hacer aquello que ya hace tiempo que se tendría que haber hecho. En el marco de esta planificación es aquí donde se tendría que situar la necesidad de rescatar el proyecto del túnel de Tosses, iniciativa que fue reemplazada por el túnel del Cadí reforzando así el eje del Llobregat en perjuicio del eje del Ter.

En Barcelona la puesta al día de instalaciones como el Estadi Olímpic, el Palau Sant Jordi, el Palau d’Esports, el Velòdrom o la construcción del nuevo Palau blaugrana implicarían un salto de calidad para redefinir y poner a punto muchos de estos equipamientos. Y las villas olímpicas que habrá que habilitar en diferentes puntos del territorio pueden convertirse en un buen aliciente para rehacer y ayudar al sector turístico, que ha quedado tan dañado por la crisis.

Pero quizás lo más importante de todo es alinear de nuevo a las instituciones catalanas y al sector privado en un proyecto común y de altura. Es necesario porque la crisis que ha comportado la Covid-19 ha enturbiado el horizonte. Y sobre todo porque de la gimnasia organizativa en la preparación y planificación de los Juegos pueden salir muchas más oportunidades y propuestas. Es una oportunidad que pese a las dificultades nos permite pensar, corregir y mejorar. Previsión y perspectiva.