Antes que repiquen las campanas aeroportuarias

Dos grandes eventos, la Copa América de Vela 2024, ya confirmada, y la posible celebración de los JJOO de Invierno Barcelona-Pirineos 2030 —si así lo deciden las seis comarcas del Pirineo sometidas a consulta el próximo mes de julio—, recuperan Barcelona como una de las marcas de ciudad más importantes de Europa y como una gran oportunidad para todo el Pirineo y Catalunya de mostrar todo su atractivo cultural, turístico y su contrastado compromiso en la organización de grandes eventos deportivos. Sin mucho ruido, con voluntad de acuerdo entre instituciones públicas y privadas, respetando el entorno y comprometidos con el medio ambiente, se han obtenido amplios consensos para la consecución de la Copa América de Vela 2024, que hace unos meses parecía inviable.

Una de las infraestructuras más importantes para el éxito de los citados eventos será el Aeropuerto de Barcelona, así como los aeropuertos d’Andorra-La Seu d’Urgell y Lleida-Alguaire que tendrán la oportunidad de consolidarse como infraestructuras estratégicas en la movilidad y acceso de todo el Pirineo.

Antes o después deberemos tomar la iniciativa para concretar y para decidir qué Aeropuerto de Barcelona queremos y el posicionamiento del resto de aeropuertos del sistema aeroportuario catalán. Parece oportuno, en estos momentos en que el debate parece calmado e hibernado, aportar unas reflexiones que ayuden en la toma de decisiones que deberán adoptarse en un futuro más o menos próximo. Decisiones complejas, dado el entorno en que nos movemos de importantes retos medioambientales e incertidumbres políticas, pero ya hemos demostrado en el pasado que contrastando opiniones de forma rigurosa se puede llegar a consensos, como ocurrió en la última gran ampliación del aeropuerto en la primera década de 2000. Nos jugamos el futuro; los retos y competencia son enormes.

¿Dónde estamos? Tenemos cambios muy profundos en el modelo económico, búsqueda de reequilibrio entre lo global y local y un importante compromiso de lucha contra el cambio climático que afecta a todos los sectores. Este último punto, dada la gran sensibilidad del territorio y clara voluntad de actuar de forma rápida en la reducción de emisiones e impacto en las zonas de protección, ha dado pie a que cuando se habla del sector de la aviación y aeroportuario se asocia, de forma casi exclusiva, al cambio climático, dando lugar a un marco de confrontación entre economía y medio ambiente.

Ante ello, ¿cómo se está posicionado el sector del transporte aéreo? ¿Cuál es su impacto sobre la sostenibilidad medioambiental, social y económica? ¿Son posibles soluciones equilibradas? Desde los casi 120 años de historia del primer vuelo, la aviación ha sido un ejemplo de superación de retos tecnológicos y, por tanto, está preparada para afrontar los nuevos escenarios, la lucha contra el cambio climático, la competencia y complementariedad con otros modos de transporte.

Al definir el futuro del Aeropuerto de Barcelona, nos jugamos el futuro; los retos y competencia son enormes

Las externalidades negativas propias del sector y comunes a las grandes instalaciones aeroportuarias son mucho menores que el aspecto tractor de la actividad económica al territorio al que sirven, lo que contribuye de manera decisiva a mejorar nuestras vidas gracias a la creación de empleo y la rapidez de transporte y distribución que fomentan la competitividad, la cohesión territorial y la conectividad de nuestras sociedades. Existen numerosos estudios sobre el importante impacto global positivo de los aeropuertos en el territorio, correlacionados con el desarrollo económico y, en especial, con las actividades de valor añadido.

Ante los diferentes puntos de vista conviene poner el foco en realidades centradas en datos que son los que permitirán una toma de decisiones adecuada. No hay soluciones del todo o nada hacia la reducción de emisiones a la atmósfera. El reto es colaborar en un modelo sostenible de crecimiento responsable que mejore el bienestar de las personas. Debe actuarse con rigurosidad y realismo; por correr más NO llegaremos más lejos, ni nunca llueve a gusto de todos. Para tener una visión más amplia y equilibrada, en cada una de las ciudades del entorno aeroportuario es clave disgregar el impacto económico y social del coste que soportan en forma de impacto medioambiental, ruido, contaminación del aire, afectación al paisaje, y separar los efectos globales, como son las emisiones y su contribución al cambio climático.

Norwegian
Aviones de la compañía Norwegian operando en las pistas del aeropuerto Josep Tarradellas-El Prat.

El sector de la aviación y aeroportuario está altamente comprometido en la lucha contra el cambio climático. En el horizonte de 10 a 20 años será factible alcanzar una aviación civil en la que predomine la propulsión eléctrica e híbrida para el transporte regional y de corto alcance con motores de combustión de hidrógeno para rutas intermedias y de alta capacidad y basada en combustibles sostenibles en vuelos de larga distancia. Las compañías fabricantes de aviones tienen importantes retos tecnológicos: Airbus apuesta por el hidrógeno líquido que produce vapor de agua como subproducto de la combustión y por tanto cero emisiones, mientras que Boeing apuesta por los combustibles SAF con un 80% de reducción de emisiones, básicamente para medias y largas distancias, por la dificultad que representan las baterías actuales que no pueden generar ni almacenar energía suficiente para largos recorridos.

Desde los casi 120 años de historia del primer vuelo, la aviación ha sido un ejemplo de superación de retos tecnológicos

Los aeropuertos de toda la red de Aena están comprometidos en ser operador neutro en emisiones en 2026 y en 2040 alcanzará las cero emisiones en la vanguardia del compromiso climático del sector. Por lo tanto, el sector de la aviación está en el rumbo correcto con importantes retos y compromisos en la lucha contra el cambio climático.

En Barcelona la clave de la ampliación del aeropuerto es el impacto en el suelo. Debemos centrarnos en la evaluación del impacto en el Espacio Natural Protegido del Delta del Llobregat que contempla Zonas Especiales de Protección (ZEC) y Zonas Especiales de Protección de Aves (ZEPAS) que rodean el aeropuerto. Además, es necesario analizar otros aspectos básicos como el sistema hídrico que, seguramente, requerirá un plan integral por parte de las administraciones competentes a fin de avanzar en la búsqueda de soluciones equilibradas que reciban el consenso del territorio y la superación y garantía del obligado y exigente filtro europeo.

El reto es optimizar de forma equilibrada la capacidad del Aeropuerto de Barcelona

No será fácil, pero es el momento de evaluar posibles desarrollos del aeropuerto con rigurosidad y realismo, con amplitud de miras. Si decidimos que la conectividad es estratégica para nuestro futuro, estamos obligados a considerar nuevos desarrollos que permitan consensuar nuevos escenarios que garanticen la sostenibilidad medioambiental y la competitividad económica.

Hay que determinar los cuellos de botella actuales y futuros. Medidas que todo el sector considera necesarias como el Cielo Único Europeo, por la reducción de emisiones de CO2 (11%), trasladarán presión hacia la capacidad aeroportuaria, por lo que debemos prepararnos para cuando ello ocurra, así como al incremento de distancias hacia o desde Asia por conflictos políticos en el que es un mercado estratégico para el futuro.

El reto es optimizar de forma equilibrada la capacidad del Aeropuerto de Barcelona, en la que va a ser su última gran ampliación. Tenemos que decidir qué papel queremos jugar en el futuro y, sobre esta base, atrevernos con la transformación del aeropuerto.