Automobile Barcelona ha regresado a Fira Montjuïc con las reticencias ante el coche eléctrico sobrevolando a sus asistentes, divididos entre los que aún no se atreven a hacer el cambio y los que lo quieren hacer, pero lo ven demasiado caro. Desde el sábado 13 de mayo hasta el domingo 21 de mayo, el salón se llena, especialmente los fines de semana, de clientes potenciales que quieren ver en persona los coches que tantas veces han buscado en Internet, aunque cada vez haya menos modelos expuestos y se ocupe menos espacio. Pero también están los curiosos que solo quieren pasear y ver sus más de 100 expositores, desde los que van a pasar el día como Dolors, quien dice que “es un plan de jubilados”, a grupos de chicos que aún no se pueden comprar un coche pero van a ver cómo está el mercado, sin importar si se tienen que saltar clases.
Pere se encuentra entre los que no saben qué es mejor, si comprarse un coche de gasolina y poderlo conducir hasta 2035, o irse a por el eléctrico, aunque le preocupa su poca autonomía, más en su caso, con una hija que vive en el extranjero que le obliga a hacer largos viajes para visitarla. “La duda está ahí”, insiste después de llevar un rato paseando por el salón organizado por Fira de Barcelona, con una treintena de marcas participantes este año, un 40% más respecto a 2021, la primera edición poscoronavirus. Luego están Sara y su marido, acompañados por su hijo en carrito, a quienes les encanta todo lo que sea eléctrico pero aún lo ven muy caro y creen que tendrán que esperar unos cuantos años a comprarlo. “Y cada vez está más caro”, alertan Montse y Luís, quienes señalan también como los coches híbridos son demasiado grandes para unos párkings que no han crecido al mismo ritmo. En ese sentido, según una encuesta realizada en el salón, el 61,5% de los asistentes sitúa su presupuesto de compra entre los 20.000 y los 40.000 euros, una cifra por debajo de la oferta de los fabricantes locales.
Algo más claro lo tiene Andrés, quien ya ha decidido el modelo que quiere de Kia, un microhíbrido. Se lo traía mirado y solo quería verlo en persona. Quería hacer lo mismo con el Seat Arona, pero la automovilística de Martorell no tiene comerciales en el salón para atender a los asistentes, dándoles solo la opción de dejar sus señas para que les contacten posteriormente, por lo que Andrés se ha decantado por el fabricante coreano. “Lo acabaré de decidir en 24 horas”, ha asegurado, sin quererse perder los descuentos que se ofrecen en Automobile Barcelona, que pueden llegar a ser de hasta 8.000 euros.
Si hay que dejar atrás el coche de gasolina, la opción que más convence a los asistentes del Salón del Automóvil son los híbridos no enchufables. “No es excesivamente caro”, cuentan Maria y Juanjo, una pareja de Mallorca que está de visita en la ciudad y, viniendo del aeropuerto, ha decidido hacer una parada en Fira Montjuïc cuando han visto todos los coches que ocupan la Avenida de la Reina Maria Cristina. De hecho, según la encuesta citada anteriormente, la mitad de los compradores potenciales busca un coche electrificado, con el 34,9% prefiriendo un coche híbrido o híbrido enchufable y un 17% uno completamente eléctrico. Así, solo el 20,9% quiere seguir con la gasolina. De todos los asistentes que visitan Automobile Barcelona, el 36% acude con la intención de comprar un vehículo.
Aunque los modelos eléctricos protagonicen Automobile Barcelona desde hace ediciones hay algunos que no acaban de estar convencidos, como Pedro, Guillermo y Luís, un grupo de amigos que visitan el salón desde hace más de 30 años. “Tenemos nostalgia de los coches clásicos”, reconocen, poco entusiasmados con los coches eléctricos. Eso sí, ven bien que este año el salón sume el Motoh! Barcelona, coincidencia que no se producía desde 1999: “Es muy buena idea”. También están los que ven que faltan muchas marcas y, además, no encuentran los modelos que buscan, ni cuando son los más vendidos de la marca. “No los tienen”, sostienen Montse y Luís, constatando cómo la crisis de suministros sigue afectando al salón.
Todas las preguntas, y algunas quejas, que tienen los asistentes las formulan en estands como el de Tesla, uno de los más populares este año, animando el ambiente con su ruido de bocina de feria que va sonando de vez en cuando. Una de sus comerciales ya había vendido cinco coches a media mañana del jueves, constatando que los interesados que van un poco convencidos de un modelo, cuando hacen un recorrido de 20 minutos hasta el Estadio Lluís Companys, vuelven y lo compran.
También están los que se acercan a Tesla porque tienen dudas de si hay puntos de carga suficientes, para lo que les enseñaban un mapa con toda la infraestructura disponible y tranquilizaban a más de uno. Según la encuesta hecha durante el Salón del Autómovil, casi un 60% de los visitantes reconoce que el desarrollo de la red de puntos de carga tiene un peso clave en la decisión de compra. Esa inquietud también se oye en Wallbox. Ahí también se acercan para saber si se puede instalar uno de sus cargadores en casa o en un párking comunitario. Incluso hay quien ya está pensando en hacerlo funcionar con placas solares.
Ebro es otra parada a la que la gente también va a preguntar dónde se podrá cargar la pick-up con la que van a recuperar esta histórica marca española en los terrenos que ocupó Nissan en la Zona Franca. Además, sus comerciales han oído mil y una anécdotas, con algunos asistentes emocionándose viendo que había revivido, desde uno que recordó como iba de joven con la furgoneta de su tío por el campo u otro que reconoció que aún usa siete camiones de la marca en su empresa, asegurando que son los mejores que hay.
Y, para recuerdos, los de los que se han adentrado en la exposición de Seat por su 70 aniversario, con una pequeña selección de sus coches históricos, con el 600 llevándose todas las fotos. Entre ellos, un extrabajador de la compañía, quien iba repasando cada detalle de los modelos: “Los conozco todos de primera mano”. Iba acompañado por una compañera que lamentaba el camino que está siguiendo una marca que tanto ha representado para muchos.
