“El exceso de turistas en todas partes se había convertido en un problema cada vez mayor hasta que la covid-19 lo solucionó de golpe”, escribe provocadoramente Tony Wheeler en En defensa del viaje (Geoplaneta, 2020), un pequeño ensayo hecho en plena pandemia que nos invita a reflexionar sobre por qué viajamos y, al mismo tiempo, sobre todo lo que conlleva de detestable el turismo de masas. Para situaros, Wheeler, además de ser un viajero infatigable, es el fundador de las guías Lonley Planet. Por lo tanto, la suya es una opinión a tener en cuenta a la hora de plantearnos cómo será el futuro de los viajes ahora que las vacunas nos permiten vislumbrar la luz al final del túnel.
Como es lógico viniendo de alguien que se habrá hecho de oro publicando unas guías de viaje que han inspirado a millones de personas a trotar por el mundo, Wheeler es un defensor a ultranza de los viajes. Sin embargo, reconoce los problemas que conlleva el sobreturismo y cita como paradigmáticos los casos de Barcelona, Amsterdam y Venecia, aunque explica que de la masificación turística no se salva ni la cima del Everest. Sobre nuestra ciudad en particular escribe: “Barcelona era sin duda un símbolo del problema, con demasiados visitantes que desplazaban la población local y llevaban con ellos todas las complicaciones inherentes al sobreturismo“. Wheeler critica especialmente el turismo de cruceros por ser contaminante, contribuir poco o nada a los negocios locales de las ciudades que visitan y, en última instancia, por haber contribuido a la expansión del coronavirus por el mundo.
Wheeler es un defensor a ultranza de los viajes, pero reconoce los problemas que conlleva el sobreturismo y cita como paradigmáticos los casos de Barcelona, Amsterdam y Venecia
Si, a pesar de ser viajeros entusiastas, la pandemia os está llevando a cuestionaros si realmente seguirá mereciendo la pena volver a viajar, una vez empecemos a dejar atrás la covid-19, os recomiendo que leáis a Wheeler y se os pasarán todas las manías.
Es curioso que este año que no he podido viajar es cuando paradójicamente más me interesa todo lo que tiene que ver con ello. Cuando salgo a hacer deporte por las calles de la ciudad, escucho el podcast de Els viatgers de la Gran Anaconda, el veterano programa de viajes que Toni Arbonès presenta en Catalunya Radio. Aunque enfile calle Marina abajo, me subo al gran vientre-canoa de la Gran Anaconda que me transporta a la ciudad monástica de Lalibela, Etiopía, de la mano de la arqueóloga e historiadora Irene Cordón; a Kyoto, Japón, para sumergirme en el mundo de las geishas con la fotógrafa Kris Ubach o me recuerda el perfume de incienso que no te abandona nunca cuando viajes por Omán, aunque Alba Xandri y Ricard Calmet se atrevieran a recorrer pedaleando las montañas de este desconocido emirato del Golfo Pérsico y yo lo hiciera en todoterreno.
Aunque enfile calle Marina abajo, el gran vientre-canoa de la Gran Anaconda me transporta a la ciudad monástica de Lalibela, Etiopía
También me he aficionado a los programas de gastronomía que nos hacen viajar por el mundo y conocer sus tradiciones culinarias. En Netflix, he encontrado algunos muy interesantes como por ejemplo Flavorful Origins, una serie preciosista y sutil que nos invita a conocer las suculentas tradiciones culinarias de la China más desconocida. También me encanta Street Food, serie mucho más gamberra y que me hace añorar los mercados ruidosos y llenos de vida de Asia y Latinoamérica. Y aunque quiero mencionar otro programa, Comida para Phil. Aunque el histrionismo de Phil Rosenthal puede cargar un poco, el presentador sabe transmitirte la alegría que le provoca comer desde una sopa servida a pie de calle en Bangkok y un taco en Ciudad de México a un bacalao para caer de culo en un elegante restaurante de Lisboa.
Los amantes de los viajes nos hemos visto forzados a viajar de memoria, en palabras del escritor y viajero Xavier Moret. Me parece una expresión muy acertada para definir esta forma de viajar mentalmente a partir de libros, programas de radio y documentales televisivos o, por supuesto, de repasar fotos de nuestros viajes pasados. Ojalá que, dentro de unos años, recordemos 2020 como el año que viajamos de memoria porque querrá decir que hemos podido volver a hacerlo de verdad.