La meta de Rolnik es clara: pensar críticamente para defender...
El Ayuntamiento tiene previsto terminar este mes la tramitación urbanística...
El desarrollo tecnológico al servicio de las personas -y no...
El operador alemán de puntos de intercambio de Internet De-Cix,...
Cada día se crean en la Wikipedia española unas 400...
En Barcelona tenemos algún pasaje a la europea, tan bonito...
El Design Museum de Londres explora el fascinante universo Ferrari,...
Una exposición del Palau Robert repasa los años del 'underground'...
Miles de nombres llenan nuestro día a día con sus...
Cada vez que hay un partido de la Copa del...
Hoteles y edificios singulares se suman a los espacios con...
EV Motors plantea invertir 80 millones de euros en la...
El grupo suma otro año de récord con una facturación...
Aunque me encanta el verano, siempre hay un momento del...
Su museo se transforma para repasar una trayectoria con muchas...
La comisaria e investigadora Imma Prieto (Vilafranca del Penedès, 1976)...
“Aquel día yo estaba castigada, cosa habitual porque era una...
“No tenemos competencia” dice Josep Maria Lloreda, padre del KH-7,...
La edición barcelonesa empieza a remediar la deuda histórica con...
El defensor del título, el Emirates Team New Zealand, se...
[dropcap letter=”L”]
a expresión “el lado oscuro de la fuerza” es una de las más populares. Aparece en todos los capítulos de la saga, puntualmente empleada por los Jedi para referirse al camino errado, al mal uso del poder que aprehenden en su interconexión espiritual con el mundo. Y, sin embargo, la versión dualista, la concepción de dos principios enfrentados entre sí -típica del maniqueísmo, que otorga entidad al mal, como principio realmente existente- se fundamenta en el miedo más humano, el sinsentido del sufrimiento y la posibilidad de la pérdida, que en última instancia representa la muerte.
El maestro Yoda, tras preguntar al niño Anakin por su madre, que ha dejado atrás contra su voluntad en La amenaza fantasma (Episodio I), le advierte: “El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo conduce a la ira. El enfado conduce al odio. El odio conduce al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti”.
El miedo a la pérdida y la necesidad de subvertir el sentido del mal que se deriva de ese miedo, harán caer en la tentación al joven Anakin. Se convertirá en Darth Vader, bajo las enseñanzas del Lord Sith, no en vano le ofrece un poder superior al de los Jedi, como es la capacidad para vencer a la muerte.
El discurso maniqueo se hace eco, asimismo, de la sempiterna tendencia que consiste en demonizar al otro; el extraño o adversario, a menudo (des)calificado mediante la pragmática variante de “mentiroso”. Cumple nuevamente con una función antropológica, reafirma la propia posición en aras de lo que Friedrich Nietzsche había denominado “autoconservación”. El mecanismo del miedo protege instintivamente al animal humano, pero al mismo tiempo lo induce a la creencia en un lado negativo, con entidad propia y moralmente connotado. Es asociado a personas y conductas “malas”, por representar una amenaza vital.
El mecanismo del miedo protege instintivamente al animal humano, pero al mismo tiempo lo induce a la creencia en un lado negativo
Los primeros teólogos en declarar heréticas a las sectas gnósticas que convivieron con el cristianismo primitivo -entre las cuales, aquellas vinculadas al maniqueísmo- subrayaron cómo al intentar explicarse el mal, su origen o razón de ser, le acababan otorgando una realidad entitativa, esencial. Incluso San Agustín, antes de convertirse -y entender el mal como “ausencia de bien”, de la cual el hombre sería responsable- había encontrado solaz en la explicación maniquea, pues proporcionaba una justificación de apariencia racional a los aspectos menos tolerables de la existencia humana.
La peligrosidad de este tipo de explicaciones, ofrecidas en exclusiva a los discípulos -aquellos “escogidos”, preparados para la salvación en detrimento de la mayoría de “engañados”-, reside sobre todo en los efectos de su posible radicalización. El paradigma del escogido/incomprendido se exacerbó, por ejemplo, en la secta de los llamados cainitas. Estos habrían venerado a la figura de Judas como agente real de la salvación, pues sin su intervención pecaminosa -la traición que provoca la detención de Jesucristo, y en última instancia el sufrimiento infligido en la cruz, la pasión- tampoco habría de sobreabundar la gracia, entendida como salvación en exclusiva por y para los seguidores del personaje oficialmente repudiado.
DEL RELATIVISMO AL NIHILISMO REACTIVO
También en Star Wars la llamada del “lado oscuro de la fuerza” -momento de crisis en que se ofrece una tentadora comprensión de lo incomprensible- afecta al héroe, llámese, Anakin, Luke, Ben (Kylo Ren) o Rey, con resultados desiguales.
Para provocar la transformación de Anakin en Vader, el Lord Sith explica que “el bien es punto de vista. Los Sith y los Jedi son iguales en casi todo, inclusive su búsqueda de un poder mayor”.
Le conmina en La venganza de los Sith (Episodio III) a abrazar una visión “más amplia de la fuerza” y a alejarse así de la “visión estrecha y dogmática de los Jedi”. Anakin, con todo, sólo es convencido cuando el Sith esgrime el argumento que apunta a su mayor temor: “aprende a conocer el lado oscuro de la fuerza y salvarás a tu mujer de una muerte segura”.
En su versión más reciente, en el Episodio VIII, la invitación de Kylo Ren a Rey -la invitación a dejar todo atrás, “la orden Jedi y los Sith”, que son equiparados, para formar una pareja poderosa, que renueve y trascienda los regímenes anteriores- no es efectiva hasta que hurga en la herida más dolorosa, y revela la permanencia en el lado oscuro, a través de la predominancia del miedo. Para persuadirla, Kylo Ren hace referencia a la humildad e incertidumbre de sus orígenes, concretamente al traumático abandono que sufrió de sus padres. Abandono inasumible, que aún la tortura. Dice de ellos que eran traficantes, que la vendieron para poder seguir enganchados a sus vicios. Literalmente, le espeta “vienes de ningún parte, no eres nada… pero no para mí”.
Síntoma de una inseguridad enfermiza, el miedo de Kylo Ren le lleva a adoptar una forma de nihilismo reactivo, resumible en la neurótica sentencia “o César, o nada”.
La forma de captar a Rey es típica de las sectas, que hacen sentir especial (“escogido”) al recién llegado, tras destruir o depreciar su mundo, toda vez que se encuentra ya maltrecho, y él emocionalmente inestable: nadie te entiende, no tienes nada, no eres nadie, todo el mundo te engaña y se engaña respecto a ti… pero aquí te podemos enseñar la realidad, si te unes a nosotros nacerá tu verdadero yo, porque tú eres especial, y mereces ser poderoso. En el caso del propio Kylo Ren, el miedo no es tanto a la pérdida, como lo había sido en su admirado Darth Vader (Anakin), cuanto un síntoma de la inseguridad enfermiza -quizá, especulamos, por no haber sido lo suficientemente apreciado de niño, ¿podría plantearse en un nuevo spin off?- que, en cualquier caso, le lleva a adoptar una forma de nihilismo reactivo, resumible en la neurótica sentencia “o César, o nada”.
Aquel comportamiento extremo, que Albert Camus ilustró de forma inmejorable en su Calígula -comportamiento extremadamente infantil, que alterna entre el máximo empoderamiento y la pasión destructora-, busca ser superado por el paradigma Jedi. Ya desde los inicios de la saga, en El imperio contraataca y El retorno del Jedi -hasta en el caso más reciente, Los últimos Jedi– se insininúa una doble verdad, poderosa e inquietante: que, en realidad, nadie es inmune a sucumbir al miedo, y que el endiosamiento puede resultar letal para el que se cree establecido en el lado “claro” de la fuerza. (Continuará…)
[dropcap letter=”L”]
a expresión “el lado oscuro de la fuerza” es una de las más populares. Aparece en todos los capítulos de la saga, puntualmente empleada por los Jedi para referirse al camino errado, al mal uso del poder que aprehenden en su interconexión espiritual con el mundo. Y, sin embargo, la versión dualista, la concepción de dos principios enfrentados entre sí -típica del maniqueísmo, que otorga entidad al mal, como principio realmente existente- se fundamenta en el miedo más humano, el sinsentido del sufrimiento y la posibilidad de la pérdida, que en última instancia representa la muerte.
El maestro Yoda, tras preguntar al niño Anakin por su madre, que ha dejado atrás contra su voluntad en La amenaza fantasma (Episodio I), le advierte: “El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo conduce a la ira. El enfado conduce al odio. El odio conduce al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti”.
El miedo a la pérdida y la necesidad de subvertir el sentido del mal que se deriva de ese miedo, harán caer en la tentación al joven Anakin. Se convertirá en Darth Vader, bajo las enseñanzas del Lord Sith, no en vano le ofrece un poder superior al de los Jedi, como es la capacidad para vencer a la muerte.
El discurso maniqueo se hace eco, asimismo, de la sempiterna tendencia que consiste en demonizar al otro; el extraño o adversario, a menudo (des)calificado mediante la pragmática variante de “mentiroso”. Cumple nuevamente con una función antropológica, reafirma la propia posición en aras de lo que Friedrich Nietzsche había denominado “autoconservación”. El mecanismo del miedo protege instintivamente al animal humano, pero al mismo tiempo lo induce a la creencia en un lado negativo, con entidad propia y moralmente connotado. Es asociado a personas y conductas “malas”, por representar una amenaza vital.
El mecanismo del miedo protege instintivamente al animal humano, pero al mismo tiempo lo induce a la creencia en un lado negativo
Los primeros teólogos en declarar heréticas a las sectas gnósticas que convivieron con el cristianismo primitivo -entre las cuales, aquellas vinculadas al maniqueísmo- subrayaron cómo al intentar explicarse el mal, su origen o razón de ser, le acababan otorgando una realidad entitativa, esencial. Incluso San Agustín, antes de convertirse -y entender el mal como “ausencia de bien”, de la cual el hombre sería responsable- había encontrado solaz en la explicación maniquea, pues proporcionaba una justificación de apariencia racional a los aspectos menos tolerables de la existencia humana.
La peligrosidad de este tipo de explicaciones, ofrecidas en exclusiva a los discípulos -aquellos “escogidos”, preparados para la salvación en detrimento de la mayoría de “engañados”-, reside sobre todo en los efectos de su posible radicalización. El paradigma del escogido/incomprendido se exacerbó, por ejemplo, en la secta de los llamados cainitas. Estos habrían venerado a la figura de Judas como agente real de la salvación, pues sin su intervención pecaminosa -la traición que provoca la detención de Jesucristo, y en última instancia el sufrimiento infligido en la cruz, la pasión- tampoco habría de sobreabundar la gracia, entendida como salvación en exclusiva por y para los seguidores del personaje oficialmente repudiado.
DEL RELATIVISMO AL NIHILISMO REACTIVO
También en Star Wars la llamada del “lado oscuro de la fuerza” -momento de crisis en que se ofrece una tentadora comprensión de lo incomprensible- afecta al héroe, llámese, Anakin, Luke, Ben (Kylo Ren) o Rey, con resultados desiguales.
Para provocar la transformación de Anakin en Vader, el Lord Sith explica que “el bien es punto de vista. Los Sith y los Jedi son iguales en casi todo, inclusive su búsqueda de un poder mayor”.
Le conmina en La venganza de los Sith (Episodio III) a abrazar una visión “más amplia de la fuerza” y a alejarse así de la “visión estrecha y dogmática de los Jedi”. Anakin, con todo, sólo es convencido cuando el Sith esgrime el argumento que apunta a su mayor temor: “aprende a conocer el lado oscuro de la fuerza y salvarás a tu mujer de una muerte segura”.
En su versión más reciente, en el Episodio VIII, la invitación de Kylo Ren a Rey -la invitación a dejar todo atrás, “la orden Jedi y los Sith”, que son equiparados, para formar una pareja poderosa, que renueve y trascienda los regímenes anteriores- no es efectiva hasta que hurga en la herida más dolorosa, y revela la permanencia en el lado oscuro, a través de la predominancia del miedo. Para persuadirla, Kylo Ren hace referencia a la humildad e incertidumbre de sus orígenes, concretamente al traumático abandono que sufrió de sus padres. Abandono inasumible, que aún la tortura. Dice de ellos que eran traficantes, que la vendieron para poder seguir enganchados a sus vicios. Literalmente, le espeta “vienes de ningún parte, no eres nada… pero no para mí”.
Síntoma de una inseguridad enfermiza, el miedo de Kylo Ren le lleva a adoptar una forma de nihilismo reactivo, resumible en la neurótica sentencia “o César, o nada”.
La forma de captar a Rey es típica de las sectas, que hacen sentir especial (“escogido”) al recién llegado, tras destruir o depreciar su mundo, toda vez que se encuentra ya maltrecho, y él emocionalmente inestable: nadie te entiende, no tienes nada, no eres nadie, todo el mundo te engaña y se engaña respecto a ti… pero aquí te podemos enseñar la realidad, si te unes a nosotros nacerá tu verdadero yo, porque tú eres especial, y mereces ser poderoso. En el caso del propio Kylo Ren, el miedo no es tanto a la pérdida, como lo había sido en su admirado Darth Vader (Anakin), cuanto un síntoma de la inseguridad enfermiza -quizá, especulamos, por no haber sido lo suficientemente apreciado de niño, ¿podría plantearse en un nuevo spin off?- que, en cualquier caso, le lleva a adoptar una forma de nihilismo reactivo, resumible en la neurótica sentencia “o César, o nada”.
Aquel comportamiento extremo, que Albert Camus ilustró de forma inmejorable en su Calígula -comportamiento extremadamente infantil, que alterna entre el máximo empoderamiento y la pasión destructora-, busca ser superado por el paradigma Jedi. Ya desde los inicios de la saga, en El imperio contraataca y El retorno del Jedi -hasta en el caso más reciente, Los últimos Jedi– se insininúa una doble verdad, poderosa e inquietante: que, en realidad, nadie es inmune a sucumbir al miedo, y que el endiosamiento puede resultar letal para el que se cree establecido en el lado “claro” de la fuerza. (Continuará…)