Seat sigue mostrando su resiliencia, a pesar de que no acaba de arrancar la demanda de coches eléctricos y se extiende la incertidumbre geopolítica y la competencia china. La automovilística con sede en Martorell ha vendido más de 558.000 coches en 2024, un 7,5% más en comparación con el año pasado, lo que le ha llevado a registrar un récord de facturación, con 14.500 millones de euros. A pesar de los ingresos históricos, el beneficio se ha situado en los 522 millones de euros, unos 26 millones menos que en 2023. Ante los buenos resultados, los empleados recibirán una paga extra.
“Nuestra capacidad para crecer en un contexto tan difícil demuestra la fortaleza de nuestras marcas, Seat y Cupra”, ha sostenido su consejero delegado, Wayne Griffiths. Especialmente de Cupra, una marca más cara que Seat que fue creada en 2018 con el Cupra Ateca y ya cuenta con siete modelos. Desde entonces, ha conseguido vender más de 800.000 vehículos en todo el mundo, con la previsión de alcanzar el millón de unidades a finales de este 2025. Actualmente, representa el 48% de la facturación del fabricante español.
A pesar de que desde hace años Griffiths se había acostumbrado a poner el foco en la nueva marca, esta vez se ha acordado más de Seat, que este año cumple 75 años y sigue “en buena forma”, con 310.000 coches vendidos en 2024. Ante esta efeméride, el consejero delegado ha apuntado que, a partir de 2030, se decidirá si sus coches tendrán una versión eléctrica, algo ahora solo reservado para los Cupra por su mayor margen. “Nuestro foco está en ser rentables. Con un 5% de los coches vendidos en España siendo eléctricos no es el momento aún de electrificar Seat, pero no lo descarto de cara al futuro”, ha indicado. Además, ha anunciado la creación de una fundación para fomentar a las nuevas generaciones en sectores como la cultura, el deporte y la investigación, dando continuidad a iniciativas ya anunciadas como el apoyo al Premio Joan Miró y alianzas como las que tiene con el director J.A. Bayona y la ESCAC.
Más allá de un futuro para Seat que ahora se empieza a verbalizar, el principal nubarrón para la compañía este 2025 se encuentra en los aranceles europeos a los coches chinos. Se trata de una medida que afecta a la empresa con el Cupra Tavascan, un vehículo 100% eléctrico que se fabrica en la planta del grupo Volkswagen en Anhui (China). En vigor desde el pasado octubre, los impuestos han tenido un fuerte impacto en las cuentas de Seat, evitando que su rentabilidad haya llegado al 5% y se haya quedado en el 4,4%, habiendo estado aprobados tan solo durante tres meses.
“Nos está costando demasiado dinero. No podemos seguir así”, ha remarcado Griffiths, quien ha señalado que están mirando como encontrar una solución en Bruselas a lo largo de este primer trimestre. Según cálculos de la empresa, esta medida puede acabar afectando a unos 1.500 empleados. “El proteccionismo y los aranceles no funcionan”, ha defendido el directivo, “ganas tiempo pero no resuelves el problema de la productividad”. Si se mantienen todo este año, la compañía estima que los aranceles se llevarán la mitad de sus beneficios.
En este mundo cada vez más polarizado, la llegada de Cupra a Estados Unidos también se está revisando, aunque se mantiene para finales de la década. Con Europa generando el 90% de la facturación, la automovilística del Baix Llobregat quiere llegar al país americano y Griffiths asegura que los aranceles no van a cambiar su apuesta de expansión: “Los planes tienen que ser a largo plazo”.

Preseries de los primeros coches eléctricos
En un tiempo récord, Seat ha alzado su planta de ensamblaje de baterías eléctricas, donde ha invertido 300 millones de euros. A falta de unos meses para completar la construcción, la automobilística empezará esta semana con la fabricación de las primeras preseries. “Es un hito histórico y un paso enorme hacia el futuro de la compañía”, ha remarcado Griffiths. La compañía está invirtiendo unos 10.000 millones de euros para adaptar sus instalaciones a la electrificación, con 3.000 millones de euros quedándose en Martorell. “No hay alternativa a la electrificación. Estamos haciendo los deberes y queremos que los demás hagan lo mismo. Si nosotros podemos, ellos también”, ha advertido.
Las primeras baterías se destinarán al coche eléctrico Cupra Raval, que se presentará mundialmente el próximo septiembre en Múnich. A máxima capacidad, las instalaciones tendrán capacidad para ensamblar 300.000 baterías cada año, con una plantilla de 500 trabajadores repartidos en tres turnos. Todos ellos serán empleados previos de la compañía, formados para la nueva etapa.

A la planta llegan en tren las celdas de las baterías eléctricas, fabricadas por PowerCo, con gigafactorías en Sagunto, Alemania y Canadá. En Martorell es donde se ensamblan, teniendo en cuenta que cada coche necesita un centenar de celdas para conformar una batería. En su elevado peso final está una de las ventajas de hacer el ensamblado lo más cerca posible de las líneas de montaje, teniendo en cuenta que cada celda pesa dos kilos y en conjunto acabarán sumando más de 300 kilos, lo que complica el transporte.
Una vez ensambladas, las baterías saldrán directamente de la planta por un puente de 600 metros que conectará con los talleres automovilísticos, llegando a las líneas de montaje correspondientes. Con la llegada de la electrificación, las tres líneas de la planta de Martorell se han reorganizado. Los coches eléctricos se harán en la 1, donde antes se hacían el Ibiza y el Arona, que se han movido a la línea 3, donde hasta ahora solo se fabricaba el Audi A1. Este año, la línea 1, con capacidad para unos 1.200 coches diarios, se concentrará en producir las preseries de los dos modelos asignados por el momento a Martorell, el Cupra Raval y el Volkswagen ID2. La previsión es empezar la fabricación en serie el primer trimestre de 2026.