Desde hace 35 años, Barcelona imagina cómo quiere ser y hacia dónde quiere ir. El alcalde Pasqual Maragall fue quien inició este camino, creando una oficina para elaborar el primer plan estratégico de ciudad en 1988, en línea con las luces largas que estaban poniendo otras ciudades europeas y estadounidenses. Con la transformación que la capital catalana vivió con los Juegos Olímpicos como telón de fondo, la administración local quiso encontrar una manera de acompañar los cambios que se estaban produciendo y hacerlo de manera conjunta entre los diferentes agentes sociales y económicos.
La internacionalización que experimentó Barcelona a partir de 1992, así como la crisis que siguió, fueron modificando la visión de futuro que se quería impulsar, incorporando elementos como la economía del conocimiento y ampliando el radio de acción. En 2003, Barcelona miró más allá de sus fronteras y apostó por fortalecer la relación con los 36 municipios que la rodean, donde viven 3,3 millones de personas, apuesta que cristalizó en 2010 con la creación de un órgano de gobierno único y pionero en toda España, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB).
Ahora, con un AMB consolidado, la nueva revisión del plan, con el año 2030 como horizonte, quiere ampliar el foco todavía más e incluir a unos 200 municipios que rodean Barcelona, repartidos en una superficie mucho más extensa que el área metropolitana y con una población que sube hasta los 5,4 millones de habitantes, yendo desde el Vendrell hasta Malgrat de Mar, pasando por Sabadell, Terrassa y Granollers. “La nueva estrategia interpela al conjunto del territorio metropolitano, a la ciudad real”, defiende el nuevo plan. Del área metropolitana, la zona más próxima a la capital catalana y con una densidad parecida, hacia la región metropolitana, situada en un radio más alejado de la ciudad y menos poblada.
“A pesar del afianzamiento económico, social y territorial de las dinámicas metropolitanas, continuamos sin disponer de unos instrumentos de gobierno adecuados para poder hacer frente a los retos que se derivan”, añade, “todo ello tiene repercusiones relevantes en la prestación de los servicios, la dotación y la gestión de las infraestructuras y la financiación local, lo que se traduce en desigualdades territoriales significativas”. La cuestión, por lo tanto, no pasa solo por ampliar el foco sino por desarrollar “una gobernanza metropolitana de tipo colaborativo que venga a superar las dificultades derivadas de las delimitaciones administrativas y sepa adaptarse a la geometría variable de los retos”. La propuesta del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB), coordinado por Oriol Estela y presidido por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de superar el área metropolitana y de dotar de instrumentos a esta nueva región de actuación ha topado con el rechazo de alcaldes socialistas como Antonio Balmon (Cornellà de Llobregat) y Nuria Marín (L’Hospitalet de Llobregat).
Más allá de los instrumentos que el PEMB defiende que hacen falta para estructurar a esta región metropolitana, a medio camino entre el AMB y la Diputación de Barcelona, el plan ha detectado misiones, terminología inspirada en la economista Mariana Mazzucato y que hace referencia a ámbitos de actuación que tienen que permitir articular esta identidad diversa formada por 200 municipios. Las ocho misiones de la región metropolitana incluyen cuestiones como la competitividad económica, el trabajo digno, la movilidad, las políticas de vivienda y la cohesión territorial, pero también el modelo de alimentación y la cultura. Todas ellas se traducen en objetivos específicos que se tienen que lograr de cara a 2030, como dedicar un 1,2% del PIB a I+D o incrementar en un 10% la participación cultural.
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Objetivos para la región metropolitana de cara a 2030
- Economía innovadora e inclusiva
Dedicar como mínimo un 1,2% del PIB a inversión privada en I+D.
- Niveles de renta suficientes
Garantizar los niveles salariales de los convenios colectivos vigentes en base a un salario mínimo de referencia.
- Emergencia ambiental y climática
Lograr una reducción del 45% de las emisiones de gases invernadero (GEH).
- Movilidad sostenible y segura
Conseguir un cambio en la distribución modal de los desplazamientos de un 10% en favor de la ecomovilidad.
- Alimentación saludable
La dieta se basará en un 60% en alimentos de proximidad.
- Cohesión territorial
La población con rentas bajas no superará el 25% en el conjunto de barrios vulnerables.
- Vivienda adecuada
La población que sufre sobrecarga por gastos de alquiler y suministros esenciales será inferior al 30%.
- Vitalidad cultural
Aumentar la participación de la población en la vida cultural en un 10%.
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