La sala principal de la exposición, dedicada a la investigación policial.
VIVE EL PALAU ROBERT

La exposición que quiere poner luz en la oscuridad

Tras su éxito radiofónico y televisivo, el universo de Crims invade el Palau Robert de Barcelona con una muestra gratuita que estará abierta al público hasta el 10 de abril

Justo antes de entrar en la primera sala de la exposición, un Carles Porta proyectado en la pared nos avisa que “todo lo que veremos es real” y que “la realidad y la muerte no entienden de sensibilidades”. Son las mismas frases que, acompañadas de planos aéreos de Barcelona a vista de dron y música dramática, preceden cada uno de los capítulos televisivos de Crims. Una introducción a la americana, ideal para empezar a teñir de negro el ambiente. Un prólogo que condensa en pocos segundos el impecable nivel de producción del true crime que ha conquistado los hogares de Catalunya.

Crims, un programa que Catalunya Radio estrenó en 2019 y se convirtió en un fenómeno de masas gracias a la adaptación televisiva emitida por TV3 (y la posterior versión en castellano emitida por Movistar +, traducida como Crímenes), se traslada ahora a la planta noble del Palau Robert de Barcelona, con una muestra que quiere sumergir al visitante en la atmósfera lúgubre de los casos que en el programa se narran.

Pero antes de adentrarnos en el Crims formato exposición, ¿cómo explicar el éxito del Crims televisivo, un programa capaz de fidelizar a 3,6 millones de espectadores desde el mes de febrero de 2020 y de acumular 35 millones de reproducciones en todas las plataformas digitales?

En Catalunya, un asesinato no deja de ser un hecho de carácter excepcional, una convulsión que viene a perturbar la pacífica y previsible monotonía de nuestras vidas. Por mucho que la oscuridad de los casos de Crims pueda transmitirnos lo contrario, vale la pena recordar que vivimos en una de las regiones con el menor índice de crímenes violentos del mundo, con una tasa de 0,8 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que equivale a unos 50 asesinatos cada año. Para ponerlo en perspectiva, en Estados Unidos esta cifra se eleva hasta el 6,5 y en Mexico –país que registra más de 20.000 muertes violentas al año– la tasa es del 28,3.

Nuestra fascinación por la sangre podría explicarse por la naturaleza anómala de estos estallidos de violencia, y puede que también, por la sospecha, más o menos infundada, que en este preciso instante, un asesino sin escrúpulos pueda estar afilando el cuchillo a pocos metros de casa.

Los récords de audiencia de Crims indican que el formato ha sabido rentabilizar el morbo que suscitan los casos más truculentos de nuestra historia reciente, huyendo del formalismo que imponen los códigos del documental para convertirse en un relato para adultos. Eso sí, basado en hechos reales.

La exposición del Palau Robert, organizada por la Dirección General de Difusión de la Generalitat y comisariada por Carles Ortet, ha sido una de las inauguraciones más mediáticas del año y permanecerá abierta al público hasta el 10 de abril del año próximo. La muestra quiere ser una experiencia inmersiva en la que los amantes del programa puedan vivir una extensión física de su universo narrativo, dando protagonismo a los tres ejes que sustentan cada capítulo: los criminales, los investigadores y las víctimas.

En palabras de Carles Porta, que ha colaborado en la producción de la exposición, “Existe un valor añadido en tocar, ver y sentir las cosas”. En Crims, el entretenimiento se entremezcla con la crudeza de los hechos y el dolor de las víctimas. Este delicado equilibrio toma forma a lo largo de la exposición, en la que los flashes terroríficos conviven con folios de sumarios judiciales y con un espacio dedicado a la memoria de los muertos. Para acercar la exposición a todo tipo de públicos, sean seguidores o no del programa, un código QR permite recorrer la muestra al estilo de un escape room adaptado a nuestro smartphone, replicando la estructura de juego de pistas que propone el formato televisivo.

La ambientación de la primera estancia de la exposición, dedicada a los criminales, entronca con el cánon estético del terror catalán iniciado por el Hotel Krüeger del Tibidabo y refinado por Jaume Balagueró con la saga REC. Nos encontramos en un piso desvencijado del Eixample, digamos que poco acogedor y amueblado con elementos simbólicos del programa: un DVD de Dexter, un arcón congelador, un collar de perlas o unas flores secas.

Detalle de la ambientación de la sala “criminal”.

Superada la habitación más tétrica, en la sala siguiente el visitante aparece proyectado en la pared como uno de los sospechosos de una rueda de reconocimiento policial. El juego es evidente: ¿Son los asesinos tan distintos a nosotros?

Unos pasos más allá, el rincón más introspectivo nos sitúa en un atardecer digital a la orilla de un lago, dónde hemos de imaginar que reposan las almas de los que ya no están. En una pared leemos que “las familias de las víctimas no tienen un acompañamiento social. Sienten una gran soledad. Somos una sociedad que menosprecia a las víctimas”. La cita es de Carles Porta, que en otra inscripción reivindica las tres “erres” que rigen su trabajo y el de su equipo detrás de las cámaras: Rigor, Respeto y Ritmo.

El lago como símbolo de recuerdo a las víctimas.

El plato fuerte de la muestra es la gran sala con la que concluye el recorrido, en la que el visitante puede ponerse en la piel de la policía científica, conociendo en detalle la tecnología que les permite analizar los indicios que aparecen en la escena del crimen. Los paneles informativos nos hablan de balística, lofoscopia, retratos robot y análisis de ADN con una prosa que es pura descripción, desnuda de sentimientos.

En una de las paredes, un mosaico inmenso de documentos y fotografías unidas por vectores de relación causal nos pone frente a los 22 casos que Crims ha llevado a la pantalla. Si miramos detenidamente, podremos repasar los códigos secretos que intercambiaban Brito y Picastote, los anónimos que recibía Helena Jubany, las imágenes borrosas del asesino del Putxet captadas por la cámara de un cajero automático o fragmentos del sumario del crimen de la Guardia Urbana.

Coincidiendo con el estreno de la nueva temporada de Crims en TV3, la exposición del Palau Robert nos brinda una buena oportunidad de mirar cara a cara la crónica negra de nuestro país y de comprobar, una vez más, la habilidad de Carles Porta para mantenernos enganchados a su magnético thriller.

La muestra quiere sumergir al visitante en la atmósfera oscura del programa.



Tags from the story