Italia en Barcelona

Aunque aquí no tengamos un barrio típicamente italiano como el Little Italy de Nueva York que en el acto hace que te sientas transportado a Italia sin salir de Manhattan, actualmente los italianos son la comunidad de extranjeros más grande de Barcelona, ​​con casi sesenta mil personas. Quizá por eso, por toda la ciudad hay decenas de restaurantes especializados en cocina italiana e incluso varias tiendas donde tanto los barceloneses de origen italiano como los amantes de la gastronomía de este país podemos comprar productos difíciles de encontrar en los comercios y mercados de toda la vida.

La cocina italiana es enormemente popular en todo el mundo. A pesar de que, para muchas personas, ir a un italiano es sinónimo de ir a comer una pizza o como mucho un plato de pasta. Hasta el más profano en la materia ha probado el Lambrusco y el Chianti. A todo el mundo le gusta compartir un tiramisú o una panna cotta y, con un poco de suerte, tomar un chupito de limoncellocortesia della casa”.

Barcelona está llena de pizzerías para todos los gustos y al alcance de todos los bolsillos. Establecimientos modestos y populares ideales para hacer cenas de grupo, porque la pizza suele gustar a todo el mundo y no pica de precio. También pequeños restaurantes con encanto donde llevar una primera cita porque la cocina italiana rica en sabores intensos, olores alegres y colores vivos es una invitación al disfrute.

Para los sibaritas, Barcelona también tiene un puñado de restaurantes italianos de primer nivel, con una carta fastuosa y una clientela devota e incondicional desde hace años. Pienso, por ejemplo, en el Giorgio, Il mercante di Venezia, Da Greco, La bella Napoli o Xemei. Establecimientos que te transportan por la vía de los sentidos a la elegante Venecia o al explosiva Nápoles haciendo evidente que Italia es un país con una cultura gastronómica amplísima y diversa.

A todo el mundo le gusta compartir un tiramisú o una panna cotta y, con un poco de suerte, tomar un chupito de limoncello “cortesia della casa”

Hace un tiempo, junto a la Sagrada Familia, levantó la persiana un pequeño café italiano regentado por una familia lógicamente italiana que enseguida se hizo muy popular entre los del barrio y los turistas. Poco antes de la pandemia, decidieron dar el salto y abrir un restaurante en un local colindante. Se llama Paisano Bistró (Lepant, 277) y es sencillamente una maravilla. Suelo comer allí una vez por semana y nunca falla. Hacen una pasta fresca de elaboración propia deliciosa. Seguro que se os hace la boca agua: ravioli caseros rellenos de radicchio y butifarra con salsa de mantequilla y salvia o rigatoni con berenjena, mozzarella ahumada y albahaca, por citar sólo dos.

También he descubierto la pinsa romana, un tipo de pizza con mucha tradición en la Ciudad Eterna, más ligera y digestiva que la que todos conocemos porque está hecha con una mezcla de trigo, harina de arroz y soja con una fermentación de 72 horas. Encima de la masa, una colección de ingredientes típicamente italianos de primera calidad: burrata fresca, mozzarella de búfala, salsiccia, mortadella, pecorino, friarielli

Seguro que se os hace la boca agua: ravioli caseros rellenos de radicchio y butifarra con salsa de mantequilla y salvia o rigatoni con berenjena, mozzarella ahumada y albahaca, por citar sólo dos

Siempre que me siento en la mesa del Paisano me hago la firme promesa de no tomar postres, pero soy fácil de convencer y siempre acabo compartiendo un cannolo siciliano acompañado de limoncello. Por si fuera poco, también tienen una fantástica selección de vinos italianos. Salvatore, el patriarca de la familia que regenta el establecimiento, siempre nos aconseja unos caldos interesantes. Sea un Sauvignon toscano o un Falanghina de la Campania.

De entre las formas que tenemos de viajar sin salir de Barcelona, creo que esta es una de las más placenteras.