El cambio climático y el incremento del número de residentes en Barcelona y su área de influencia son dos de los motivos que alertan de la posible falta de disponibilidad de los recursos de agua necesarios para abastecer a la población de aquí a 30 años. Las proyecciones más pesimistas cifran el déficit de agua potable en 43 hm3 anuales a partir de 2050. Lejos, pero tampoco demasiado, de las previsiones más optimistas, que apuntan a un déficit de 11 hm3 anuales en el mismo horizonte.
Ante esta situación, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) ha elaborado un plan estratégico para el ciclo integral del agua que constituye la hoja de ruta para reducir el déficit hídrico que sufre la metrópolis de Barcelona. La planificación prevé actuar de forma integral sobre todo el ciclo del agua, con unas inversiones estimadas por parte de todas las administraciones públicas que estarían entre los 2.100 millones y los 2.400 millones de euros. Del total, 740 millones corresponderían a la Agència Catalana del Agua (ACA), 1.300 millones al AMB y 410 millones a los ayuntamientos metropolitanos.
En este proyecto se incluyen medidas de ahorro y eficiencia, en buena parte mediante el adecuado mantenimiento de la red y el uso de recursos hídricos alternativos al agua potable, pero también el desarrollo de nuevas infraestructuras. Del déficit de 43 hm3, la mitad se podría cubrir con el simple hecho de hacer una mejor gestión del agua, según asegura Eloi Badia, vicepresidente de Ecología del AMB.
La otra mitad correspondería a la mejora de la red con el desarrollo de tres nuevas infraestructuras hidráulicas que requerirán una inversión de 132 millones de euros. Concretamente, el plan del AMB propone la construcción de una nueva planta potabilizadora (ETAP) y una estación de regeneración de agua (ERA) en el río Besòs, similar a la que ya funciona en el ámbito de la depuradora de El Prat de Llobregat. Esta instalación permitiría obtener agua de calidad superior, apta para ser bombeada aguas arriba del Besòs, para mantener sus caudales ecológicos. La tercera infraestructura planteada sería una conducción para transportar agua regenerada entre los cauces de ambos ríos para garantizar la disponibilidad hidráulica en la metrópoli.
“Esto quiere decir que se actuaría en las cuencas naturales del área metropolitana, Besòs y Llobregat, y que el volumen de inversiones es más reducido que en otros planeamientos”, al tiempo que el plan supone “un mayor aprovechamiento de otra gran vía fluvial metropolitana, el Besòs, y, por tanto, se equilibra la presión entre ambos sistemas”, destaca Badia.
Desde el AMB se recuerda que en estos momentos, el territorio metropolitano dispone anualmente de 806 hm3 de agua, mientras que la demanda de todo el territorio asciende a 397 hm3. Sin embargo, varios factores harán que estas cifras empeoren año tras año, y la disponibilidad de recursos hídricos en el área metropolitana se irá reduciendo. De hecho, para 2050, se calcula que los recursos serán de 745 hm3, pero la demanda se habrá incrementado hasta 501 hm3.
El cambio climático se prevé que disminuirá en un 12% los recursos superficiales y las cuencas internas del Ter y el Llobregat, y en un 9% los recursos subterráneos, al tiempo que incrementará la demanda de agua para usos agrícolas. Los acuerdos de la Mesa del Ter han reducido, a partir de 2023, el caudal de esta cuenca destinado al área metropolitana hasta un máximo de 54 hm3/año, y varios períodos de sequía podrían reducir la cantidad y calidad de las masas de agua.
El vicepresidente de Ecología del AMB, Eloi Badia, y la técnica de la dirección de Servicios del Ciclo del Agua del AMB, Maria Indurain, han indicado que el plan estratégico del agua se aprobará inicialmente en el Consejo Metropolitano del próximo 22 de marzo —coincidiendo con el Día Mundial del Agua— y que, después de todos los trámites administrativos necesarios, obtendría la aprobación final en diciembre de 2022.