Diez obras que debes conocer para sentir la música

Toda gran música representa el temblor del pálpito sometido al orden de la forma exquisita, sabia y dúctil, y dentro de la esplendidez de un arte a la medida humana. Por ejemplo, del ‘Libro rojo de Montserrat’ a Shostakóvich

9

Gymnopédies; Gnossiennes

Erik Satie

(1888 y 1890)

La extraña imantación que desprende este conjunto de piezas breves, su envolvente fuerza evocadora, ha hecho que se abusara de ella, como banda sonora incluso de los anuncios más banales. Ni eso ha conseguido desvanecer el halo de misterio que transpiran. Con las piezas más secretas de Debussy y de Ravel, entonan el canto de cisne del neoromanticismo del fin de siècle. Los vasos comunicantes del misterio son el campo de juego del genio. El aroma de la tercera gnossiene de Satie todavía nos embriaga; la luz de la quinta corteja con el horizonte con secuelas de Giorgione.