Una lancha de la marca barcelonesa Antonio Yachts navegando en aguas de Marina Vela. ©MV

Incus Capital se hace con la mayoría de Marina Vela

La entrada de la firma inversora con el 70% del accionariado permitirá rematar las obras pendientes y finalizar definitivamente las instalaciones del puerto deportivo barcelonés. El grupo balear Mayol, que ganó la concesión hasta 2045, seguirá gestionando la instalación junto a la nueva bocana y al pie del Hotel W.

Quedó marcado en la agenda pública de actos del Puerto de Barcelona: el 5 de noviembre de 2014 se programó la colocación de la primera piedra de Marina Vela, el puerto deportivo más novedoso y moderno de la ciudad. Ese día, el entonces alcalde Xavier Trias, el que fuera presidente del Puerto de Barcelona, ​​Sixte Cambra y el gerente de la marina, Nicolas Mayol, dejaron caer una gran bola de piedra por una improvisada rampa de madera. A modo de acto simbólico, esa bola arrancó las obras semanas más tarde.

El recinto del puerto no era una instalación totalmente nueva, sino el aprovechamiento de una lámina de agua de cinco hectáreas, rodeada de dos hectáreas y media de terreno, que habían quedado reservadas después de la adaptación del rompeolas al abrirse la bocana norte del puerto. Así, se aprovechó esa nueva infraestructura para reubicar las actividades de ocio náutico (inicialmente se había planteado trasladar allí el puerto de pescadores), en la zona que queda al pie del Hotel W Barcelona, por el lado suroeste.

La previsión inicial de la instalación contemplaba poder disponer de 134 amarres para embarcaciones de entre 10 y 40 metros de eslora. Como novedad principal, se ofreció una marina seca automatizada para acoger 200 barcas de hasta nueve metros de eslora. Estas se movían mediante un elevador que sacaba o dejaba en el agua estas embarcaciones en cuestión de minutos, al estilo del aparcamiento robotizado de Palau Nou, frente a La Boqueria. En ese caso, en vez de coches, son las lanchas las que quedan resguardadas en un almacén.

Además de las instalaciones netamente marítimas, el proyecto del nuevo puerto incluía una serie de locales comerciales y de restauración tanto en el lado opuesto al dique, que acabó convertido en la extensión del paseo marítimo, como junto al solar donde durante mucho tiempo estuvo previsto levantar la delegación barcelonesa del Museo Hermitage.

Edificio de capitanía y oficinas de Marina Vela, junto al acceso terrestre a la instalación. ©Thomas Lefebvre

Concesión hasta 2045

El mallorquín Nicolás Mayol, con intereses marítimos en Ibiza —como Marina Botafoch y los pantalanes deportivos del puerto formenterense de La Savina—, ganó la concesión de la Autoridad Portuaria de Barcelona para desarrollar y explotar la zona durante 30 años, es decir, hasta 2045.

En 2015 hubo un cambio de rumbo en la alcaldía de Barcelona. Con una nueva alcaldesa al timón de un equipo con una sensibilidad distinta a la de su antecesor en cuanto al desarrollo portuario y la navegación deportiva, acompañado de un frenazo inversor internacional, el proyecto se ralentizó. A esto se añadió la tormenta Gloria de enero del 2020, que afectó seriamente a las instalaciones, sobre todo, a la marina seca, que quedó muy dañada y tuvo que afrontar una costosa reparación para volver a la actividad. Y luego el confinamiento por la crisis sanitaria. Una tormenta perfecta que detuvo en seco el desarrollo y las obras de esta instalación por falta de financiación y tensiones de tesorería.

Incus redirige el rumbo

Para enderezar el rumbo de la marina, Incus Capital Advisors, firma madrileña de asesoramiento en inversiones alternativas en activos reales con oficinas en las capitales de España, Portugal, Francia y también en Milán, ha decidido adquirir el 70% de las acciones de Marina Vela. Esta operación llega después de que Incus haya rematado otras transacciones recientes como la compra del 50% de Torre Caleido, un enorme rascacielos de Madrid con 181 metros, que hasta ahora estaba en manos de Inmobiliaria Espacio, de la familia Villar Mir. También ha entrado en el negocio de las energías renovables al hacerse con el 23,5% de Dominion Energy y ha tomado el 10% de Aguas de Valencia.

Incus Capital no era hasta ahora ajena al negocio náutico y, de hecho, la adquisición de la mayoría del accionariado de Marina Vela viene de los inicios de la concesión: el grupo Mayol se dirigió a Incus para conseguir capital y obtuvo 27 millones del fondo canadiense Ontario Teachers’ Pension Plan. Gracias a esa acción se pudo llevar a cabo una inversión de casi 30 millones en las instalaciones, que no pudieron recuperarse por la tormenta perfecta antes descrita, a lo que se añadieron numerosos gastos corrientes.

La marina seca automatizada con capacidad para 200 embarcaciones es uno de los principales reclamos de la instalación. ©MV

Para afrontar la situación, Incus ha adquirido la mayoría (exactamente el 70%) de las acciones de Marina Vela, gracias a una capitalización de la deuda, lo que le permitirá acometer las inversiones pendientes en las instalaciones. Un nuevo escenario en el que Mayol se queda, finalmente, con un 30% de las acciones.

Retomando el rumbo

Con la entrada de la sociedad inversora, esta marina de Barcelona, que quizá sea la más desconocida por su situación, enderezará su rumbo económico. A simple vista también se evidenciará esta nueva etapa, puesto que finalmente se desatascará una de las obras pendientes más evidentes: la terraza sobre los locales comerciales inacabados que corre en paralelo al nuevo paseo de la escollera.

En su parte final, esta nueva área pública permite tener unas vistas privilegiadas. Estas son prácticamente inéditas, por su proximidad, a las entradas y salidas de todos los barcos que llegan a la parte norte del puerto, como los cruceros de menor capacidad o parte de los ferrys de las navieras Trasmed, GNV y Baleària. También pasan por esta zona los pesqueros y todos los barcos de recreo que llegan o salen del astillero MB92, los clubs Náutico, Marítimo, de Marina Port Vell y, por supuesto, Marina Vela. Desde este nuevo paseo también habrá una vista magnífica sobre todos los movimientos aéreos del helipuerto del muelle adosado, otra de las concesiones de la Autoridad Portuaria.

Terraza del restaurante Velissima, en Marina Vela.