El Hotel Majestic, en el Passeig de Gràcia con Valencia.

“Un hotel como el Majestic solo podía estar en Barcelona”

Pascal Billard, director y gran hotelier del buque insignia del grupo de la familia Soldevila, ve el futuro de la ciudad con optimismo, orgullo… y deberes pendientes

A modo de círculo virtuoso, hay hoteles que prestigian a una ciudad y profesionales que prestigian a ese hotel. Como es un círculo, también sucede al revés: el establecimiento da brillo al profesional y el hotel es lo que es gracias a su ciudad. Este es el caso del Majestic, de Barcelona y de Pascal Billard: se retroalimentan.

El director general de este legendario hotel aterrizó hace ocho años en Barcelona, en primavera de 2013. Curiosamente fue la primera vez que pisaba la ciudad para conocer el establecimiento que estaba interesado en ficharle para llevar ni más ni menos que un timón que por entonces tenía ya 95 años de historia. Con su fichaje y una serie de novedades, la familia Soldevila, propietaria histórica, buscaba dar aún más brillo a su buque insignia.

“Cuando llegué al Eixample y me encontré con este edificio majestuoso, conocí a la propiedad y al personal, vi claramente el potencial que tenía este hotel”, recuerda Billard tomando un café en el emblemático bar del Majestic, que, con su piano y barra, es uno de los símbolos sociales de Barcelona. “Recuerdo perfectamente la reunión con la familia y con el director general del grupo, me acuerdo muy bien de lo que hablamos, de los objetivos que tenían en mente, de todas las mejoras que podían realizarse… y acepté el reto”, señala.

El currículo de Billard es largo tanto en gestión hotelera como en restauración y todo comienza con la pasión de sus padres por comer en buenos restaurantes, lo que hizo que el joven Pascal tomase cariño a la buena mesa, se fijase en el servicio de sala, en los platos y en el funcionamiento de todo. Eso se tradujo en una vocación muy temprana por la cocina y restauración y a los 15 años ingresó en una institución histórica: la escuela de hotelería Jean Drouant en París, fundada en 1935.

Formar parte del alumnado de uno de los centros más prestigiosos de Europa en el sector le permitió realizar sus prácticas en hoteles emblemáticos de la Costa Azul y conocer la profesión desde todos los prismas. Aunque no consta en su currículum ni en Linkedin, hay una curiosidad reseñable: cuando tuvo que hacer el servicio militar fue destinado a algo tan peculiar como preparar los desayunos del ministro de transportes. “Son cosas de otros tiempos, ahora difíciles de entender para quien no haya conocido aquello. El ejército tenía a disposición a un personal bien formado en todos los campos y el mío… pues era la gastronomía y el servicio de alto nivel que aprovechó el gobierno”, indica sonriendo y levantando los hombros como diciendo “c’est la vie“.

Al reincorporarse al 100% a la vida civil, Billard vivió profesionalmente entre Europa y Estados Unidos. En América lo hizo con marca de prestigio de Accor, en el Sofitel de Miami, donde pasó tres años: “Todo aquello era tan singular como aquella serie tan de los 80 con Don Johnson”, ríe al recodarlo. También tuvo puestos de responsabilidad en el Delano, clásico del Art-Deco de Miami construido en los 40 y reformado por un compatriota suyo: Philippe Starck. Después regresó a Europa para ponerse a cargo del Château de Bagnols, un maravilloso castillo en el Languedoc-Rosellón, miembro de Relais & Châteaux, donde hicieron todo lo posible para que siguiera en el hotel, aunque no pudo resistirse a una oferta en el legendario Carlton de Cannes.

El director del Hotel Majestic, Pascal Billard.

En la Costa Azul estuvo al mando de la zona más vip del Carlton: un casino y el restaurante la Belle Otero con dos estrellas Michelin, un nombre no casual, pues se dice que las cúpulas del hotel se inspiraron en los pechos de Agustina Carolina del Carmen Otero Iglesias, la gallega que a finales del XIX y principios del XX fue una de las bailarinas, cantantes, actrices y cortesanas más célebres de Francia: La Bella Otero.

Billard vivió los atentados del 11-S viviendo en Nueva York, en su segunda etapa laboral en Estados Unidos, trabajando para diversas firmas de restauración de 2000 a 2009, hasta que volvió a presentarse una oportunidad irrenunciable: regresar a París para ser el director adjunto del Plaza Athenée, el lujosísimo hotel de la Avenida Montaigne y uno de los orgullos del sector en Francia, hasta el punto que tiene otorgado el título de Palais desde hace una década, una consideración que la Agencia de Desarrollo turístico de Francia solo ha concedido a 25 hoteles en todo el país.

El Plaza Athenée de París es uno de los orgullos del sector en Francia, hasta el punto que tiene otorgado el título de Palais desde hace una década

“La del Plaza fue una etapa impresionante. El servicio que se da allí es toda una filosofía. Disfruté mucho, aunque era un reto diario y continuo”, recuerda, como también lo fue todo un reto la relación con el multiestrellado chef franco-monegasco Alain Ducasse, responsable gastronómico del hotel. Por entonces, Malco Par, director general del Majestic Hotel Group, hizo una aproximación a Billard en París: el grupo barcelonés buscaba un perfil de director de hotel de muy alto nivel para su establecimiento de Passeig de Gràcia con Valencia.

Tras unas costosas reformas culminadas en 2013 por más de 25 millones de euros, las 336 estancias que habían conformado el hotel Majestic desde los años 70, pasaron a 271, de las cuales 45 son suites. Por entonces sólo quedaba por culminar el proyecto de tener la mayor suite de la ciudad, de casi 500 metros cuadrados, reformando la antigua residencia privada de la propiedad y fichar un director que subiera al Majestic al nivel de los mejores hoteles de Europa. Billard fue el elegido.

La entrada principal del Hotel Majestic.

“Encontré un hotel espléndido y me sorprendió ver lo muy querido que era en Barcelona. A veces los hoteles son ajenos a la ciudad y este nunca ha sido el caso con esta casa”, reconoce, a lo que añade: “El Majestic sólo podría estar en Barcelona. Es un hotel de lujo y a la vez esencialmente familiar. Eso se nota. Al no formar parte de ninguna cadena internacional tiene una personalidad propia, muy local y a la vez muy cosmopolita. Es una combinación curiosa y maravillosa a la vez”.

Uno de los primeros objetivos marcados bajo su batuta fue que el establecimiento entrase en The Leading Hotels of The World, selecto grupo de 400 hoteles de gran lujo en 80 países, una especie de olimpo hotelero en el que de manera regular se comprueban hasta 1.500 parámetros por parte de inspectoras e inspectores que se alojan de manera anónima en la propiedad. También se le dio una vuelta a la gastronomía, fichando a Nandu Jubany como asesor gastronómico de un ya excelente equipo dirigido por David Romero.

“Encontré un hotel espléndido y me sorprendió ver lo muy querido que era en Barcelona. A veces los hoteles son ajenos a la ciudad y este nunca ha sido el caso con esta casa”, sostiene Billard

“Hemos intentado abrir el hotel aún más a la ciudad y si bien es lógico que en circunstancias normales la mayor parte de nuestros huéspedes vengan de fuera de España, le sorprendería saber que el 80% de comensales del brunch de los domingos son locales. Me encanta que nuestra casa sea también la de muchos barceloneses”.

En cuanto al lujo, Billard tiene claro que hay unos parámetros mínimos a partir de los que se puede crecer: “Cada persona es distinta y tiene una sensibilidad. Lo más importante es el trato de nuestro personal, que acaba adelantándose a los deseos de los huéspedes y a la vez es sensible a su personalidad: hay gente que disfruta más con las atenciones y otra con la tranquilidad, aunque siempre sintiéndose atendida. Es algo tan personal como complicado y ahí estamos para solucionarlo. Somos un hotel de lujo también por eso y sobre todo por un equipo fabuloso”.

El director es un apasionado de Barcelona y no duda en decir que la calidad de vida que tiene esta ciudad es infinitamente superior a la de Miami, Londres, París o Nueva York, ciudades referentes en las que ha vivido y trabajado. “Esta es una ciudad maravillosa, de enorme potencial y gente brillante. Sigue siendo un lugar aspiracional al que mucha, mucha gente quiere venir a vivir. La ciudad volverá al 100% con fuerza, de eso estoy seguro”, asegura, aunque añade que no puede ser autocomplaciente. “Hay muchas localidades que quieren ser como Barcelona y los gestores de la ciudad en todos sus aspectos no pueden relajarse. Tienen deberes que hacer para reposicionar la ciudad en el mundo…Y nosotros siempre estaremos listos para que quien nos visite se lleve la mejor impresión. Todo suma”, defiende, mientras en unos segundos echa un vistazo a su alrededor, pues este elegante hotelier siempre está pendiente de todo lo que pasa en su establecimiento.

Vistas de Barcelona desde la terraza del Hotel Majestic.