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urante los años sesenta, en el Poblenou había pocos rincones con más vida que la cooperativa Pau i Justícia. Los bajos del edificio, levantado en 1927, eran un hervidero de gente que entraba y salía de la cooperativa de consumo, el colmado donde los trabajadores encontraban todo tipo de productos a buen precio, desde cajones llenos de frutas y verduras hasta jamones colgados en las paredes o las latas de conserva que alguien apilaba pacientemente hasta formar pirámides gigantescas. También había espacio para una zapatería, se vendían escobas y vajillas y no faltaban, por supuesto, los vinos a granel ni la neverita de cocacolas, tal como se puede ver en estas imágenes de época. La cooperativa también tenía un bar con billares y un teatro, donde se estrenaban clásicos populares como La criada nueva o Déjame la mujer, Cisquet, y el piso superior acogía un club de ajedrez, un grupo excursionista, un grupo femenino, una biblioteca y la escuela (donde estudió el escultor Subirats, nacido al lado)
En aquella época gloriosa, los más de 1250 socios de la cooperativa no tuvieron suficiente con todo este bullicio y decidieron hacer una promoción de pisos: el bloque Civit, situado en el lugar que más tarde sería la Diagonal, es un buen ejemplo de aquellas promociones autogestionadas, que permitieron dotar de vivienda a 300 familias del barrio. De hecho, el edificio de la Pau i Justícia ya había sido construido con el esfuerzo de medio centenar de socios, que durante meses dedicaron los domingos y festivos a hacer de peones, en una demostración inigualable del espíritu cooperativo de la época.
Ya en manos del Ayuntamiento, en 2011 se decide que la Pau i Justícia se instalará la Sala Beckett, obligada a irse de Gràcia, donde su teatro y su escuela de dramaturgia consiguieron prestigio internacional
Lamentablemente, la aparición de los supermercados y los cambios de hábitos obligaron a la cooperativa a cerrar. En los años noventa, el edificio de los números 228 a 232 de Pere IV sólo alojaba un gimnasio y una sauna, y más adelante las puertas se tuvieron que tapiar para evitar ocupaciones. Ya en manos del Ayuntamiento, en 2011 se decide que la Pau i Justícia se instalará la Sala Beckett, obligada a irse de Gràcia, donde su teatro y su escuela de dramaturgia consiguieron prestigio internacional. Y se organiza un concurso arquitectónico para hacerlo posible, que recibe propuestas del todo divergentes: algunos arquitectos, como Jordi Badia, querían mantener el espacio intacto, con sólo una capa de pintura, mientras que el estudio de Carme Pinós apostaba por demoler el edificio de la cooperativa y levantar el enésimo edificio emblemático, al considerar que la manía de conservar y mantener la memoria era caer en lo «políticamente correcto» (en este vídeo se puede recuperar un encendido debate entre los diversos concursantes) .
Por suerte, los ganadores fueron el estudio Flores i Prats, con una propuesta de artesanía que mantenía la esencia del edificio hasta unos límites insospechados: sin renunciar a sanear la estructura y abrir espacios, la nueva Beckett ha conservado la mayor parte de las puertas, ventanas y mosaicos hidráulicos de los años veinte, a menudo recolocados en nuevos espacios. De este modo, lo viejo y lo nuevo conviven al mismo tiempo, y se conjuga la memoria con la teatralidad: tal como explica el director de la Beckett, Toni Casares, «cuando el espectador se sienta, mira las paredes y ya está imaginando».
En la actualidad, la cooperativa Pau i Justícia, con el flamante nuevo traje teatral, no sólo vive una segunda juventud en el Poblenou, donde vuelve a ser un espacio de referencia para el vecindario, sino que, al menos durante unos meses, tendrá una segunda vida en la Bienal de Venecia. Los comisarios de la muestra de arquitectura de este año se enamoraron del proyecto, y para explicar todos los pormenores de la rehabilitación, los Flores i Prats han reproducido un trozo de la nueva Beckett en medio del Arsenale veneciano, replicando los sinuosos bancos de roble y el fantástico rosetón modernista que tanto enorgullecía los cooperativistas.