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Centenares de pensionistas se manifiestan a las puertas del congreso de Madrid. Foto de Lito Lizana vía Getty Images

Una agenda española alternativa

La situación económica de España demanda que los ciudadanos sepan con nitidez cuales van a ser las prioridades en los próximos veinte años para centrar sus esfuerzos y favorecerse de sus logros. La nueva agenda debe advertir sin ambigüedades, sin medias verdades y sin intereses ocultos que el Corredor del Mediterráneo debe ser una prioridad y que la sociedad podrá verificar sus avances o, por ejemplo, que el aumento de la inversión en ciencia y cultura son imprescindibles para evitar que nuestros talentos se marchen a otros países

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odos los gobernantes cultivan el arte de marcar e imponer su agenda política. En muchas ocasiones, la agenda de los políticos tiende a ser una forma sutil para evitar explicar y afrontar lo que realmente ocurre. Hay casos muy clarificadores, como la iniciativa de José María Aznar de participar en la guerra del Golfo junto a EEUU y Reino Unido cuando la sociedad española llevaba años avanzando en la cultura política y estética de la Paz.

Si analizamos con un poco más de detalle advertimos que los países más avanzados son aquellos que han conseguido fijar un amplio consenso en campos como la educación, la ciencia o la tecnología al margen de las tensiones políticas. Durante décadas, el éxito de la industria cinematográfica norteamericana estuvo marcada por la capacidad de priorizar la industria del cine como centro de desarrollo de la nación, facilitándole ayudas fiscales y dejando que Los Ángeles se convirtiera en su capital, a pesar de que en Nueva York se realizaran centenares de películas. Esta visión ayudó a desarrollar el proyecto empresarial y tecnológico de Silicon Valley, donde se ha forjado el mito, en todo caso muy real, de que la innovación lo es todo en la nueva economía.

Las agendas políticas de EEUU y Francia son muy parecidas a las nuestras pero con una única y notable diferencia: que la política no interfiere ni pervierte aquello que la sociedad precisa y desea desarrollar

En Francia, donde las élites coexisten como parte integrada y positiva de la sociedad, siguen considerando la educación, la formación y la cultura como ejes principales para su desarrollo. Los mejores matemáticos y físicos del mundo han pasado por sus aulas, preparándose en Louis Le Grand y licenciándose en l’École Normale Supérieure (ENS) o en l’École Politechnique. En Francia apoyan y miman el talento, no sólo por razones económicas, sino principalmente por la apuesta en el modelo de sociedad que persiguen.

Las agendas políticas de estos dos países son muy parecidas a las nuestras pero con una única y notable diferencia: que la política no interfiere ni pervierte aquello que la sociedad precisa y desea desarrollar. El caso español es algo diferente. Después de varios años apostando por las energías alternativas hasta situarse como uno de los líderes en dicho sector, han dejado de ser una prioridad en los últimos años. La interferencia política, la falta de diálogo y la incapacidad para dotar estabilidad a los acuerdos pactados han provocado en los últimos años que la agenda española esté vacía o resulte confusa. Hace más de un año y medio, las asociaciones feministas organizaban y avisaban a quien quisiera escucharlas que no iban a soportar por más tiempo el silencio público sobre la injusta e injustificable brecha salarial entre hombres y mujeres. Durante más de un año se organizaron, hablaron con fuerzas políticas, sindicales y empresariales sin que el gobierno del PP advirtiera que la sociedad iba a movilizarse. Los responsables del PP, ante las multitudinarias manifestaciones sociales, declaraban a la prensa que les había cogido por sorpresa.

El mismo ejemplo lo encontramos con la defensa de las pensiones que han movilizado a la sociedad, ante la sorpresa y el asombro de muchos políticos. La situación económica de España demanda que los ciudadanos sepan con nitidez cuales van a ser las prioridades en los próximos veinte años para centrar sus esfuerzos y favorecerse de sus logros. La nueva agenda debe advertir sin ambigüedades, sin medias verdades y sin intereses ocultos que el Corredor del Mediterráneo debe ser una prioridad y que la sociedad podrá verificar sus avances, que el aumento de la  inversión en ciencia y cultura son imprescindibles para evitar que nuestros talentos se marchen a otros países, que debe abordarse la cuestión demográfica, ya no lo solo en claves técnicas, sino también éticas, que debe replantearse el modelo turístico de España, siendo como es una potencia mundial. Podríamos seguir colocando citas en la agenda española pero la principal es que podamos conocer con claridad las prioridades económicas que tiene España, al margen de la inercia de apostar por el negocio del ladrillo o del turismo.