Salvador Alemany es presidente de Saba y de la Fundación del Gran Teatre del Liceu. Nació en el Raval a finales de marzo del 1944 y tuvo suerte con una quiniela, pero todavía más con la actitud y el sacrificio de su familia. Cuando era pequeño pensaba que el Liceu solo existía para las élites. Ahora asegura que el Liceu es una institución abierta e innovadora y será “todo lo que la sociedad barcelonesa y catalana quiera que sea”.
Estudiaba de noche, trabajaba de día. Tiene una historia de película con los aparcamientos. En una elipsis temporal de 20 años recibió la llamada de Isidre Fainé y también vivió de primera mano la OPA sobre Abertis. Tuvo la oportunidad de ser conseller de Economía, pero lo descartó por una cuestión de criterio y dirección.
Salvador Alemany no quiso esperar a que su futuro llegara. Dibujó su norte y encontró su camino. Su vida tiene tres pilares: familia, profesión y voluntariado. En su CV también encontraréis el Institut Cerdà, el Col·legi d’ Economistes, el Círculo de Economía, CAREC, la Cruz Roja de Barcelona, la UB o el Barça, entre muchos otros.
No cree en la inteligencia empresarial, sino general. Comparte el arte de las cartas de Arthur Schopenhauer, aprende del tiempo y las decisiones del ajedrez y aplica la filosofía del baloncesto. Spoiler: ¿Referente? Duran Farell. ¿Canción? De Raimon. ¿Sueño? “Mantener la esperanza y la ilusión de vivir”.
— Nació en el Raval y el acierto de una quiniela cambió la historia de su familia.
— Mi padre compró un terreno en el Clot con el dinero de la quiniela y pidió un crédito para hacer un pequeño garaje. La gente dice que tuvimos suerte, pero la verdadera suerte fue la actitud de mi padre y el sacrificio de toda la familia para devolver el crédito.
— ¿Por qué estudió Economía?
— Días después de acabar Bachillerato, me puse a trabajar como el resto de la familia. Empecé como botones en el sindicato de banqueros, pero no me gustó. Me matriculé y aprobé el ingreso en peritación industrial, pero tenía problemas con el dibujo técnico y me cambié a peritación mercantil. Todo esto pasó en solo tres meses, era un buen estudiante pero, como se ve, muy inquieto. Siempre agradeceré a la familia que entendiera mis repentinos intentos para encontrar el camino.
— ¿Cuál era su camino?
— Una vez aprobada la peritación, empecé profesorado mercantil, que ya hice trabajando como también las oposiciones a Censor jurado de cuentas, la Licenciatura de Económicas y el programa de dirección del IESE.
— Trabajó en uno de los primeros ordenadores de segunda generación.
— En 1962, con 18 años y en paralelo a los estudios, trabajé en una empresa inglesa de auditoría y, después de unos cursos en IBM, entré como programador informático en Catalana de Gas trabajando en uno de los primeros ordenadores de segunda generación que llegó a Barcelona. Continué en varias empresas de servicios informáticos hasta que en 1975 entré en Banca Mas Sardà como director de informática. Llegué a ser subdirector general años antes de que Mas Sardà se integrara al Grupo Banco de Bilbao.
— Llegó la hora de Saba.
— Seguí en el banco y tenía despacho en Barcelona y Madrid hasta que en 1987 me incorporé como director general en Saba, que entonces era una empresa relativamente pequeña con 12 aparcamientos. Hoy es una empresa internacional con más de 1.000 aparcamientos.
— En 1998 recibió la llamada de Isidre Fainé.
— Sin dejar Saba que me acompañó dentro del grupo Abertis, respondí a la llamada de Isidre Fainé para ir a Acesa que era del Grupo de La Caixa. Aquella Acesa de 600 kilómetros de autopistas de 1998 se convirtió en la primera empresa de autopistas del mundo con 3.500 kilómetros en tres continentes.
— En 2018 llegó la OPA sobre Abertis.
— La OPA de Atlantia/ACS sobre Abertis
— ¿No ha dejado nunca de formarse?
— No he dejado nunca de aprender en mi trayecto profesional y en las actividades paralelas de carácter voluntario.
— Una vida con tres pilares.
— La familia (tenemos dos hijas y cuatro nietos), la profesión y mucha actividad no lucrativa que yo denomino voluntariado. He presidido el Gremi de garatges de Catalunya y la Asociación española del sector, el Barça de baloncesto durante 17 años, la Cruz Roja en Barcelona, el Círculo de Economía, el Consell Assessor de la Generalitat en Economía, el Consejo Social de la UB o el Instituto de Economía de Barcelona, entre otros, y ahora presido el Liceu, el Institut Cerdà y la Comisión de Economistas de Empresa del Col·legi d’Economistes.
— ¿Qué necesita un buen líder?
— El líder tiene que tener una visión cuidadosa y racional de la realidad, rodearse de buena gente, saber a quien tiene que escuchar para construir su propia idea, tomar una decisión y convencer a su grupo.
“El líder tiene que tener una visión cuidadosa y racional, rodearse de buena gente, saber a quien tiene que escuchar, tomar una decisión y convencer”
— ¿Y si no es la idea correcta?
— No pasa nada por modificarla, siempre que mantenga la iniciativa. Los compañeros no tienen que tener ninguna duda de que se tomará una decisión a tiempo.
— Toda decisión implica responsabilidad.
— Esta es la cuestión esencial del líder: tener la capacidad de decidir y hacerlo de forma ordenada. Escuchar y convencer, sin que nadie se sienta marginado o ninguneado.
— ¿Por qué decidió no ser conseller de Economía de la Generalitat?
— Esto no lo he dicho nunca, a pesar de que creo que tuve la oportunidad de ser conseller. Pero pienso que, a veces, la política obliga a la adaptación de los criterios propios más allá de lo que yo me siento capaz de hacer.
— ¿Qué criterios?
— La política está sometida a exigencias electorales a la hora de tomar decisiones. Lo respeto, pero yo tiendo a mantener la dirección a la que quiero ir y, si me viera obligado a cambiarla demasiado… No iríamos bien. Puedo cambiar los movimientos, pero no fácilmente la dirección.
— ¿Cuál era la dirección?
—Insisto: los intereses electorales o las coaliciones de partidos conducen a caminos donde sé que no lo haría bien y no sería fácil que quisiera continuar.
“Tuve la oportunidad de ser conseller, pero la política está sometida a exigencias electorales a la hora de tomar decisiones y obliga a adaptar los criterios propios más allá de lo que yo me siento capaz de hacer”
— “El destino reparte las cartas, pero nosotros jugamos la partida”, escribía Arthur Schopenhauer.
— Uno va por la vida y se encuentra con lo que se encuentra. No siempre encuentras futuro donde querrías y las circunstancias no son a veces las que esperabas, pero entonces es cuando tienes que acordarte de que tú eres el primer responsable de todo lo que hagas. Quejarte no te ayudará.
— ¿Destino o azar?
— Tú juegas la partida. Una persona puede nacer en una tribu de Tanzania o Nigeria con muchas dificultades para acceder a cosas básicas, como el agua, pero puede sentirse feliz luchando por su familia, por su país y por ella misma. Del mismo modo, una persona del Upper Diagonal, con todos los medios para ser feliz, puede no conseguirlo nunca. Puedes tener malas cartas y hacerlas buenas. Y a la inversa.
— ¿Qué es una vida feliz?
— Veo la felicidad como la diferencia entre la realidad y las expectativas. ¿Quién es infeliz? Aquel que no consigue cumplir sus expectativas. Las expectativas son dinámicas y por lo tanto, no tienen por qué ser las mismas en cualquier circunstancia. Tu realidad es la que te encuentras en cada momento, y de la que te tienes que sentir responsable. Hay que trabajar siempre con la realidad y decidir si adaptas, o no, las expectativas.
— ¿Quién tiene que repartir la carta de la igualdad de oportunidades: el Estado o el mercado?
— Todos tenemos que poner el máximo esfuerzo para conseguir una igualdad de oportunidades que derive en una situación de justicia y paz social. Sin embargo, cada persona también tiene que poner de su parte. El Estado tiene que procurar que todo el mundo tenga acceso a la educación y las garantías de protección necesarias para tener un marco de oportunidades y puestos de trabajo dignos, corrigiendo los abusos de los actores del mercado que tienen que evitar desigualdades excesivas para su propio interés. A partir de aquí, y sea cuál sea el nivel de éxito de las políticas públicas, escuchemos a Schopenhauer.
“Tú eres el primer responsable de todo lo que hagas. Quejarte no te ayudará. Puedes tener malas cartas y hacerlas buenas. Y a la inversa”
— “No hay viento favorable para aquel que no sabe a qué puerto se dirige”, decía Séneca.
— Es una forma de existencialismo: asumir la propia responsabilidad. Cada uno tiene que hacerse responsable de su vida sabiendo dónde quiere ir, independientemente de las cartas que le hayan tocado. No te puedes dormir y, si decides no jugar, entonces seguro que te quedarás atrás. Intenta jugar mejorando tus cartas y rodearte de aquellos que te ayuden a conseguirlo. Esto no es resignación ni fatalismo, al contrario.
— El poder de la actitud.
— La actitud adecuada es no esperar a que el futuro llegue. ¡Vamos a buscarlo! Los futuros posibles son muchos y van más allá de nuestro barrio, nuestra ciudad o nuestro país. Dibuja cuál es tu norte y encuentra el camino y rodéate de la gente con quién compartes un sentido, unos valores y una ética para conseguirlo.
— “La preocupación primordial del hombre no es disfrutar del placer, o evitar el dolor, sino buscar un sentido a la vida”, escribía Viktor Frankl.
— Siempre estaré de acuerdo con cualquier filosofía que gire alrededor de la actitud y de la asunción de las propias responsabilidades.
“La felicidad como la diferencia entre la realidad y las expectativas. ¿Quién es infeliz? Aquel que no consigue cumplir sus expectativas. La actitud adecuada es no esperar que el futuro llegue”
— ¿Cómo define la inteligencia empresarial?
— Me niego.
— Ha escrito un libro titulado Inteligencia empresarial.
— Es lo que le fue bien al amigo y gran editor Jordi Nadal para su serie de libros sobre la inteligencia y lo acepté. ¿Inteligencia empresarial? Uno tiene que tener criterio para gestionar. Cualquier buen directivo tiene que ser como un entrenador que es capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes. No hay fórmula mágica, más que superar el miedo a perder, asumir la responsabilidad y jugar la partida. La inteligencia no es empresarial, sino general.
— ¿La decisión de Ferrovial de mover su sede a los Países Bajos es inteligente?
— Estamos en la Unión Europea y partimos de la libertad de movimiento de personas, bienes y capitales. Esto también sirve para las empresas y puedes pensar que una actitud es más o menos solidaria. Es bastante absurdo criticarlo si se adoptan unas normas de convivencia dentro de un perímetro político. No me he cuestionado nunca lo que alguien hace dentro de un marco legal, a pesar de pueda tener una consideración moral diferente. En Catalunya vivimos la marcha de sedes en octubre de 2017.
— ¿Cómo recuerda los movimientos de sedes sociales de octubre de 2017?
— De forma dolorosa, pero entiendo que cada uno aplique los criterios según sus responsabilidades. Me supo mal porque afectaba a Catalunya.
“Cualquier buen directivo tiene que ser como un entrenador que es capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes”
— ¿Cómo está la ciudad de Barcelona?
— Para evaluar el futuro de Barcelona, espero a las elecciones de mayo.
— El informe ProBCN impulsado por el Institut Cerdà señaló un camino.
— Se consultaron más de 100 entidades representativas y se hizo una síntesis validada por todas aquellas que dieron su opinión. Es una buena contribución y el argumento más fuerte de ProBCN es pedir diálogo entre el sector público y privado para hacer la mejor ciudad y el mejor país posible, volviendo a empezar en todo lo que haga falta para afrontar los nuevos retos.
— ¿Nos falta más y mejor colaboración publicoprivada?
— La colaboración publicoprivada es la mejor manera de avanzar juntos en una democracia formal. La sociedad no se desarrolla bien si se produce una negación del sector privado por un exceso intervencionista del sector público, pero tampoco se garantiza la justicia si se deja al mercado funcionar sin normas.
“Recuerdo de forma dolorosa el movimiento de sedes en octubre de 2017. Me supo mal porque afectaba Catalunya”
— ¿Y la sociedad civil?
— Cada uno tiene que jugar el papel que quiere y puede. La sociedad civil tiene que analizar con serenidad cómo elige a sus representantes políticos y respetarlos. Si le parece que no lo hacen bien, hay que expresarlo con libertad para ver si lo corrigen, esperando las siguientes elecciones para evaluarlos con el voto.
— ¿Hay que evaluar las políticas públicas?
— Ahora mismo la confianza del ciudadano en la política es muy baja. Este es uno de los grandes problemas. Yo no soy demasiado crítico con los políticos porque creo que son el resultado de la sociedad, como también lo son los médicos, los ingenieros, los economistas o cualquier otra profesión, pero entiendo que hay que mejorar las formas actuales de confrontación en el ámbito político.
— Así pues, ¿tenemos lo que nos merecemos?
— Siempre es y será así. Tenemos la síntesis de lo que hacemos. Ciertamente hay una gran desconfianza en el funcionamiento de la política, pero opino que, en democracia, no podemos criticar a los políticos sin autocriticarnos.
— La crítica es vox populi en las redes sociales.
— Las redes hacen que sea más difícil mantener una buena imagen en una posición pública, porque allí entra todo. Hay que leer con criterio y este es el reto que tiene la sociedad de todo el mundo.
“La colaboración publicoprivada es la mejor manera de avanzar juntos en una democracia formal”
—¿Cultura y empresa tienen que ir de la mano?
— Si, pero también de la mano del sector público. El autor hace arte con su cabeza, su cuerpo y su disponibilidad. La misión del sector público es favorecer la creatividad y la cultura y la empresa puede ayudar a racionalizar el modelo. Aun así, la misión del mercado es otra y por lo tanto, la empresa tiene que encontrar incentivos para intervenir a través de leyes de mecenazgo, márketing o reconocimiento de su responsabilidad social.
— ¿Qué tipo de incentivos?
— No son siempre económicos, sino también sociales. Las empresas son entidades mercantiles que aplican la sensibilidad de las personas que las dirigen.
— ¿Qué supone el Liceu para Barcelona?
— El Liceu es conocido como la primera institución cultural de nuestro país, a pesar de que esto siempre es subjetivo. Tiene una gran proyección internacional por su inquietud en la investigación del arte total y cuenta con la protección tanto de las instituciones como de la sociedad. El Liceu no es solo un lugar donde pasárselo bien, sino también un espacio para experimentar la evolución de la cultura.
— ¿De pequeño se sentía orgulloso del Liceu?
— ¡Claro!, pero entonces pensaba que solo existía para las élites.
— ¿Y ahora?
— El Liceu es hoy una institución muy abierta y progresivamente innovadora orientada a desarrollar la sensibilidad cultural de toda la sociedad.
— ¿Por ejemplo?
— Hemos creado y representado en catalán una ópera prima La gata perduda con la participación activa de cuarenta nacionalidades del Raval, que no son músicos ni cantantes; las sesiones Under 35 están dedicadas exclusivamente al público joven, a precios asequibles o la plataforma digital que permite seguir representaciones del Liceu con un abono de precio casi simbólico.
— ¿Qué supone Barcelona para el Liceu?
— Barcelona y todo el país tienen que sentirse orgullosos de su Liceu y siempre habrá que hacer un esfuerzo importante para mantener su crecimiento artístico y social, con equilibrio económico. El Liceu será siempre lo que la sociedad barcelonesa y catalana quiera que sea.
“De pequeño pensaba que el Liceu solo existía para las élites. Hoy es una institución muy abierta e innovadora orientada a desarrollar la sensibilidad cultural de toda la sociedad”
—- ¿Qué ha aprendido del ajedrez?
— Yo empecé a jugar cuando tenía 15 años. El ajedrez te enseña a caminar por la vida y tomar decisiones. Te presenta un problema diferente en cada momento y tienes que hacer la mejor jugada posible con las piezas que tienes. No depende de factores externos como el sol o la lluvia y en cada movimiento retrocedes o progresas hacia la victoria. Te enseña a respetar un rival que también juega y a usar el tiempo de manera adecuada.
— Jaque y tiempo.
— La gran lección del ajedrez es que hay un tiempo para pensar y un momento para decidir. No puedes pensar más tiempo del que dispones y si no aciertas tu decisión estarás más cerca de perder. También requiere estudio y práctica. Juegan niños, adolescentes y jubilados. Hace un tiempo enseñé a jugar a mi nieta y cuando estoy de vacaciones juego con el ordenador.
— El campeón Garri Kasparov perdió contra el ordenador Deep Blue en 1997.
— Los ordenadores y la inteligencia artificial suponen un antes y uno después para el ajedrez de toda la vida que es de cerebro contra cerebro humano. La inteligencia artificial aprende de la inteligencia natural y la desarrolla todavía más deprisa. La velocidad y las interacciones son infinitas. La esencia del conocimiento que usa la IA es humana, pero aplicada a una velocidad muy y muy superior.
— Un último triple: ¿cómo ha aplicado el baloncesto al mundo de la empresa?
— En el baloncesto hay tácticas, técnicas y habilidades pero sobre todo hay la sensibilidad de cada jugador y la motivación que tiene para jugar, así como la voluntad de ganar y su solidaridad con el equipo y el entrenador. También hay la filosofía del entrenador y del club. Hay muchos factores sociales y humanos que son una gran lección de vida. Estos factores se pueden aplicar a la familia, a los amigos y a cualquier aspecto de la vida.
“El ajedrez te enseña a caminar por la vida y tomar decisiones. Hay un tiempo para pensar y un momento para decidir”
— La anterior entrevistada de Persona a Persona, Mar Alarcón, le hace las siguientes preguntas:
— ¿Ser empresario es vocacional?
— Nace en parte de la actitud y en parte de la vocación.
— ¿Qué consejo daría a los empresarios más jóvenes que lidian cada día con entornos de cambio constante?
— Lo que caracteriza al emprendedor es su disponibilidad al riesgo y a la aventura, ya sea en una pequeña empresa o en una gran corporación. En este segundo caso hablo del intraemprendedor que es aquel que actúa en su ámbito de responsabilidad limitada cómo si fuera su propia empresa. Se ve al empresario cuando toca asumir riesgos.
— Arriésguese.
— Yo recomiendo a la gente joven que intente hacer, crecer y comportarse como un empresario, haga lo que haga y tenga o no toda la capacidad de decisión. Hay que ser capaz de asumir riesgos razonables pensando en el bien del proyecto por el que se trabaja.
SIETE DE VIDA
1. Referente: Pere Duran Farell
2. Libro: La casa de la frontera. Rafael Vallbona
3. Película: A Late Quartet. Yaro
4. Canción: Al meu país la pluja no sap ploure. Raimon
5. Rincón preferido: La Cerdaña
6. Lema de vida: Hazte siempre responsable de tu futuro
7. Sueño: Mantener la esperanza y la ilusión de vivir