Hijo de Anthony Quinn (fruto de su matrimonio con la diseñadora de vestuario italiana Yolanda Addolori), Lorenzo Quinn vive en armonía en Castelldefels donde disfruta del buen clima, la buena comida y una paz infinita para lograr la inspiración necesaria para sus esculturas. Lleva una vida muy ordenada, sana y casi de ermitaño, que él mismo eligió después de vivir entre el bullicio de Nueva York. Nos anuncia que, tras un confinamiento sosegado, tiene muchos proyectos a la vista tanto internacionales como nacionales: “Me han pedido dos esculturas para Castelldefels y una para Gavà, pero no puedo contar más”.
La luz invade el taller de Lorenzo Quinn en la calle Creatividad de Gavà. El artista vive en Castelldefels desde hace veinticinco años y tarda exactamente siete minutos en llegar a su lugar de trabajo: “Cuando llegamos aquí vivíamos al lado del mar y estábamos todo el día en la playa y, ahora, que vivimos en la montaña, vemos el mar desde casa pero apenas pisamos la arena”.
Unos enormes ventanales dan la bienvenida al universo de Lorenzo. En el hall de entrada dos de sus esculturas, de dos hombres subiendo una cuerda, son una buena metáfora del esfuerzo diario que hay que hacer para conseguir una meta.
En este cuarto de siglo ha cambiado de casa y de taller varias veces, pero siempre recala cerca del mar.
— ¿Le sirve el Mediterráneo como fuente de inspiración?
— No, pero me relaja mucho ver las olas. Me inspiran los libros que leo, las películas que veo y las conversaciones que tengo con la gente que me rodea. Mis esculturas no buscan la estética, sino que tienen un mensaje y crean un diálogo, creo que el arte debe decir cosas y provocar.
— ¿Cómo es su vida en Barcelona?
— En Barcelona hago poca vida. Viajo mucho y cuando estoy aquí me gusta estar en casa con mi familia y hacer deporte. La situación de Castelldefels es estratégica, porque cojo muchos aviones y estoy al lado del aeropuerto.
En 2013 regaló una escultura a Castelldefels que disfruta la gente que pasea por la playa. “Ahora me han encargado dos esculturas para Castelldefels y una para Gavà; pero no puedo contar nada más. Llevo veinticinco años aquí y no tengo nada que enseñar, es una pena. España es muy difícil para esto. No hay ayuda institucional para el arte. Aquí no hay mentalidad de comprar arte. Barcelona está muerta a nivel artístico”.
Hasta hace poco tenía galería en Londres y siempre se ha movido a nivel internacional. “Sí, pero eso no quita que también pueda triunfar aquí. Yo no vendo una obra en España desde 2011. En Estados Unidos hay una ley federal por la cual en el presupuesto de los edificios se destina una partida para comprar arte para el espacio común. Ahí hay mucho arte y se puede desgravar como gasto. Si donas a un museo puedes deducir el cien por cien. Mira el vuelco que ha dado Miami con la llegada de Art Basel. Gracias a esta feria hay cinco museos de arte. Aquí no entienden que el arte atrae a gente. Todos mis proyectos son fuera de España: La Bienal de Venecia, Emiratos Árabes, Alemania, Inglaterra o Estados Unidos. Mi agenda es cien por cien internacional”.
— ¿Cuál es su filosofía de vida?
— Soy muy coherente y transparente. Voy hacia las causas que opino que hay que defender y lucho por ellas. Ahora tenemos que estar todos con Ucrania. El arte tiene que ir más allá de la decoración. Soy un artista figurativo y no abstracto. La obra abstracta es un trabajo demasiado íntimo y yo prefiero generar diálogo. Hay tantas cosas de las que puedes hablar. Soy una persona muy concreta, soy tauro. Lo que ves es lo que soy.
— ¿Cómo ha vivido la pandemia?
— A nivel personal ha sido un periodo fenomenal porque he disfrutado de la familia y ha sido un momento muy creativo. Yo venía cada día al taller solo y podía seguir trabajando. Pero no podemos olvidar a toda la gente que ha sufrido y a los que se han muerto.
En noviembre de 2021 presentó en las pirámides de Giza una escultura fabricada con una malla inmensa de acero inoxidable que recreaba la pirámide. “Fue una experiencia maravillosa porque las pirámides son únicas. Era la primera vez que usaba una malla y pensé que era una buena solución para no tapar las pirámides. El resultado fue excepcional y tuvo una repercusión mediática increíble”.
Bajamos al taller donde descubrimos algunas de sus piezas más recientes.
— ¿Qué materiales utiliza?
— Principalmente acero inoxidable, bronce y aluminio. El aluminio viene de Alemania y el bronce de Rumania y Alemania. Tenemos la fundición en Valls y a veces también tenemos que contar con una de Madrid. En algunos proyectos míos han llegado a trabajar hasta trecientas personas. El equipo creativo es muy pequeño, pero según el encargo nos adaptamos a las necesidades. La escultura está súper viva. Hay un gran mercado en el mundo del arte.
En tono conformista reconoce que “en Barcelona no hay mercado pero tenemos el sol y el mar. Un día perfecto en la ciudad de Barcelona es ir a un buen restaurante y luego ver una buena exposición. También me encanta dar un paseo por el Park Güell o por la Ciutadella. Dejé Nueva York porque me agobia la ciudad. Tengo agorafobia. Barcelona es una ciudad que no tiene problemas de tráfico y eso es fantástico”.