Jaume Collboni nos cita en la sede de campaña del PSC. En todas las salas hay personas de su equipo reunidas. Se respira frenesí electoral. El mismo que observamos en el candidato: entra y sale de una reunión a otra. Son casi las once y media de la mañana y aún no ha desayunado. Al comenzar la entrevista le ofrecen un bocadillo y una Coca-Cola. Los aparta a un lado de la mesa y dice: “Vamos al lío”.
— ¿Cuál es el modelo de Barcelona de Jaume Collboni?
— El de una ciudad de escala humana con ambición global. Una ciudad que recupere el orden y que ofrezca oportunidades para vivir y trabajar. Y, sobre todo, que devuelva el orgullo a los barceloneses y barcelonesas.
— Vayamos por partes. ¿Qué quiere decir con que hay que recuperar el orden?
— En los últimos años, la ciudadanía tiene la percepción de que Barcelona está desordenada, que el espacio público ha perdido calidad, que hay problemas con la limpieza y ha crecido la sensación de inseguridad.
“La ciudadanía tiene la percepción de que Barcelona está desordenada”
— ¿Es percepción o realidad?
— Existe una parte de percepción y una parte de realidad. Pero es evidente que hay algo que no ha funcionado. Con la limpieza, por ejemplo, si miramos los recursos que empleamos —es el principal contrato de la ciudad— no está funcionando. Y en cuanto a la seguridad, es evidente que, aunque los datos nos dicen que la delincuencia se ha reducido un 19% respecto al 2019, la sensación de inseguridad se ha instalado en muchos sitios. Sin embargo: hay que felicitar a la Guardia Urbana. Ha hecho un buen trabajo. El problema del top manta que teníamos a principios del año 19, desde la Barceloneta hasta Colón, se resolvió. El problema de los bici-taxis también se ha resuelto. Pero lo que tiene que ver con la seguridad pública, que es responsabilidad de los Mossos, es evidente que todavía hay mucho por hacer. Nosotros, en cuatro años, hemos puesto 1.000 guardias más en la calle, pero la Generalitat justo ahora acaba de reconocer que faltan 600 Mossos en la ciudad.
— ¿Si usted es alcalde, cómo solucionará esta percepción o realidad en materia de inseguridad?
— Para empezar, restableciendo la autoridad democrática. Para mí, el respeto y el cumplimiento de las normas es un valor. En segundo lugar, apelando al civismo. No sé por qué motivo una parte de la izquierda tiene aversión a hablar de civismo y de corresponsabilidad en el espacio público. Además, deben reformarse algunas normas de civismo y, probablemente, habrá que incrementar algunas sanciones por comportamientos incívicos. Los que hacen las pintadas, los que se saltan los horarios para echar la basura o los que ensucian. Es un mensaje que la máxima autoridad de la ciudad, que es el alcalde, debe promover sin complejos y con naturalidad.
— También existe un problema de movilidad. ¿Cómo resolverlo?
— Para empezar: Barcelona es una ciudad caminable y éste es un gran valor que debemos defender. La prioridad debe ser defender al peatón. No todas las ciudades tienen el privilegio de poder andarlas de punta a punta. En segundo lugar, transporte público. Todas las grandes metrópolis del mundo se fundamentan en el transporte público. De hecho, en Barcelona lo hacemos en un 80% de los desplazamientos. Y, en especial, en el caso de Barcelona y la región metropolitana, nos movemos en ferrocarril y en metro. Y añado el metro, porque de momento se habla del tren, pero lo que realmente articula una metrópolis es el metro. Por tanto, no debemos dejar de construir más kilómetros de metro, ya que es la forma más rápida y eficiente de articular la metrópolis. Y tercero: el proceso de descarbonización. Es una urgencia. Y esto significa continuar electrificando la ciudad. En estos momentos somos la primera ciudad de España y la quinta de Europa en puntos de recarga eléctrica. Debemos continuar impulsando este proceso de una forma cohesionada para que llegue a todos los barrios. Porque esto debe hacer posible la última parte: que el automóvil y la moto se vayan electrificando.
“No debemos dejar de construir más kilómetros de metro, ya que es la forma más rápida y eficiente de articular la metrópolis”
— De acuerdo, pero ¿el coche cómo queda?
— La primera barrera que debemos salvar es dónde enchufar el coche. Y, por tanto, no hacer un discurso estrictamente contra el vehículo privado, ya que sigue siendo una necesidad para mucha gente. Uno de cada 5 barceloneses trabaja fuera de la ciudad y la gran mayoría acude a lugares donde no hay buen transporte público: polígonos industriales. Los vecinos que trabajan en los polígonos del Vallès o del Baix Llobregat. Por lo tanto, esto debe tenerse en consideración. Y para terminar, cualquier decisión que tenga que ver con la movilidad y el urbanismo debe tener presente que la ciudad de Barcelona son 15 minutos, 30 minutos y 60 minutos. Los 15 minutos los tenemos bien resueltos con buen transporte público dentro de la ciudad. Con los 30 minutos empezamos a tener algunas deficiencias, pero forman parte de la realidad de la vida de la ciudad. Donde empezamos a tener mayores deficiencias es con los 60 minutos, que corresponden a la región metropolitana, la de los 5,2 millones de personas. Y aquí es donde debemos actuar más.
— ¿Dónde sitúa las VTC?
— Las VTC tienen su lugar si no hacen de taxi. Nosotros defendemos que el taxi es un servicio público que debe preservarse. Con calidad y con competencia dentro del sector. Ahora bien, nosotros defendemos que la ciudad tiene derecho a decidir su modelo económico y evitar las consecuencias negativas de las economías de plataforma. Lo hemos hecho con la tasa Amazon, lo hemos hecho con las VTC y lo hacemos también con la proliferación que ha habido de cocinas fantasma. Aquí la clave es la regulación. Yo defiendo el modelo social europeo: debe haber competencia, pero debe hacerse con normas. Respetando los derechos laborales, la calidad del servicio y los derechos de los usuarios y, sobre todo, teniendo en cuenta que Barcelona no es un campo de pruebas ni un lugar para probar fortuna con nuevos modelos de negocio.
“Barcelona no es un campo de pruebas ni un lugar para probar fortuna con nuevos modelos de negocio”
— Ya que habla de modelo económico. El turismo tiene un peso muy grande en la economía de la ciudad. ¿Cuál es su modelo turístico?
— La máxima es diversificar la economía de la ciudad. Y en el ámbito turístico, que es una industria muy importante, debe ser crecer en calidad, pero no en cantidad. Para nosotros, el adjetivo de la política turística debería ser cultural y, por tanto, resaltar el patrimonio, la gastronomía, la música, el arte, etc. No queremos turismo de sol y playa. No queremos chancletas y borracheras. No podemos evitar que la gente venga, pero sí que podemos promover un tipo de actividad de calidad vinculada con la cultura. Y, por supuesto, acompañado de la lucha contra las ilegalidades.
— ¿Esto incluye el turismo de cruceros?
— Debemos trabajar para ser el puerto base, no una escala más. Para tener calidad en el turismo debes tener un visitante que esté 2 o 3 días en la ciudad, que pueda estar en los hoteles, que pueda ir a los restaurantes, que tenga una visita más sosegada. Ahora bien: es curioso porque estos días alguien está realizando un discurso anti-cruceros de una forma muy enconada, cuando fue en el año 18 cuando se alcanzó el acuerdo para hacer las nuevas terminales, donde están estos cruceros que ahora hacen escala.
— Otro turismo destacado es el de los grandes acontecimientos. Hace un tiempo, parecía que Barcelona había renunciado a jugar un papel destacado, pero ahora volvemos a ser referentes. ¿Cuál es su modelo?
— Esto es, precisamente, gracias a que el PSC está en el gobierno de la ciudad. Si no, no habríamos tenido ninguno de estos grandes eventos. Las cosas no ocurren porque sí. Es fruto de un trabajo discreto y constante de los últimos años que ha traído nuevas ferias, nuevos eventos deportivos internacionales y grandes eventos de carácter cultural. La Copa América, ISE o la Capital Mundial de la Arquitectura se han trabajado mucho en colaboración con el sector privado. La recuperación del orgullo de ciudad, en parte, pasará por tener estos grandes eventos. Mi previsión es que cada año haya uno o dos grandes acontecimientos internacionales que sirvan para dinamizar a los sectores culturales, deportivos y económicos y proyectarnos al mundo.
“Mi previsión es que cada año haya uno o dos grandes acontecimientos internacionales que servirán para dinamizar sectores y proyectarnos al mundo”
— Ha hablado del turismo cultural. Montjuïc es casi el epicentro de la cultura de Barcelona, ya que es el escenario de múltiples conciertos, museos, convenciones, etc. En cambio, parece estar lejos de la ciudadanía.
— Montjuïc debe ser más accesible. Montjuïc es un epicentro de actividades culturales y deportivas, pero debemos reforzar la movilidad en la montaña. Gracias a los fondos europeos ya existen planes en marcha. De accesibilidad con escaleras mecánicas, con carriles bici y también para facilitar la movilidad privada. Pero también existe una cuestión de imaginario de ciudad. El centenario de la Exposición Internacional del 29 será una gran oportunidad. Si soy alcalde será una de las cosas que haré durante los 100 primeros días: poner en marcha el comité de conmemoración del centenario, ya que es una forma de reivindicar el imaginario de Montjuïc en la ciudad.
“Quiero poner en marcha el comité de conmemoración del centenario de la Exposición Internacional del 29, ya que es una forma de reivindicar el imaginario de Montjuïc en la ciudad”
— Me ha hablado de cultura y eventos y no ha dicho la palabra mágica: público-privada.
— Desafortunadamente, se habla más de lo que realmente es. La colaboración público-privada no significa que existan organismos de participación privada financiados con fondos públicos. La colaboración píblico-privada genuina es lo que se ha producido en la Copa América, donde ha habido personas y empresas que han puesto recursos para que un evento salga adelante. La colaboración público-privada significa, a veces, que la iniciativa sólo es privada y que el sector público sólo debe acompañar y facilitar. A veces pasa sencillamente por dejar que las cosas pasen. En mi etapa en Cultura reactivé la Fundació Barcelona Cultura. Para mí es muy paradigmático de lo que debería ser la colaboración público-privada: un conjunto de empresas que cofinanciaban proyectos culturales que encajaran con sus targets comerciales o con sus ideas. Esto ha sido interrumpido por los comunes, porque no creen en estas iniciativas. Y, finalmente, colaboración público-privada también es dejar hacer las cosas y que las galerías de arte, cuando realizan exposiciones en la calle, por ejemplo, lo tengan fácil para hacerlo.
— Quiere decir que existe un exceso de burocracia para la iniciativa privada.
— Totalmente. Barcelona ya es la administración de España que paga más rápidamente a terceros, porque es un tema que ayuda a las pymes. Pero, después, hay todo un conjunto de trámites burocráticos, sobre todo de plazos, que debemos resolver y simplificar. Una de las cosas que haré cuando sea alcalde será abrir la ciudad como una botella de cava. Debemos dejar que Barcelona fluya, emerja.
“Hay todo un conjunto de trámites burocráticos que debemos resolver y simplificar”
— Como ha dicho antes, muchos retos de la ciudad sólo pueden resolverse desde una visión metropolitana.
— Por supuesto. El reto de la vivienda sólo se resolverá desde una escala metropolitana. El reto de las nuevas formas de generar energía y distribuirla también. El reto de la movilidad es evidente y el de las infraestructuras digitales también.
— ¿Está hablando de crear la figura de un gran alcalde metropolitano?
— Las grandes reformas institucionales, en Catalunya, no son nuestro fuerte. Más bien nos complicamos la vida… Creo que es mucho mejor coordinar las políticas que realizar cambios organizativos institucionales.
— Por último, como fan The Newsroom: ¿Por qué Barcelona puede ser la mejor ciudad del mundo?
— Barcelona es ya la mejor ciudad del mundo. Tenemos un tejido asociativo cívico que no tiene ninguna otra ciudad del mundo. Tenemos una capacidad emprendedora y una iniciativa cultural, deportiva y económica que no tiene ninguna ciudad del mundo. Tenemos buenas infraestructuras, buena conectividad y reputación internacional. Solo nos falta una cosa: un buen alcalde.
— Para finalizar: dígame algo positivo de Ada Colau.
— La capacidad de empatizar.
— Y de Xavier Trias?
— La afabilidad.
— Y de Ernest Maragall.
— La capacidad de análisis.